El 2014 se caracterizó, en términos económicos, por una p r e – s u p u e s t a recesión eco- nómica: los especialistas de grandes diarios y revistas vaticinaron una contracción en la economía, una aceleración en la inflación, un dólar en 20 pesos, etc, etc. Cierto es que el año pasado no fue un período de crecimiento: el contexto global, la situación financiera y el panorama generado alrededor de los fondos buitres, además de problemas claramente estructurales de la economía, (como es la falta de gas y la necesidad de importar que genera un desequilibrio en la balanza comercial, el desajuste impositivo, la pérdida de competitividad de las economías regionales) hicieron del 2014 un año no muy positivo en la economía.
Nadie pone en duda que el carácter global macroeconómico afectó a la Argentina: un mundo que está en claro estancamiento, donde los países centrales no logran salir de la recesión afecta a países como el nuestro. Sin embargo, cierto es que, el modelo económico que encarna el gobierno, no dejó que las fuerzas económico- financieras se desenvolvieran libremente, sino que más bien intervino directamente en la economía, a fin de dinamizarla y frenar la caída. Medidas anti cíclicas, como el crédito al consumo, el aumento de las prestaciones sociales y el incentivo a la obra pública, además de acciones contra la especulación financiera y las conductas inflacionarias, hicieron del 2014 un año al cual nadie va a recordar por auspicioso, pero que tampoco debe ser considerado como catastrófico.
A menudo es bueno hacer memoria, y la mejor forma, por ahí no es recurrir al recuerdo personal, sino más bien a fuentes recientes como diarios, programas de televisión, archivos audiovisuales en internet: éstos pueden fielmente contarte que pasaba hace algunos meses atrás, sin necesidad de tener vos que reconstruir el relato. Debo decirlo, antes de escribir este artículo, hice el mencionado ejercicio, y es sorprendente ver cómo se puede decir cualquier barbaridad con el simple título de “economista especializado”. Decidí incursionar en archivos audiovisuales y escritos en relación a la economía, (en relación a la seguridad también recomiendo que lo haga), lo cierto es que en la mayoría de los relatos de “economistas independientes” se decía que el dólar estaría en diciembre de 2014 en $20, que la inflación estaría entre el 40% y el 50%, que seguramente el consumo descendería y por supuesto que muy pocos podrían irse de vacaciones.
¿Qué pasó? ¿Dónde quedaron los economistas especializados? ¿Qué fue de sus pronósticos? ¿Cuántos no pudieron irse de vacaciones? ¿Fue un año catas- trófico, como se anticipaba? ¿Qué tienen para decir ahora? No pretendo ser un especialista en economía, pero me esfuerzo en mirar la realidad a partir de los hechos concretos, y no puedo más que decir que lo que se anticipaba no con- cuerda con lo que sucede. Las zonas turísticas están atestadas de argentinos que pese a una supuesta “crisis” decidieron vacacionar, los supermercados continúan vendiendo, el consumo no se desplomo y el dólar continua planchado y con una variación muy leve.
¿Qué dicen los “especialistas en economía ahora? Bueno, en primer lugar los medios de comunicación tienen la capacidad para desviar el foco de atención en otro sentido, hablar de otra cosa, esquivar el tema, pero a los economistas que anticipaban un futuro no muy prometedor, si se les pregunta, responden con displicencia que se hicieron las correcciones necesarias. Hace algún tiempo, un gran intelectual argentino sostenía: “sin un economista explica algo y no lo entendés, pregúntale nuevamente; si nuevamente no lo entendés, pregúntale de nuevo, si a la tercera no lograste entender, no te preocupes, te está mintiendo”. Es real que la economía argentina no atraviesa por su mejor momento, pero de algo estoy seguro, lo que me dijeron hace unos meses que iba a pasar, no sucedió, es más, sucedió lo contrario.
Por Rodrigo Hinojosa