La misión china Chang’e-4, la primera en llegar al otro lado de la luna, está dando luces sobre uno de los mayores misterios de la Luna, según un nuevo estudio.
Para todos los chistes que sugieren que la luna está hecha de queso, los investigadores realmente han estado tratando de entender la composición del manto lunar, que existe entre la corteza y su núcleo.
Los cráteres de impacto son los elementos con los que los investigadores pueden aprender más sobre la evolución de la luna y cómo se formó. Cuando los asteroides y otros objetos chocan con ella, la corteza se agrieta y las piezas del manto alcanzan la superficie. Así que el vehículo explorador Yutu-2 fue a buscar algunas de esas piezas. El estudio que detalla sus hallazgos fue publicado este miércoles en la revista Nature.
Durante la década de 1970, algunos astrónomos sugirieron que un océano de magma cubrió la superficie de la luna al principio de su historia. El magma es el material fundido que forma las rocas. A medida que se enfriaba, los minerales flotaban hacia la parte superior y los elementos más pesados se hundían. La parte superior formaba una corteza de basalto sobre un manto de minerales. Creían que algunos de esos minerales podrían ser el olivino y el piroxeno, que se encuentran en los asteroides y en el manto superior de la Tierra.
Y aprender más sobre cómo evolucionó la Luna también podría arrojar luz sobre la evolución de la Tierra. Según los investigadores, en comparación con la Tierra, la superficie de la Luna está relativamente intacta.
“Comprender la composición de la base Lunar es fundamental para probar si alguna vez existió un océano de magma, como se postula”, dijo Li Chunlai, autor del estudio y profesor de los Observatorios Astronómicos Nacionales de la Academia China de Ciencias, en un comunicado. “También ayuda a avanzar en nuestra comprensión de la evolución térmica y magmática de la Luna”.
Chang’e-4 descendió en el cráter Von Karman el 3 de enero. Luego desplegó el Yutu-2. El propósito del vehículo explorador era explorar la cuenca del Polo Sur-Aitken, el cráter más antiguo y más grande del otro lado de la Luna, que tiene 2500 kilómetros de ancho.
Las muestras de datos recolectadas por el vehículo en la superficie de la cuenca indicaron rastros de olivino. Las muestras de impactos más profundos dentro de la cuenca revelaron más olivino. Debido a que el basalto contiene ambos, los investigadores teorizaron que el manto podría contener olivino y piroxeno por igual, en lugar de estar dominado por uno.
El vehículo tendrá que explorar más allá de su lugar de aterrizaje para comprender la composición del manto, pero la primera misión al otro lado de la Luna ya está recopilando datos cruciales.
A continuación, Yutu-2 tomará una muestra del material del suelo del cráter para determinar su origen, y los investigadores están estudiando la posibilidad de devolver muestras a la Tierra.
Fuente: CNN