“El peor analfabeto es el analfabeto político: el que no ve, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. El que no sabe que el costo de la vida, el precio de los garbanzos, del pescado, de la harina, del alquiler, del calzado o de las medicinas, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece e hincha el pecho diciendo que odia la política. No sabe el imbécil, que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, el asaltante y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales” (Bertolt Brecht 1898-1955).
¿Cuántos políticos corruptos y vendepatrias conocimos los argentinos a lo largo de la historia? Onganía, Videla, Galtieri, Menen, Cavallo, entre otros tantos, que avalaron la represión, la muerte y la privación de los derechos fundamentales. Que promulgaron políticas, decisiones y leyes que favorecieron a las empresas multinacionales y a la oligarquía argentina, mientras la mayoría de los argentinos empobrecieron.
El 1 de marzo del 2013, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner habló por cadena nacional y detalló el proceso de políticas que ha generado gran parte del desendeudamiento con otras naciones y empresas internacionales, el fortalecimiento de la industria nacional que proporciona trabajo y genera un círculo virtuoso de consumo, y el crecimiento del mercado y la economía regional principalmente a partir del Mercosur. La mandataria también hizo hincapié en la búsqueda de la recuperación de las Islas Malvinas Argentinas mediante el diálogo, la concientización y la demanda de justicia expresada ante el mundo, y el apoyo de muchas naciones. Del mismo modo destacó las políticas esclarecedoras para con la Justicia argentina, exigiendo requisitos específicos y procedimentales para quienes se encargan de administrarla y sancionarla.
El discurso se desarrolló alrededor de tres horas, con un desenvolvimiento profesional y un notable alto coeficiente intelectual. Fue alentador para millones de argentinos/as que han apoyando el modelo y para los que empezaron a abrir los ojos y actualmente se sienten identificados con el trabajo de la mandataria.
Mientras tanto, en las redes sociales más visitadas por la comunidad se encontraron escritos con una notable furia, bronca, ignorancia y, por qué no, “analfabetismo político”. Las frases, entre otras, decían cosas como “Cristi la rpmqtp quiero ver la novela”; “dos horas hablando…la odio”; “no deja de mentir, encima se tira laureles ella sola, como la detesto”; “en el cielo las estrellas, en el campo las espinas y en la tele de argentina la conch… de Cristina”, “gracias Disney, me salvas de escuchar a la presidenta”.
Volviendo a la reflexión de Bertolt Brecht citada al comienzo de este escrito, enlazando la frase con la historia de la República Argentina, el discurso de la presidenta Cristina y los dichos que aparecieron en la red social, sólo puedo resaltar que las críticas deberían invitar a la reflexión. El desacuerdo ideológico es válido y puede enriquecer la vida en democracia, pero la agresión, la falta de respeto y la violencia, no solo ofenden sino que principalmente degradan al propio ejecutor de esos actos. Sin embargo, lo más peligroso, es lo que menciona Brecht, “la ignorancia política”, disparador y acrecentador de los males de una sociedad. Un discurso como el que dio la presidenta Cristina, indistintamente de si se está en contra o a favor, debe ser un disparador, una invitación a tomar los desafíos de leer, preguntar, comparar, indagar, debatir, cuestionar, volver al pasado, pensar en el presente y visualizar el futuro que queremos para nuestro país. Un juicio prematuro, vacío de reflexión, de conocimiento, cargado de un importante odio, no nos conducirá por un buen camino. Se puede estar de acuerdo o no, lo que no se puede es ser un analfabeto político.
Por Facundo Romo