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EDITORIAL: El tema no es “soportar” al que es diferente, el tema es respetarlo

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Ley de Identidad de Género

Durante los últimos días se reavivó la polémica en torno a las personas homosexuales, su condición, su vida, sus derechos. Aún cuando la Organización Mundial de la Salud considera que la homosexualidad no es una enfermedad, algunos siguen argumentando que se trata de desviaciones, malformaciones o patologías.

A pocas semanas de la aprobación de la Ley de Identidad de Género y a meses de la de Matrimonio Igualitario, se han escuchado algunas voces cuestionando la vida de homosexuales, lesbianas, travestis y transexuales. Muchos consideran que la sexualidad de estas minorías es una elección de vida, que debe ser modificada, sin detenerse a pensar cuándo un heterosexual “decidió” que esa fuera su condición.

Sin duda que los avances en la legislación actual del país han dado un marco legal para que, las personas que pertenecen a estas minorías puedan gozar de los derechos fundamentales. Estudio, trabajo, salud, inclusión, deberes cívicos, ya son espacios cada vez más compartidos por todos, cualquiera sea su “identidad autopercibida”. Sin embargo, más allá de estos avances, que no solo dan un marco legal sino que fundamentalmente visibilizan a estos grupos minoritarios, otorgándoles el derecho a vivir más dignamente, el proceso social y cultural se plantea lento y por lo visto, bastante difícil.

Cada uno puede pensar como quiera, y seguramente tendrá influencia en sus apreciaciones su formación, su crianza, su religión y sus vivencias. Lo que se plantea prioritario y elemental es el esfuerzo que cada uno debería hacer por cultivar el respeto hacia los otros. No se trata de “tolerancia”, porque el tema no es “soportar” al que es diferente, se trata de comprender que “el otro o la otra” es una persona que, como nosotros, tiene derechos y obligaciones, merece una vida normal, y puede ser más bueno o más malo independientemente de su inclinación sexual.

No es la intención de esta editorial aportar los elementos que fundamentan la homosexualidad como una condición que no se elige, sino que se siente, como la heterosexualidad. La intención es promover el respeto mutuo para un crecimiento personal y social, que debería darse en cada espacio en el que habitualmente estamos. Obviamente que las instituciones, como la escuela, y los medios de comunicación deben ser referentes y por qué no orientadores en este proceso social.

La implementación de las leyes que garantizan derechos es un gran avance, pero aún queda mucho por trabajar, incluso en algunos espacios donde aparentemente hay aceptación y respeto, pero donde también se trasluce cierto morbo, exponiendo a personas con diferentes inclinaciones sexuales casi como un fenómeno que asegura el aumento del rating o de las ventas. En estas situaciones, no solo son las mayorías las que deben fomentar el respeto sino también los protagonistas de estas minorías, revalorizando su aporte y su vida en la comunidad, despegando de arquetipos que, envueltos en una lógica de exclusión y mercantilismo, solo han fomentado la falta de respeto y marginalidad.

Sin duda que crecer en este sentido es uno de los grandes procesos que debemos ir recorriendo. Grandes pasos se han dado, lo que asegura un marco legal para evitar atropellos o injusticias. Pero la construcción del día a día es responsabilidad de todos, sabiendo que una sociedad más respetuosa e igualitaria será más feliz para cada uno de nosotros.