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Con Sentido Latinoamericano: “A veces cumbre, crónica de unos pasos por Venezuela”

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A veces cumbreA continuación, otro de los escritos de los sancarlinos Sebastián Quiroga y Sergio Salinas, quienes recorren diferentes países de América Latina, imprimiendo en sus letras las experiencias vividas.   

“A veces cumbre, crónica de unos pasos por Venezuela”

Sencillamente es decir que las rodillas se agilizan mientras el corazón palpita más apresurado como queriendo escapar de la jaula. El ojo se afina para no dejar detalles al azar, las mochilas se aprestan para una nueva ruta y los abrigos “multiuso” se predisponen para una trepada más. Entre  tanto al alma no le quedó más opción que teñirse  de ansiedad y respeto hacia el nuevo llamado de un cerro por Los Andes.

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En ese entonces;  cuento que los últimos tres días de la segunda semana de Agosto del 2014 se dibujaron sobre un papel verde y cauces de clarísimos hilos de agua desbordados de fuerza y vitalidad. El techo se tornó infinito y a la vez se pintó de semillas brillantes algunas de ellas tranquilas y girando suavemente, otras más apresuradas y fugaces como queriendo  invocar algunos deseos y suspiros. Un rato antes, cuando era de día, las horas de sol permitieron el camino dinámico desde los 2000 msnm en la entrada del parque La Mucuy hacia la Laguna la Coromoto que esperaba calma y con aliento fresco  en su estar de  3100 msnm.

Cayó por una canaleta el recuento del primer día que se quedó atrincherado en el inconsciente. La pausa y la quietud luego de tres horas de tranco firme nos dejó a la orilla de un fuego que se hizo rogar, incluso a pesar del mucho oxigeno exhalado de estos pulmones cuyanos que intentaban despabilar sus llamas de la constante humedad. Como una corrida de dominó no tardaron en llegar una olla para un té caliente y las tan opulentas “arepas” con dulce de mango, plato rápido y sencillo a modo de “tenten-pie” mientras se venía una buena dosis de lenteja, arroz y arvejas cautelosamente cocinadas el día anterior. Como desconectando la energía corporal en poco menos  de media hora  llegó el descanso bajo la campinguera y aguantadora carpa de estos viajeros sin tiempo.

No quisiera caer en la aletargante descripción de los pormenores de los siguientes días para no aburrir a quién disponga de unos minutos para leer. Bastará con nombrar que el día dos zigzagueamos por la montaña en senderos de culebras para llegar a la Laguna Verde, donde esperaba una cueva al natural de piedras gigantes que sirvió calurosamente para atenuar el frío y dejar secar toda la ropa mojada que nos había dejado la jornada tormentosa. Una vez instalados en  esa casa establecida al mejor estilo de “cucha de perro”  y con provisiones de sobra aprovechamos el buen apetito entre bolsas de dormir y aislantes para descansar y pasar el resto del día.

Por calma espera y linda dicha apareció la lucidez del tercer día en esta historia de casi cumbre que nos despertó con los brazos de rayos fogosos, permitiéndonos ver a diestra y siniestra este paraíso oculto tras la incansable lluvia de 12 hs ininterrumpidas. Quedó así esa puerta entreabierta para intentar el camino por la “pacha” y pa´dentro;  como reconociendo cada cual la estirpe de las ganas, la honestidad del avance, la seguridad de estar allí bordeando esos filos en hielo, morrenas glaciares pintadas de rojo como si el amor del pico Humbold y Bontpand las hicieran sonrojar por sus piropos. Caminamos a puño alzado, a pies firmes y suelas desgastadas, con todo lo que la vida nos tiró al mundo, “humildad y actitud”, con la vista puesta en las pircas que marcaban las respiraciones profundas y gotas sudando en frío. Hasta que finalmente se agigantaron los planchones de nieve lisa y resbaladiza, de un modo sencillo no quería pasar desapercibida la presencia del glaciar que resiste el incontrolable calentamiento global y con el dato no menor de ser el único vivo en Venezuela. Paradójicamente es la comparación de un sistema Socialista resistiendo la arremetida de un Capitalimo voraz impulsado por un vacío progreso a costa de la muerte de nuestros recursos. Es pequeño Venezuela, es grande su gente, es inmensa su convicción de desarrollo ante la economía globalizada.

En definitiva la nieve compacta nos relegó a la retirada cautelosa,  no en forma de huida sino en hábito de saber entender que aquí era el límite para retornar a la base. Caemos en la retórica sensación de sentirnos pequeños transeúntes aventurándonos a sumar alturas, a sumar historias, a sumar días distintos. Más que nada recordando que siempre los cerros tienen en sus manos consejos sabios, incluso vienen con palmadas en la espalda como diciendo;  “Peguen la vuelta con el gozo de haber inundado sus ojos en la majestuosidad de estos cerros, con la cálida caricia de los casi 4950 msnm alcanzados, y vuelvan para intentarlo una vez más”.

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Gente linda, por ello es que amontonamos recuerdos para compartir el instante. Entre tanto pasaron cuatro días, 96 hs, de un miércoles a un sábado, en un mes cualquiera de un año clavado en 2014, donde habita el espíritu vivo de Chávez, donde la tierra se toma para viviendas populares. A la vez conviven una cantidad considerable de colectivos artísticos con una muchedumbre importante apostando al cambio, a ese bello sentido de pertenencia de una democracia participativa. País  de contrastes sin dudas, de una sociedad en donde se viven sueños y se tejen contradicciones por una huella que tal vez los lleve a la cumbre o no, pero en definitiva será dentro de todo un aprendizaje más que oportuno para intentar un mejor desarrollo humano.

Somos  eco de un atardecer, la brisa renovada de la mañana, estrellas rojas danzantes que damos en este caso un testimonio  de unos pasos por este lugar, contemplando cerros desde una “LAGUNA VERDE”.