Historias a la par, que nacieron contemplando un mismo escenario, se distancian y se juntan caprichosamente.
Arte
En la calle agreste del día más soleado del año Roberto sale a “patear la calle” como dicen en el pueblo. Busca que surja casi de la nada alguna posibilidad para ganarse el mango. Roberto es un diamante en bruto. Algo hay en su interior, cuentan sus amigos. Pocos lo perciben. Hay que hurgar sobre esas rígidas tejas para descubrir sus semillas latentes de brotar. Quien desgaje sus estructuras podrá ver germinar el arte de Roberto. Su cuerpo va y viene por infinitos recovecos pidiendo a gritos silenciosos la mirada, las miradas. Su mente intenta. Su instinto empuja. Los sentimientos doblegan la lucha contra lo inflexible. El rígido metal se hace estaño. Pero no hay quien oiga. Sus tejas están viejas aunque firmes. Apenas intentan asomar los helechos. El vigor de las hojas ya exhibe su permanencia en los tiempos. Bendecido será aquel que pueda sentirlo. Eterno sonido que emana con esfuerzo y se pierde en el viento. Tanta vida, tanto canto, tanta música desperdigada por el aire. Triste es volver por la misma calle agreste con el sol agotado de girar. Regresa a su casa, se moja la cara con agua bien fresca y se tiende al reposo cotidiano.
Mariano Ramirez
Pujanza
«Los recuerdos son golpes de adentro afuera». Manuel Cofiño (Cuba. 1936-1987)
Afuera ocurren los martillazos. Adentro, melodías en estéreo. Afuera la noche se hace más noche. Adentro la luz enceguece. Afuera el frío helado del invierno en este pueblo. Adentro las piernas cruzadas frente a la hoguera. Afuera, un hombre en bicicleta pasa a toda prisa buscando lo que, a esta hora, quede de pan. Mientras, siguen los martillazos de un tornero empecinado en moldear hierros y recubrirlos con estaño. Adentro, Pdrls pule un diamante en bruto. Las horas -sus horas- se filtran imperceptiblemente por tuberías sin fondo y Pdrls, con la cabeza gacha, se deja perder entre laberintos de evocaciones. Durante esos extravíos, a veces, una suave brisa muta en ventarrón o un trazo firme se torna indomable o un paraíso apacible amanece ultrajado. A menudo ocurre que una fuerza vagabunda libera su cuerpo enrejado y en ese instante despierta la creación. Un manantial aflora e inunda la casa. Puja por salir y desborda el cerco. La emancipación sale de paseo, se topa con algunos cánones y de dos “estiletazos” tacha sus preceptos. Ahí, en ese instante egoísta, comienza la clarividencia. El diamante ya no es tan bruto, el estaño borra imperfecciones y el agua se escurre por senderos inusitados.
Maxi Neila
2 comentarios
Un placer que la lectura contagie. Gracias por el comentario. Arriba!!!
que cabeza mas retorcida Neila! Pero como siempre es un placer leer tus columnas, realmente, abrazo!
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