Los dos principales responsables del programa argentino en el Fondo Monetarion Internacional (FMI), Alejandro Werner y Roberto Cardarelli, aterrizarán mañana en Buenos Aiares para medir la nueva coyuntura que dejaron las primarias presidenciales, evaluar con el Gobierno las últimas medidas económicas, y empezar a definir el futuro del préstamo por US$ 56.000 millones, única línea de financiamiento externo activa que le queda al país.
El viaje de Werner y Cardarelli está signado por el cambio de Nicolás Dujovne por Hernán Lacunza al timón de la economía, y el nuevo escenario político tras las primarias presidenciales, que dejaron al candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, como un virtual presidente electo, favorito para ganar las elecciones del 27 de octubre próximo.
Werner y Cardarelli se reunirán con el equipo de Lacunza, y también verán a los «asesores económicos» de Fernández y el resto de los candidatos, indicó un vocero del Fondo.
Cardarelli, jefe de misión para la Argentina en el FMI, tenía previsto viajar para realizar la quinta auditoría del programa, que abarcaba las metas fiscales del segundo trimestre, que el Gobierno cumplió, y el avance del programa monetario, que estaba encaminado. Con eso, el Gobierno descontaba recibir el próximo giro previsto para septiembre, por US$ 5400 millones.
Pero las primarias cambiaron los planes. Le propinaron un «palazo» al presidente Mauricio Macri, tal como él mismo lo graficó, y ofrecieron un amplio rechazo a la política económica, ungida por el Fondo con el mayor préstamo en la historia del organismo. El último castigo de los inversores a los activos argentinos llevó el dólar cerca de los $60 y pulverizó el valor de los bonos de la deuda, estacionados en terreno de default. Ese derrape complicó el plan con el Fondo. El último informe de Cardarelli advertía que el plan enfrentaba «significativos riesgos», y que la sustentabilidad de la deuda permanecía «altamente vulnerable» a golpes del mercado.
El futuro del programa quedó bajo un manto de incertidumbre. La auditoría quedó, por el momento, pendiente. La principal inquietud es qué ocurrirá con esa tarea, de la cual depende en última instancia el próximo giro por US$ 5400 millones, crucial para sostener la estabilidad de la economía en los próximos meses. El Gobierno y el Fondo, se prevé, buscarán encauzar esa discusión y mantener con vida el programa, una tarea a la que comenzará a abocarse, desde mañana, Lacunza y su equipo junto a Cardarelli.
En el Gobierno tomaron el viaje como una buena señal, y confían en que el Fondo aprobará el próximo desembolso.
En Washington, analistas coinciden, y ven voluntad para llegar a un acuerdo. Hay quienes ven a la Argentina como un caso «too big to fail». El Fondo, recuerdan, quedó muy involucrado en el país como para retirarse: otorgó el mayor préstamo de la historia, y aún debe cobrarlo. Y apuntan, también, a las eventuales consecuencias políticas de una salida del Fondo en medio de las elecciones.
Pero, así y todo, nada está garantizado hasta que el board da su visto bueno.
«Tienen que hablar de qué pasa con las medidas anunciadas. La situación actual no se dio porque hubo un cambio de políticas, es un tema de confianza. El Fondo está dispuesto a sentarse con el Gobierno y ver bien todos estos detalles», dijo Sergi Lanau, del Instituto Internacional de Finanzas, quien trabajó en el Fondo.
«Al final, va a haber acuerdo. Pero estas situaciones son siempre inciertas y complicadas. Encontrarán una forma de que haya acuerdo», indicó.
Héctor Torres, quien ocupó la silla de la Argentina en el FMI durante el kirchnerismo y los primeros años de la presidencia de Macri, ve el viaje como una buena señal.
«Si ellos van a Buenos Aires y anuncian que el programa no sigue, eso, evidentemente, a tan pocos meses de las elecciones sería una actitud bastante complicada. Tengo la impresión de que el FMI va a tratar de poner paños fríos», indicó Torres.
«Creo que existe la mejor buena voluntad para evitar un default. Si no llega el desembolso del 15 de septiembre, la plata para pagar los vencimientos la podés sacar del Banco Central, pero puede haber una corrida contra el dólar o los depósitos, justo en medio del proceso electoral. Van a tratar de calmar la pelota y poner paños fríos», insistió.
Monica De Bolle, antigua funcionaria del Fondo y analista del Instituto Peterson de Economía Internacional, dijo que se sorprendería mucho si el Fondo decide postergar el próximo giro.»Es muy difícil para el Fondo retirarse en este momento. Todo lo que van a hacer es ir allí, decir que se han cumplido los objetivos y eso es todo. El Fondo tendrá que superarse a si mismo», afirmó.
«Me sorprendería mucho si deciden que pospondrán la reunión del board, lo que significará posponer el desembolso. Se vería muy mal justo antes de una elección. Imaginá que el Fondo dice que no van a desembolsar un mes antes de las elecciones. No va a suceder», vaticinó.
Fuente: La Nación