La 6ª edición de dicha actividad se llevó a cabo ayer domingo. Participaron agrupaciones y asociaciones gauchas, jinetes, autoridades del departamento y público en general.
El espíritu de la Cabalgata al Cristo Rey comienza semanas antes con todos los preparativos para poner en valor una de las tradiciones más arraigadas de los tupungatinos. Ansiosos y esperanzados por recibir una nueva dendición en lo alto de las montañas, gauchos y chinas de diferentes edades se reunieron en la plaza departamental Gral. San Martín desde temprano para emprender un largo viaje.
Entre rondas de mates y tortitas, con un sol abrazador, alrededor de la plaza relatos e historias de cabalgatas viajaban entre risas y espuelas de caballos.
Pasadas las 8:30 horas, el intendente municipal Gustavo Soto dio inicio a la partida, quien junto a los jinetes de las diferentes agrupaciones y asociaciones gauchas y Baquianos del RIM 11 Gral. Las Heras, tomaron rumbo por la calle principal de Tupungato para continuar por el distrito de Villa Bastías, San José, con destino a ruta 86, mientras que en el recorrido gauchos se sumaban para después adentrarse en la travesía a caballo por los pedregosos Cerrillos tupungatinos, hasta llegar a la cima del monumento; allí a los pies del majestuoso Cristo Rey, se efectuó la tradicional ceremonia, con la ofrenda floral y la bendición a cargo de Mauricio del Souc en representación de la Parroquia Nuestra Señora del Socorro.
Las actividades luego continuaron en la «enramada”, donde familias enteras disfrutaron de un almuerzo criollo acompañado de música y bailes típicos, convirtiéndose en una gran peña cuyana.
«Quiero agradecer a todos los que fueron parte de ella, seguiremos trabajando para que esta linda tradición siga creciendo año tras año. Porque no tenemos que olvidar nuestra identidad, nuestras raíces. Cada país, cada región, cada pueblo tiene sus costumbres y es lo que nos diferencia del resto y nos da nuestra propia identidad», expresó el mandatario municipal Gustavo Soto a traves de su cuenta de Facebook.