La seguridad es uno de los temas más candentes en la agenda política de nuestros días: autoridades, funcionarios, candidatos, jueces, fiscales, todos, absolutamente todos, se disputan ante lo mediático el marco de las responsabilidades en relación al tema. Desde el oficialismo se insiste en que son muchas las cosas que se hacen, desde la oposición (que por cierto fue oficialismo hace unos años y tuvo la responsabilidad de la seguridad) se insiste en que la situación es nefasta y no se hace lo suficiente, la justicia arroja las responsabilidades sobre el poder político y a su vez el poder político aduce que la justicia no hace lo suficiente. Vale preguntarse ¿De quién es la responsabilidad de la seguridad? ¿Quiénes son los actores involucrados en el tema? ¿Por qué se torna cada vez más necesario abordar la problemática desde una perspectiva amplia? Lo cierto es que hoy estamos ante el dilema de lo electoral, y la cosa para algunos parece desmadrarse y para otros la cosa parece mejorar. Pero a esto se le debe sumar el rol que medios de comunicación juegan, porque son éstos los que inevitablemente nos construyen el clima de la seguridad (o inseguridad).
No me parece oportuno entablar un debate sobre los datos en torno a la seguridad, no porque no lo amerite, sino porque creo necesario hablar desde los roles que cada uno jugamos. Lo cierto es que de la seguridad somos todos responsables, unos en mayor medida que otros, pero responsables al fin. Digo, por ejemplo, el robo de electrodomésticos en casas de familia, según los medios de comunicación pareciera ser una constante, ahora bien ¿Dónde son vendidos esos electrodomésticos que fueron robados? ¿A dónde está el mercado que sustenta esta actividad delictual? Posiblemente la respuesta está a la vuelta de la casa. Por ejemplo, si se roban de una balanza un almacén ¿Quién comprará esa balanza robada? Digo ¿a quién le hace falta una balanza de esas características? Lo más probable es que ese objeto vaya a parar a manos de otro almacenero, un tipo que labura honestamente, pero que con la justificación del “si no lo compro yo, lo compra otro”, se convierte en un responsable directo en la reproducción del círculo de la in-seguridad.
En relación al ejemplo anterior, no se puede negar que los sujetos de a pie tenemos nuestras responsabilidades, pero es sin duda claro que el rol de la política y la justicia es determinante. Por un lado la política debe trabajar fuertemente en diseñar “políticas” de Estado claras y concretas en pos de brindar mayor seguridad a sus ciudadanos. Pero no hablo simplemente de poner más policías en las calles, cámaras de seguridad o móviles policiales, hablo de políticas a largo plazo que garanticen la primera seguridad, que es la seguridad de que todos los pibes tengan un plato de comida en su casa, ropa para poder ir a la escuela y un techo digno. Digo, si garantizamos esa seguridad en la vida de las personas seguramente estaremos garantizando menores índices de inseguridad en el futuro. Por otro lado creo pertinente, en el marco de las responsabilidades políticas, destacar el rol de la escuela en tanto dispositivo de inclusión y primer eslabón en la lucha contra el delito. La escuela es el ámbito necesario donde se brindan las oportunidades a los sujetos, y si hablamos de seguridad, probablemente muchos de los delincuentes actuales, vieron vulneradas o reducidas sus oportunidades de una vida mejor. Si la escuela no ocupa ese rol y los docentes no se involucran de lleno en esta tarea, probablemente, por más policías y cámaras de seguridad los frutos no serán los mejores.
Por su parte, también la Justicia se encuentra en la mira de los problemas de seguridad, porque para gran parte de la sociedad los resultados no son los esperados. Difícil es poner en debate el entramado judicial, sobre todo porque el desconocimiento generalizado del Derecho nos lleva no solo a sacar conclusiones erradas, sino también a poner en duda derechos y garantías de los cuales todos somos beneficiarios. Me preocupa, en relación a la Justicia, el poco interés en dar a conocer sus actos (y la explicación de los mismos). Digo, por ejemplo, cuando en ocasiones vemos que un delincuente “entra por una puerta y sale por la otra”, valdría al menos una explicación del porqué de esa salida. Lo concreto es que este ámbito del Estado hoy está cuestionado desde diversos frentes, y es principalmente por esta razón que se vuelve cada vez más necesario trasparentar las decisiones y el porqué de ellas.
El tema Seguridad es un debate pendiente, que creo debe sacarse de la órbita de las coyunturas electorales y de los afiches de propaganda; y donde lo que también debe evitarse es la pretensión de resultados inmediatos por parte de la comunidad. La Seguridad es sin duda un problema que debe involucrarnos a todos, partiendo de la base que no hay posibilidad de seguridad ciudadana, en una sociedad donde primen las desigualdades sociales y el individualismo a ultranza. En fin, todos somos responsables, y es hora de que nos demos cuenta.
Prof. Rodrigo Hinojosa