Convocada por las dos CTA, la protesta tuvo la adhesión de varios gremios de la CGT. Los discursos priorizaron el llamado a la unidad para enfrentar las políticas económicas del macrismo. Fue la culminación de tres días de marchas por todo el país.
“Unidad, de los trabajadores”, coreaban desde la Plaza de Mayo. Hugo Yasky, secretario general de la CTA de los Trabajadores, recogió el guante desde el escenario. “Este acto solo fue posible con esa unidad. No hubiera sido igual sin los compañeros de la CGT. Este acto marca un nuevo momento de la confluencia del movimiento sindical con los movimientos sociales, con el movimiento estudiantil, con los organismos de derechos humanos, los pequeños productores, los trabajadores informales. Unidad con organizaciones de izquierda, con los cooperativistas. Este es el mapa del campo popular que el neoliberalismo quiere roto, dividido. Pero si construimos unidad para la lucha, por la justicia social y la emancipación, somos invencibles. Y hoy es ese día. Somos protagonistas de un cambio profundo porque este pueblo no se arrodilla ante el poder económico y la represión”. Le hablaba a una plaza llena, que rebalsaba, con gente que había marchado tres días desde distintos lugares del país y que, efectivamente, pertenecía a agrupaciones con distinta identidad pero que, tras ocho meses de gobierno de Mauricio Macri, había coincidido en rechazar las políticas económicas aplicadas por el PRO. Las 120 organizaciones convocantes propusieron que todas las centrales sindicales confluyan en un paro nacional contra el ajuste, el tarifazo y el desempleo y llamaron a movilizarse el 16 de septiembre, cuando se realice la audiencia pública por la suba de tarifas.
Desde la mañana, la ciudad de Buenos Aires se había ido poblando con las columnas que llegaban de todo el país. Habían salido el miércoles desde Jujuy, Posadas y Formosa, Mendoza, Esquel y Comodoro Rivadavia. Y se habían agrupado ayer en La Matanza y Avellandea. A esta Marcha Federal se le fueron sumando durante la jornada organizaciones sindicales, sociales, estudiantiles, políticas y de derechos humanos. También Pymes, cooperativas, fábricas recuperadas, trabajadores de la economía popular. Todos se agruparon bajo la consigna de “un pueblo movilizado para terminar con el tarifazo, los ajustes y los despidos”. Caminaban mujeres y hombres, jóvenes y viejos y niños pequeños iban en cochecito. Con pecheras y sin ellas. Con mochilas, termos, bombos y hasta trompetas. Los organizadores calcularon que participaron 200 mil personas.
Convocada por las dos CTA (la de los Trabajadores, que encabeza Yasky y la Autónoma, de Pablo Micheli) la movilización logró la adhesión de varios gremios de la CGT. En la esquina de 9 de julio y Bernardo de Irigoyen se congregaron los trabajadores de Comercio de capital, los de Dragado y Balizamiento, de Juan Carlos Schmid, la Unión del Personal Superior de Empresas Aerocomerciales, los Trabajadores de la Manufactura del Cuero y afines y –entre otros– los Trabajadores del Peaje, con sus camperas con la leyenda “Facundo Moyano conducción”. Las banderas verdes se mezclaban con las celestes de Suteba, La Cámpora y el Movimiento Evita, que llegaban por la avenida desde Constitución. También había una roja de MILES, una amarilla del Movimiento de Unidad Popular y muchas, muchísimas más. Nuevo Encuentro, Kolina, Martín Fierro, La Corriente de la Militancia, La Bancaria, UOCRA, CTERA, Suterh, ATE, MST, la Asociación de Mujeres Meretrices, centros de estudiantes de todo tipo y de todos lados. La lista de las agrupaciones era enorme. Además de banderas, había una infinidad de pequeños carteles caseros, hechos con cartulina y marcador, en los que se leían frases variadas. “Macri pará la mano”. “Mercado libre = gente encerrada”. “Libertad a Milagro Sala”.
El escenario fue otra muestra de esa unidad en la diversidad. También estaba lleno. Además de Yasky y Micheli, estuvieron, entre otros, Facundo y Pablo Moyano, Omar Plaini, de los Canillitas, Juan Pablo Brey, de Aeronavegantes, Roberto Baradel, de Suteba, Víctor Santa María, del Suterh, Eduardo López, de UTE, Sergio Palazzo, de La Bancaria, el diputado Edgardo Depetri y el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi. Un lugar destacado fue para las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo como Estela Carlotto, Taty Amleida, Lita Boitano, Laura Conte y Alba Lanzilotto, que fueron saludadas con el tradicional “el pueblo las abraza”.
Un grupo de alumnos de una escuela de Santiago del Estero abrió el acto. Dos chicas cantaron Himno de mi Corazón, de los Abuelos de la Nada y luego el Himno Nacional, acompañadas por una orquesta juvenil cuya continuidad está amenazada debido a las políticas del macrismo. “Le queremos decir al ministro que un santiagueño sí puede ser Presidente. Lo dice el artículo 89 de la Constitución. Sería bueno que la lea de vez en cuando”, le dedicaron a Adolfo Prat-Gay, quien había dicho que “no vaya a ser que en 2020 estemos hablando de Fulano de Tal, que vino de Santiago del Estero y se quedó con todo el poder”.
Daniel Catalano, de ATE Capital, fue el primer orador. Con una campera con la bandera venezolana y una pechera de su gremio, leyó una carta enviada por la líder de la Tupac Amaru, Milagro Sala, que está presa desde enero en Jujuy. Catalano le contestó a quienes criticaron la movilización por “destituyente”: “Los que estamos desestabilizados somos los laburantes, nos desestabilizaron la vida. No hay nada más democrático que los trabajadores peleando por sus derechos”.
Entre los dirigentes gremiales del palco las mujeres eran franca minoría, pero cinco militantes, una por cada columna del interior, fueron las encargadas de leer el documento elaborado en conjunto por las organizaciones convocantes. Allí se hizo un diagnostico de la situación del país (aumento del desempleo, baja del poder adquisitivo de los trabajadores, aumento de la represión) y se habló de la “unidad de articulación popular” y “confluencia” contra la restauración neoliberal que representa el macrismo. “Por cada minuto de tregua habrá un desocupado más”, afirmaron antes de pedir que todas las centrales sindicales convoquen a un paro.
“Más temprano que tarde vamos a construir el paro nacional”, dijo a su tuno Micheli. El dirigente de la CTA Autónoma también hizo un llamado a la unidad: “Hay que dejarnos de joder con el sectarismo. Sin perder la identidad, porque cada uno tiene su historia. Las discusiones hay que darlas en la calle codo a codo. O hay unidad y vencemos o nos desunimos y nos derrotan”. Durante su discurso, Michelli le respondió al ministro de Trabajo, Jorge Triaca, quien había dicho que la movilización tenía “tintes políticos e ideológicos”. “Sí, los trabajadores tenemos ideología, pensamos, sentimos y luchamos por una patria liberada, no queremos ajustes, esa es nuestra ideología. El equipo económico debate si ajuste violento o gradual: ajuste las pelotas”.
El llamado a un paro estuvo presente en todos los discursos y también en la plaza, donde se coreaba “paro general”. Los dirigentes dejaron claro que está en el horizonte, pero también dieron a entender que no lo acelerarán, porque en este momento privilegian la construcción colectiva y la posibilidad de sumar a todas las centrales. Pablo Moyano, que no estuvo entre los oradores pero habló con la prensa, afirmó que en el próximo confederal de la CGT, que se realizará el 23 de septiembre, varios gremios, incluido el suyo, van a reclamar el inicio de un plan de lucha.
Yasky dijo que “por abajo está creciendo cada vez más la unidad entre la CGT y la CTA”, lo que hace que estén en camino de construir un sujeto colectivo para enfrentar al gobierno. Y que las dos CTA deben reunificarse como hizo la CGT. “Hay que seguir el ejemplo, hay que buscar ese momento”, señaló. También le retrucó al Presidente, que aludió a que los trabajadores ponen “palos en la rueda”. “Nosotros queremos sacar los palos de la rueda que pusieron en nuestros salarios”, afirmó y llamó a reabrir las partitarias.
“El mercado interno se está retrayendo. Hay recesión, no tenemos plata para ir a comprar, compramos lo mínimo, las empresas cierran, los empresarios echan a trabajadores, no tenemos plata para comprar y al final cierran la persiana. Ellos creen que a largo plazo los precios van a bajar si bajan los salarios, pero eso es querer curar la presión metiendo a una persona en el freezer: la presión baja, pero la persona se muere. No queremos eso para el mercado interno”, afirmó. Cerró entre aplausos y papelitos celestes y blancos. Enseguida se escuchó por los parlantes una canción de Attaque 77: “Podrán pasar mil años, verás muchos caer, pero si nos juntamos no nos van a detener”.
(Fuente: Página 12)
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