¡Una idea! Eso es lo que muchos están esperando de la oposición

Una idea, eso es lo que se pide, nada más. Pero la suerte pareciera no estar de nuestro lado: la oposición política argentina baila al son de lo que le pide el poder económico. Esa es sin duda una afirmación que no merece más explicación que la que aporta la trayectoria de muchos políticos opositores en este país.

Es cierto, el gobierno no es lo que algunos quieren, pero si de algo estamos seguros es que, ha decidido un rumbo y camina en ese sentido. Toma decisiones, enfrente a sus adversarios circunstanciales, resuelve (bien o mal, según la opinión del lector), pero nadie puede decir que titubea, que le faltan ideas, que alguien le marca la agenda.

Ahora, la oposición política desde hace bastante tiempo no hace otra cosa que oponerse. “Me opongo porque no coincido”, “estoy de acuerdo pero me opongo porque habría que hacerlo de otra manera” “¿Por qué no lo hizo antes?, entonces me opongo ahora que lo hace”: estas frases parecieran los latiguillos principales de una oposición que se mueve al ritmo de lo que propone el gobierno, pero a favor de los verdaderos opositores: los grupos concentrados de la economía. Luego, cuando aparecen en los medios de comunicación, disparan con grandes discursos diciendo “lo que debería hacerse” en la Argentia; el problema es que a la hora del “¿Cómo?” la palabra se les vuelve torpe, difícil, inentendible.

Hace algunos días se aprobó la Ley de Abastecimiento. Sin entrar en grandes detalles, la legislación propone trabajar sobre las cadenas de valor, eliminar la especulación y trabajar en la mejora de los precios. Es decir, hoy todos sabemos que al productor de alimentos se le paga poco por lo que produce, pero a la hora de llegar al supermercado, esos mismos productos están  300% más caros.

La Ley de abastecimiento beneficiará sustancialmente a los productores de zonas como la nuestra. Sin embargo, llamó la atención cómo, en nombre de un supuesto “libre mercado”, nuestros representantes opositores votaron en contra de la ley. ¿Qué les pasó, se olvidaron de las incontables reuniones que tienen con los productores locales cada vez que se acercan por estos pagos? ¿O será que su interés, su objetivo, está centrado en el próximo programa de televisión que visiten, para contar “cómo” se opusieron al “intervencionismo estatal”?

La política sin duda es la administración del conflicto. Por eso nadie pide que no discutan, que no se opongan (si así su conciencia y propuestas lo ameritan), pero, ¿cómo es posible que no acuerden absolutamente en nada?, ¿bajo qué intereses se rigen a la hora de expresarse? Preguntas que sin duda no encuentran respuesta dentro de la lógica del ciudadano común, porque es cierto que por más que uno sea de Boca y otro de River, siempre van a existir puntos de acuerdo.

Esta editorial pretende ser la expresión de un ciudadano común que mantiene y sostiene una idea política, pero que no comprende, cómo es posible que en el marco de la Democracia, (donde los partidos opositores son un elemento fundamental), la “oposición” no logre desempolvar algo de coherencia y un proyecto político serio y creíble. La Argentina, hoy tiene una fuerza política mayoritaria que se sostiene en el gobierno a partir de los votos obtenidos. Parte de la ciudadanía se siente representada por esta fuerza política. El problema lo tienen aquellos ciudadanos que, por una razón u otra, no coinciden con esta mayoría, básicamente porque quienes deberían representarlos no dan ni por asomo un proyecto coherente que los englobe; al contrario, solo son guiados por dos elementos: lo que propone el gobierno y la orden de los grupos económicos que les dicen “que se opongan”. Y esto no es un problema del gobierno, sino de la Democracia.

Lo que queda claro, es que, si la oposición no logra materializar un proyecto alternativo al del gobierno actual, seguramente en las próximas elecciones nuevamente se va a ver superada, pero no solo por lo que pueden ser considerados aciertos del gobierno, sino fundamentalmente por no darle a los ciudadanos una alternativa creíble, alejada de la crítica y la oposición permanente, que solo deja traslucir intereses egoístas y muy poco patriotas.