Ayer, el presidente de Estados Unidos, pateó el tablero y mediante Twitter -su clásica herramienta- anunció que volverá a cobrar aranceles a la Argentina y Brasil por importaciones de acero y aluminio.
Tal anuncio, motivó la reacción del próximo gobierno electo de Alberto Fernández, que pediría que la medida quede sin efecto.
“Brasil y Argentina han estado presidiendo una devaluación masiva de sus monedas. Lo cual no es bueno para nuestros agricultores. Por lo tanto, con vigencia inmediata, restableceré las tarifas de todo el acero y aluminio que se envíe a los EE.UU. desde esos países”, anunció el mandatario desde su cuenta de Twitter. Sobre esto, agregó: “La Reserva Federal también debería actuar para que los países, de los cuales hay muchos, ya no aprovechen nuestro dólar fuerte al devaluar aún más sus monedas. Esto hace que sea muy difícil para nuestros fabricantes y agricultores exportar sus productos de manera justa”.
En este marco impactante, fuentes del gobierno electo señalaron ayer a BAE Negocios -en forma escueta pero categórica- que “seguramente se pedirá a los Estados Unidos que retrotraiga su injustificada decisión”, una medida que aporta confusión para los planes industrialistas de la nueva gestión. En forma paralela, en una muy tibia reacción, el canciller Jorge Faurie mantuvo un diálogo telefónico con el secretario de Comercio de los Estados Unidos, Willbur Ross, para empezar a destrabar los aumentos de aranceles. En tanto, el Ministerio de Producción y Trabajo sólo indicó que “el Gobierno inició las gestiones con Estados Unidos para obtener mayores detalles sobre la medida que restablece los aranceles”.
Durante el desarrollo del Council of the Americas, el próximo canciller Felipe Solá aseveró: “No sabemos cuál fue la razón de la decisión, podemos especular”. Tras ello, expresó: “aún no sabemos de cuánto van a ser los aranceles” y deslizó una crítica hacia Trump por ser medidas “sin previo aviso”. Solá aludió a la relación de Brasil con China al señalar que “hay una empresa brasileña de capitales chinos” que “juega” fuerte en el mercado del acero y el aluminio. “No hablamos con Brasil ni con los Estados Unidos. Hasta ahora sólo me comuniqué con las empresas damnificadas”, se limitó a manifestar.
La movida tampoco parece estar desconectada del inminente comienzo del nuevo Gobierno, más si se tiene en cuenta que la devaluación ocurrió en agosto, por lo que el argumento de Trump es como mínimo extemporáneo. Y ocurrió luego de que Brasil participara recientemente de la cumbre de los BRIC junto a China, Rusia e India.
Representantes de la Unión Industrial Argentina (UIA) no se quedaron atrás y alertaron que los aranceles de Trump perjudicarán a la industria. Fue el caso de José Urtubey, quien criticó que “hasta los más neoliberales del mundo juegan una política arancelaria”. El 31 de mayo de 2018, Argentina logró quedar exceptuada de los aranceles a la importación de acero (25%) y aluminio (10%). El acuerdo estableció cupos de exportación libres de arancel con un tope de 180 mil toneladas anuales. Ese acuerdo posicionó a Argentina entre los pocos países que, junto con Australia, Brasil, Canadá, México y Corea del Sur, consiguieron algún tipo de excepción.
Durante el 2018, las exportaciones argentinas de acero y aluminio a Estados Unidos alcanzaron los US$700 millones, cumpliendo con prácticamente la totalidad del volumen asignado en las cuotas. En lo que va del 2019, hubo ventas por más de US$520 millones.
El mandatario electo estuvo reunido la semana pasada con el embajador estadounidense Edward Prado, en las oficinas de Puerto Madero, sin que surgieran pistas sobre la movida de Trump.
Fuente: Bae Negocios