La historia se repite con cierta periodicidad: llega la lluvia y por ende las condiciones de vida de una parte de la población, seguramente la menos favorecida, se ven afectadas considerablemente. Las chapas de las casas de asentamientos, los nylon, las maderas, no alcanzan a detener ese llanto de dios que en cuestión de minutos descarga toda su fuerza. Ni siquiera pensar lo que sucede si el asentamiento se encuentra a la vera de un arroyo o río, además de la descarga de lluvia y viento se suma el avance de la creciente, que cual la lógica indica, avanza según su cauce natural.
Lo cierto, es que en medio de una descripción de materiales afectados y casas desmanteladas producto de una lluvia o tormenta, existen familias: mujeres, ancianos, niños, hombres, afectados directamente por la acción de la naturaleza. Los menos favorecidos por este sistema, ahora encuentran en el trajín de sus vidas una naturaleza impiadosa. Allá irán, a deambular por áreas de ayuda social, a pedir por un nylon o una chapa; es posible que incluso, quien les dé alguna ayuda, se despache con un “otra vez vienen a pedir”, insensible absoluto de la situación.
Hace unos reglones hable de lo impiadoso que resulta un hecho natural para los más desfavorecidos, ahora bien ¿será el hecho de la naturaleza o serán las condiciones impuestas por un sistema las causantes de los males de varias familias en el Valle de Uco? ¿Cuál es el rol de los estados en medio de una situación de estas características? ¿Se puede llegar a prever algún tipo de solución en pos de mitigar el efecto de un hecho natural?
Los últimos días las tormentas afectaron de manera considerable nuestro Valle de Uco, el granizo y la lluvia se hicieron presentes. La crónica de los diarios centró sus relatos en las cuantiosas pérdidas de los sectores productivos, pérdidas que seguramente afectarán el desarrollo económico de nuestra zona, ni que decir de los principales afectados, los productores. Sin embargo nadie expuso cómo se vieron afectadas cientos de familias de asentamientos y casas precarias producto de las fuertes tormentas. Nadie habló de cómo repetitivamente los más desfavorecidos, producto de un sistema desigual, se ven afectados a causa de las tormentas. Y mucho menos, que esto seguramente tal vez no pueda evitarse, pero si, al menos, mitigarse.
Con nada de asombro descubrí que un asentamiento en Tupungato se vio nuevamente afectado por las tormentas, su cercanía con un arroyo lo vuelve más vulnerable aún, provocando que sus habitantes sufran los avatares de la naturaleza. Tupungato, el departamento que seguramente en términos de desarrollo económico, fue el que más creció en todo el Valle de Uco, registra un crecimiento importante en los asentamientos de emergencia, y una falta de vivienda alarmante. ¿Cómo es posible que en medio de los grandes emprendimientos vitivinícolas, se levanten estos sitios tan precarios, tan pobres, y sus habitantes estén expuestos de esta forma a los avatares de la naturaleza, a una inseguridad permanente, a un sufrimiento constante?
Tunuyán y San Carlos no escapan a esta realidad: en el contexto de un crecimiento económico considerable, se han multiplicado los asentamientos de emergencia. Lo que es peor, es que a lo largo de muchos años (indistintamente del color político que gobierna o gobernaba) nadie ha diseñado un plan en relación a estas necesidades. Los estados municipales, en lugar de pensar las áreas de desarrollo social como puntos estratégicos para mejorar la vida de las personas, solo las han usado como centros de asistencialismo y punterismo político, manejadas (gran parte de las veces) por gente de dudosa capacidad técnica para resolver los problemas sociales. En algunos, los más avispados, si han creado nuevas áreas, encargando a personas capacitadas en desarrollo social, la tarea de encontrar soluciones reales y duraderas a la cuestión social. Sin embargo las condiciones de desigualdad ya instaladas, casi de manera estructural, se tornan cada vez más difíciles de mitigar.
Los cierto es que la lluvia de los últimos días expuso en algunos lugares rasgos de una pobreza que debería dolernos a todos, sin duda que los mecanismos de compensación de desigualdades y los mecanismo de seguridad social de los últimos años han interrumpido una escalada ascendente de la pobreza y de las condiciones de desigualdad, sin embargo se torna cada vez más necesario que los estados municipales intervengan en la búsqueda de soluciones concretas y a largo plazo, partiendo siempre de la idea de incorporar entre sus filas al personal idóneo para esta tarea. Pero además es necesario que frente al real crecimiento de la economía, al menos en el Valle de Uco, los capitales que se instalen además de obtener pingües ganancias vuelquen parte del usufructo al pueblo en el que están insertos, seguramente para esto va a ser necesario que el Estado intervenga nuevamente.
Por: Rodrigo Hinojosa