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EDITORIAL: ¿Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen?

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Por Juan Jofré

Los jóvenes españoles han tomado las plazas de casi todas las ciudades y pueblos de su país. Algunos medios argentinos no lo muestran, otros nos presentan el tema como una “sorpresa”, como algo inentendible. Nadie lo explica. Nuevamente la hegemonía de los usureros de la información y la comunicación pretenden ocultar las “malas noticias” de los “siempre perfectos” europeos.

Los “indignados” piden reformas políticas para que los partidos y las elecciones permitan que los jóvenes tengan representantes, y para que los elegidos representen realmente a su pueblo y defiendan sus intereses. Señor lector… ¿No le suena extraño que en un país “desarrollado”, “perfecto”, “modelo” de “primer mundo” suceda esto? Pues a mí no, porque esta historia ya la he visto… y usted también.

¿Se acuerda cuando en nuestro país los gobernantes prefirieron defender a los Bancos y no a los ciudadanos? ¿Recuerda cuando durante toda la década del noventa ganaban millones los millonarios y los capitalistas extranjeros mientras la industria nacional desaparecía, se congelaba el mercado interno y crecían de a mil por día los desocupados? Haga memoria amigo lector… ¿No se acuerda usted de las medidas de ajuste y achicamiento del Estado? ¿La disminución del 13% de los salarios públicos?

¿La brutal represión policial  a los manifestantes?

Es verdad que cuando los que manejan las herramientas del Estado no deciden a favor del bien común, tarde o temprano el soberano explota, recordando que el poder es del pueblo, los ciudadanos despiertan y reclaman. Tanto los de acá como los de allá.

También es verdad que los que protestan ahora son los que habían estado demasiado entretenidos comprando y comprando, consumiendo y consumiendo, dejando a la política en manos del que tenía mejor cara o hablaba más bonito. Ahora reclaman que no tienen lugares. Pero hasta hace un tiempito no querían tener lugar, porque pensaban que la política era sucia y que todos los políticos son iguales. Los que ahora reclaman eran hasta antes de la crisis ciudadanos adormecidos en las comodidades de una cultura individualista, posesiva y competitiva. Bienvenidos al despertar.

Pues ahora los jóvenes españoles están entendiendo lo que la mayoría de nosotros ya entendimos hace un tiempito en la Argentina: la democracia no es relajo. Sin participación activa de la ciudadanía (militancia), la democracia se deforma haciéndose formal, perdiendo sentido y contenido.

También es verdad que los medios masivos españoles, propiedad de los grandes capitales conservadores, incitaban a los jóvenes a sumarse a la rebelión. Cosa extraña ¿no? No tanto. Las elecciones estaban cercanas y esta revuelta benefició al mal llamado Partido Popular, la derecha más reaccionaria y conservadora de España. En cierta manera los medios utilizaron a los jóvenes para que la derecha obtenga mejores números en las elecciones. Eso sucede precisamente porque se trata de una ciudadanía sin militancia, sin participación activa. ¿Le suena a Argentina 2001?

Lógicamente los grandes medios de acá no mostraban esto. Porque ellos jamás van a querer alentar la participación ciudadana, sino el encierro, el miedo y el sálvese quien pueda. Ellos también nos viven diciendo que los argentinos somos inferiores, corruptos, violentos. ¿Ahora dirán que esta crisis la han generado los miles de argentinos que se fueron a vivir a España en las épocas difíciles de nuestro país? Además estos medios nunca anunciaron que el 90% de los que se fueron ya volvieron. Claro, eso sería dar buenas noticias de acá, y eso jamás lo harán.

Señor lector, espero que nunca más olvidemos esto: la política no es mala palabra, no es una porquería… es la herramienta que tienen los pueblos para construir su propia historia. La política bien entendida es el único camino para conseguir una cultura solidaria que pueda reconstruir los lazos de cooperación de la sociedad y supere el  egoísmo de creerse mejor que los demás por tener más o mejores bienes materiales, obligándonos a competir con el otro y ver en los demás a un potencial enemigo.

Le vuelvo a preguntar: ¿Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen?