El estrés es una sensación y padecimiento que todos los seres humanos tenemos para poder adaptarnos y movernos en el mundo . El psicólogo Mariano Montoya explica que solo los muertos y los psicópatas no sientes estrés. Pero qué ocurre cuando el estrés domina la mayor parte de nuestro día a día y cómo podemos escapar de él.
En esta nota, el especialista nos explica todo acerca de este estado de cansancio mental y cómo la relación con otras personas puede ayudar a relajarnos.
«CUÁNTOS PERROS NOS PUEDEN LADRAR EN LA CABEZA» / Por Mariano Montoya
¿Cuando ha sido la última vez que te has visto superado, agobiado, sintiendo que los problemas no tienen solución o que tiene una difícil y esta a la vez la sientes lejana o miraste aterrorizado el teléfono por todos los mensajes y llamadas? En este primer texto quiero hablar del estrés.
El estrés es un estado de sobre-activación que puede repercutir en la mente o en el cuerpo, es un sobreesfuerzo para hacer algo para bien o para mal. Si uno investiga en Internet o lee un poco de este tema se da cuenta que es una pandemia mundial de la cual nadie puede escapar, es un problema que nos afecta como seres humanos. En síntesis todos sufrimos estrés ya que tenemos que tener estrés, es un estado de sobre-activación natural para poder adaptarnos y movernos en el mundo. Solo los muertos y los psicópatas no tienen estrés. Este es necesario para huir de los perros que nos acechan en la actualidad. El problema es cuando este estado de sobre-activación natural es continuo. Es como si nos siguiera un perro mientras vamos en bicicleta, eso nos estresaría en el momento de la persecución pero lo esperable es que después de esa situación la sensación desapareciera. En cambio el estrés es precisamente eso, pensar que el perro, simbólicamente hablando, nos sigue persiguiendo para mordernos aunque ya no este detrás de nosotros. Pero pensemos, porque si uno piensa lógicamente si nos persigue un perro hay dos opciones: o huimos del perro y se acabo el estrés o nos mordió y también se acabo el estrés. Clara lógica quizás más para un animal que para el pensamiento humano, ya que los humanos funcionamos diferentes por eso somos los únicos mamíferos que tenemos ulcera en el estomago.
En los tiempos actuales hay muchas cosas que son desbordantes, lo que hay que repasar es cómo podemos gestionar todos estos estímulos. Pero no hay que reconocer solo las cosas malas como generantes del estrés. Tener un hijo, una reconciliación, casarse, la compra de un auto, un asenso laboral cosas que consideramos buenas nos provocan estrés, no solo los divorcios o la muerte de un ser querido.
Un gran problema del estrés es que cuesta reconocerlo, es muy invisible, a veces la lluvia de estímulos es cotidiana y al volverse cotidiana uno piensa que es así, que el mundo es así, se naturaliza. Además es normal que cuando siento que hay un perro que me va a morder lo esperable es que me olvide de todo los demás, de comer, de mí (cuerpo, mente, alma), de los afectos etc.
Los seres humanos somos finitos en el sentido que nos morimos pero también en la capacidad de procesar. Por ejemplo tenemos un limite de atender llamadas y mensajes y mails. Pongo este ejemplo como uno de tantos que se pueden nombrar porque este es uno de los más factibles de reconocer, como uno de los mas cotidianos. Aunque sea virtual es una demanda a nuestra mente y cuerpo y ahí podemos caer con una ulcera o sentir “la indefensión”, aquella sensación de que nada de lo que haga va cambiar la situación, esto mucha veces lleva a la depresión.
Nosotros, las personas, podemos tolerar muchas cosas, tragedias, muertes, casamientos, nacimientos siempre y cuando apreciemos que tenemos algo de control sobre lo que sucede, pero no podemos tolerar cuando todo esta fuera de nuestro control. La expresión ‘estoy desbordado’ es algo que escucho muy a menudo y lo desbordado es que no hay borde, que no hay limite y si no está este elemento tampoco hay contención.
Una de las formas de gestionar y combatir el estrés, y digo gestionar ya que el estrés siempre va habitar en nosotros, es empezar a realizar cosas donde tengas tú el control, que no dependa de la relación con el otro, digo otro como la relación con el mundo. Poder recuperar el control con pequeñas cosas hace que el estrés disminuya, por ejemplo andar en bici, caminar, realizar arte en cualquiera de sus formas es muy aconsejable ya que uno tiene el control de toda la obra. Otro de los caminos es hacer una sola cosa a la vez, manejar o hablar por teléfono más allá del riesgo que implica a nivel vial, genera estrés en las personas. No somos multitareas como una computadora, somos personas con limitaciones.
Compartir con otro es una de las mejores formas de gestionar el estrés, la gran imponencia del mundo actual es el individualismo, la competencia, el autoservicio, los libros de auto ayuda. Hay que empezar a ver al otro como alguien con el que podemos compartir mutuamente un momento agradable, no como una competencia.
Recuerdo la conversación con un cardiólogo que me comentaba que aconsejaba a sus pacientes que anduvieran en bicicleta o realizaran algún deporte para sus dolencias cardiacas. El inconveniente es que sus pacientes empezaban a competir en la actividad que realizaban y terminaban con más problemas cardiacos.
Las relaciones con el otro se han vuelto competitivas y no agradables. Otras de las representaciones erróneas de combatir el estrés es por ejemplo: ver una serie completa de netflix en una tarde. Esto no elabora el estrés, no nos hace ver ese problema desde otra perspectiva, solo nos hace olvidar por un momento mientras dura la serie.
En el contacto con el otro se realiza una elaboración, hay un diálogo, una ida y vuelta, por eso es muy necesario para disminuir el estrés poder relacionarme con otros no solo de forma productiva o competitiva si no de forma recreativa y solidaria. Los lazos sociales son esenciales para los seres humanos desde la primera mirada del bebé a sus progenitores hasta la mano que sostiene al enfermo antes de partir.
Mariano Montoya
Psicólogo Social
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