El país se endeudó a tasas de entre 6 y 7 por ciento y en latinoamérica lo hacen a menos de la mitad.
El endeudamiento de casi 50 mil millones de dólares tomado por el gobierno de Mauricio Macri, las provincias y el sector privado en conjunto convertirá al 2016 en un año récord, que podría convertirse en factor de riesgo en el corto plazo.
El celebrado reingreso al mercado de capitales le abrió completamente a la Argentina el grifo del crédito internacional y en todas las monedas, a tal punto que el país volvió a tomar préstamos en euro. Sin embargo, la chance de volver a jugar en la plaza financiera internacional no fue sencilla: el país se endeudó a tasas de entre 6 y 7 por ciento y en latinoamérica lo hacen a menos de la mitad.
Si bien desde el Ejecutivo son ingentes los esfuerzos para minimizar el riesgo que implica este festival de bonos, desde adentro y desde fuera del país se empezaron a alzar voces muy críticas, que encendieron luces rojas de alerta.
En esa peligrosa senda, la Argentina terminará el año con un endeudamiento global cercano al 50 por ciento del PBI, apenas 4 puntos por debajo del registrado en 2001 en el Gobierno de Fernando de la Rúa, poco antes del colapso y de una crisis social y económica sin precedentes.
«Entiendo la preocupación cuando nos ven emitiendo deuda. Pero pueden quedarse tranquilos porque no es un problema», dijo el secretario de Finanzas, Luis Caputo. Mientras el ministro Alfonso Prat Gay, explicó: «emitimos para pagar la deuda del gobierno anterior y para poder tener una estrategia gradual de reducción del déficit».
En la primera etapa del Gobierno de Carlos Menem, el programa económico y la convertibilidad se financiaron con la venta descontrolada de las «joyas de la abuela» y en la segunda etapa, con endeudamiento y más endeudamiento.
Cuando el país se quedó sin recursos, cuando dejó de ser el mejor alumno en el escenario de las finanzas, la Argentina se desplomó y terminó en crisis.
El endeudamiento de este 2016 supera las emisiones realizadas durante el plan Brady de 1993 y el megacanje de De la Rúa, que lejos de ser una solución fue el hundimiento definitivo del país.
«En diciembre de 2001, cuando fuimos al default, la deuda del sector público era el 42% del PBI. El mercado esto lo está viendo. Ojo con el festival y la lluvia de deuda. La última vez que ocurrió una cosa así fue en 2001», alertó Aldo Pignanelli, expresidente del Banco Central y asesor del Frente Renovador.
Igual de preocupante es el endeudamiento futuro que el Ejecutivo estimó en el Presupuesto 2017 y al que la Cámara de Diputados le dio esta semana media sanción.
En la denominada «Ley de Leyes», el Gobierno de Macri previó que de los 1.727,2 millones de pesos en nuevas obligaciones, un 47 por ciento corresponderá a deuda externa. En cuanto al resto, se destinarán a anticipos del Banco Central (entrega de títulos del tesoro contra emisión monetaria, 25 por ciento del total) y colocación de deuda intra pública (11,7 por ciento).
«Lo que más preocupa del Presupuesto 2017 es el altísimo nivel de endeudamiento. Hay una estructura macroeconómica muy débil y preocupante. Hoy la deuda es el 70% del PBI, sumando a las provincias y al sector privado», graficó Pignanelli.
La principal preocupación de los economistas es que la deuda no está siendo dirigida a apuntalar el proceso económico sino a gastos corrientes y cobertura del déficit.
En medio de la preocupación por el creciente endeudamiento, el Gobierno pudo exhibir esta semana una considerable noticia: ingresaron al blanqueo 4.600 millones de dólares, aunque el proceso recién concluirá el 21 de noviembre y podrían entrar más fondos.
Pero, la alegría dura poco: los últimos datos económicos oficiales fueron concluyentes: la producción industrial y la construcción siguen en caída y no dan muestras de reacción.
En este contexto, todas las consultoras privadas estiman que la economía empezará a arrancar recién en el primer trimestre del 2017 y que la inflación empezó el camino de la desaceleración pero de manera muy moderada.
Fuente: Noticias Argentinas