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El costo de producir uva subió hasta 20%: inciden agroquímicos, maquinaria y electricidad

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Así, preparar 10 ha de uva básica supera los $ 900 mil y cerca de $ 1,2 millón si es varietal.

Como resulta esperable, de un año a otro los costos de producir una hectárea de uva vinificable crecen. De cara a la vendimia 2018, ya se ajustaron más del 14% respecto a enero de 2017, con agroquímicos y maquinaria entre los rubros motores de esa variación, que trepa al 20% en el caso de la materia prima con destino a vinos premium.

Por supuesto, hay que tomar distintos escenarios variables, por ejemplo, en función del acceso o no de derecho a riego.  En el caso del vino tinto genérico, el costo de producir una hectárea de uva tinta para vinificar, que hace un año era de $ 76.991, a diciembre ya había superado los $ 88.000 con amortizaciones e impuestos, consigna el estudio “Costos de producción y punto de equilibrio de uva”, elaborado por el Observatorio de Acovi (Asociación de Cooperativas Vitivinícolas), que toma 3 escenarios: base, con granizo y con uso de agua de pozo.

Eso significa una variación de 14,4% durante el año, algo inferior en la uva para vino blanco. Así, preparar una hectárea en ese caso rondó los $ 94.200 versus $ 82.500 en enero “con un incremento anual de 14,1%”, señala el estudio.

Entre los proveedores incluso precisan mayores alzas. Para Verónica Sarasino, de Agrovital Fertilizantes, “los costos se han mantenido, pero los agroquímicos como fertilizantes y semillas, por más que se fabriquen en el país, están dolarizados. Y eso significa un 20 a 25% más en el precio final”.

A eso debe sumarse el fuerte impacto de la tarifa eléctrica en el lapso de un año producto de la quita de subsidios para el riego agrícola. El ajuste acumulado fue de 174% en el mejor de los casos, mientras que con ayuda (para fincas inferiores a 50 hectáreas) rondó el 18%, es decir, facturas que se ubicaron entre los $ 2.000 y $ 6.500.

Sin embargo, no todos coinciden con las ventajas diferenciales. “Muchos de los que producen en esta región han recibido facturas hasta 700% superiores. Y lo del subsidio es relativo, ya que en ciertos casos se termina pagando más que con la tarifa plena”, comparó el agrimensor Ángel González, a cargo de varias propiedades con viñedos en la zona Este.

Efecto dólar

En enero de 2017 las firmas cotizaban productos y servicios dolarizados con un tipo de cambio de $ 16,15. Ahora, enero de 2018 empieza a despedirse con un dólar en torno a los $ 20, casi 24% que se traslada a insumos claves.

A criterio de Marcos Fontana, responsable de Luján Agrícola, “los precios prácticamente han variado junto con el dólar, un 20% aproximadamente. Pero las condiciones de pago se flexibilizaron”.

Por ejemplo, entre los herbicidas el glifosato pasó de $ 1.950 a $ 2.340, con un precio unitario de U$S 4 por kilo/litro. Y uno de los abonos más utilizados (fosfato diamónico o 18-46-0), pasó de un rango de $ 430/$ 535 la bolsa de 50 kilos, a un precio final de $ 540/ $ 640 finales, de acuerdo al proveedor, con márgenes del 10% respecto al costo.

La forma de pago también incide, al punto de que las cotizaciones suman entre 10 y 20% extras con financiamiento o cheques a 30 días, pero también se obtiene una quita del 8% o 9% por volumen y al contado.
“Lo que ocurre actualmente es que al productor le pagan mal y tarde. Sin cobrar a tiempo no pueden hacer compras anticipadas y por tanto congelar los precios”, analizó Sarasino.

Para la producción de uva varietal la estructura de costos es aún mayor. De acuerdo a un análisis del grupo CREA Los Andes, los $ 71.000 por hectárea a mediados de 2016, en el último trimestre de 2017 ya superaron los $ 119.900.

Con una inflación estimada en 5% desde entonces, la temporada arranca en más de $ 126 mil por unidad. Cerca de $ 1,3 millón que obliga a un pequeño productor a esperanzarse con mejores precios.

Para Juan Viciana, productor, directivo de la UCIM y asesor de Grupos CREA, “si bien los costos son un traje a medida, sin derecho a riego se dispararon no menos de un 67% entre 2016 y 2017. La variación de costos en general durante el último año estuvo entre un 20 y 30%, con el 25% de paritarias en mano de obra como el insumo más importante. A lo que le siguen combustibles y lubricantes, que subieron más que la inflación, y los agroquímicos al ritmo del dólar, además de la energía”, señaló.

Aparte de unos $ 35 mil que en concepto de gastos de mantenimiento y administración se cuentan para superficies superiores a 100 hectáreas, la lista sigue con jornales (algo menos de $ 900), agroquímicos (unos $ 8.500, de los cuales el abono como urea y otros representa 70%), riego ($ 6.500 sin subsidio) y hasta $ 22.500 por cosecha y acarreo.

Así, aunque depende del rendimiento en quintales, el cálculo de los técnicos de CREA apunta a un dato concreto: producir 10 toneladas por hectárea de uva premium en 2018 implica desembolsar unos U$S 6 mil.

“En una década el costo operativo en dólares se duplicó, y hoy se requiere cubrir un costo operativo de $ 1.250 el quintal. Ahora bien, para asegurar una rentabilidad razonable del 10% antes de impuestos se necesita cobrar unos $ 22,50 el kilo”, reseñó Viciana.

El precio, variable clave

La cuenta cambia en una inversión inicial. Para una finca nueva (de U$S 60 mil hasta 100 mil por hectárea según la zona), con una productividad controlada (90 quintales), el umbral rentable ronda $ 26 por kilo, y algo menos si el rendimiento sube.

Por otra parte, nadie niega la recuperación de los valores de materia prima y vino genéricos. Aun así, tanto el productor de vino blanco como el de tinto terminaron 2017, y encaran 2018, sin ganancias sustantivas.

En ese cuadro, el productor de vino blanco queda en desventaja frente al de tinto, con una relación costo-ingreso inversamente proporcional.
Mientras el que produce vino de color gana 18,5% más con costos 6,54% inferiores, la elaboración de uva blanca afronta un mayor costo de cosecha y también un rendimiento superior (200 quintales para uva de vino blanco y 150 quintales para uva tinta).

“Se redujo 23,4% el resultado negativo para el bolsillo del productor, debido al incremento de los ingresos en mayor proporción que de costos, por la recuperación del precio del vino”, consigna el estudio de Acovi, que apunta a que “para lograr el punto de equilibrio, el precio y el rendimiento de la tierra deberían ser mayores a los valores actuales: $ 11,48 y 150 quintales”.

Por su parte, en base a su experiencia en grupo Crea y en puesta en marcha de unidades productivas, Viciana proyecta “un año en el que, tomando lo ocurrido en el anterior, la uva criolla difícilmente supere los $ 5 promedio. En tanto, los productores de malbec no querrán escuchar ofertas por menos de $ 20”.

Desde Acovi, en tanto, advierten que, cualquiera sea el escenario, “el productor de vino tinto se encuentra en una situación deficitaria. Y en una posición económica mejor que el productor de vino blanco”.

(Fuente: Diario Los Andes)