Pregunta: «Tengo hace tiempo dolores de cabeza y bajones depresivos. Tomé antidepresivos pero no me sirvieron. El médico me dice que es porque soy celíaca, aunque los análisis me dan normales y sólo me dio una dieta. ¿Qué le parece?»
Silvia Febbri, Resistencia
De manera silenciosa y sin saberlo, muchas personas padecen de síntomas gastrointestinales y extraintestinales por tener intolerancia al gluten, aunque se haya descartado que sufran de enfermedad celíaca.
Precisamente, se denomina sensibilidad al gluten no celíaca (SGNC) a los síntomas cuyas manifestaciones se atribuyen ligeramente a un colon irritable pero que se deben, en realidad, a que sus células intestinales no toleran el gluten aunque los estudios de laboratorio no logren detectar esa intolerancia.
U. Volta y R. de Giorgio (en Nat. Rev. Gastroenterol. Hepatol., 9, 2012) hicieron una descripción de esta especial sensibilidad cuyos síntomas más frecuentes se reflejan a nivel intestinal(dolor abdominal, distensión abdominal, flatulencia, diarrea o constipación) pero remarcando –como muy importante– que también son muy comunes síntomas que se expresan en otras áreas del cuerpo y cuyos orígenes muchas veces se atribuyen a otras causas.
Entre ellos mencionan cansancio, dolor de cabeza, embotamiento para pensar con claridad, ánimo depresivo, molestias articulares y calambres en manos y pies, síntomas que suelen atribuirse al estrés o a conflictos y tensiones psicológicas.
La relevancia de la SGNC ha determinado que ya no sólo el mundo médico estudie esta entidad sino que muchos medios de comunicación se dediquen a alertar sobre ella, apuntando a un culpable: el gluten.
Esto aumentó de manera notable la venta de productos sin gluten con el apoyo de los partidarios de la medicina natural que señalan la incapacidad del organismo humano para digerir las proteínas del trigo, base de la alimentación en muchas partes del mundo.
El gluten en realidad es una proteína que está presente no sólo en el trigo sino también en la avena, la cebada y el centeno (la avena parece no ser responsable pero puede llegar a contaminarse en la industrialización de los otros productos).
El gluten contiene dos aminoácidos llamados glutamina y prolina, y en ciertos individuos susceptibles el intestino no tiene las enzimas necesarias para separar ambos componentes, lo cual origina el trastorno.
Es decir, no es el gluten per se sino los aminoácidos que no se pueden digerir y atraviesan intactos la barrera intestinal causando la reacción del sistema inmune que genera una respuesta inflamatoria en todo el organismo.
Cuando el invasor es un virus o una bacteria el cuerpo los elimina por medio de la producción de anticuerpos, pero no ocurre lo mismo con los aminoácidos del gluten ya que continúan llegando de manera constante a través de la dieta, resultando así un invasor imposible de derrotar.
La importancia entonces es que no sólo el intestino reacciona sino que la inflamación es la base fundamental de importantes trastornos cerebrales, como la enfermedad de Alzheimer, el Parkinson o la depresión, entre otros posibles.
El cuerpo humano es una máquina compleja y perfecta cuya característica es su capacidad de regularse a sí mismo en la búsqueda de un constante equilibrio.
Sin embargo, con ciertas elecciones alimentarias se altera esta regulación y se termina en la enfermedad.
(fuente: Diario Clarín)