A continuación le mostramos que los directores y veedores del suceso en disponer a manos del lector han quedado rendido a la orilla de un trono de sillones decorados por lo más glamoroso del blanco papel higiénico usado, las bolsas multicolores y unos suaves cartones de maple de huevo.
En el aire de sus olfatos le revolotean los aromas repugnantes e impasables al estómago humano, y en su mente brilla el diseño de “la película repetida” en estos puntos fuertemente turísticos a nivel mundial. Puntos que señalan el nivel de desigualdad social, la desorganización en precios y edificaciones, el mal uso de los residuos y otras inclemencias que son puestas a jugar a las escondidas en la maqueta del comercio internacional.
Los héroes de esta filmación literaria son muchos, además no son de fantasías, los héroes son descuidados y golpeados por una sociedad que segrega. Ellos forman y moldean una máscara de basura que encamina la pasarela externa del folleto comercial y turístico. Son mudos desde nacimiento, son jefes de la nada, son y no son incluidos en el baño de tal y cual playa diseñada para extranjeros. No tienen más recursos que construir chozas de palmas y bolsas, jugar con desperdicios y revolver las plazas de desechos que cubren la ruta del Caribe del Colombia.
Porque contradecirnos si alguna vez alguien no nos habló del paraíso y la belleza del norte de Sudamérica, de sus alegrías carnavaleras, de sus pulposas mujeres, de las murallas coloniales y el placer de las islas. No nos digas que no hay televisores que te muestran el disfraz del deseo liberal de Cartagena de Indias, Barranquilla y Santa Marta.
Que lo vendan no está mal, pero que te sectoricen la población ¡SI! Que nos seduzcan la vista con paisajes determinados está bien, pero por favor que no hagan de las periferias una vidriera polarizada que no vea ni escuche. Porque el problema radica que como turistas de 10 días y 9 noches disparamos dinero como gatillo fácil, y lo único que sucede de fondo es que terminamos ignorando, bloqueando los sentimientos de una realidad existente entre nuestros hermanos latinoamericanos.
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“La piedra en el zapato… “La cancha con barro”… “La remera apretada”. Algo que incomoda y sale sin pelos en la lengua.
Al parecer existió un desenlace entre la caída de los jóvenes y la ira del escrito. Capaz no percibida por la fuerte radiación solar que azota el pensar. ¡Te daremos agua y ajo…! la realidad misma está latiendo con desperdicios y desalojos de pertenencia. No apoyemos a la compra del combo completo, estudiemos el paquete. Por afuera se ve cuadrado, pero adentro esta la bola que gira el ojo que observa. Viajar y hablar, sentirse humilde a las debilidades de las metrópolis turísticas. Buenos días para ustedes y más fuerzas para soñar viajes sin máscaras.
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Mirada ajena, pero profunda – Colombia.
Sebastián Quiroga y Sergio Salinas