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Carleti: “Nuestra situación es igual o peor que la de los productores de Río Negro”

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“La pera y la manzana se encuentran en un momento más crítico que en el Alto Valle de Rio Negro”, referenció Alberto Carleti, presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Agricultura de Tunuyán.

Hace dos días, productores frutihortícolas de Río Negro regalaron unas 10 toneladas de peras y manzanas en la Plaza de Mayo para denunciar la “quiebra” del sector por el bajo precio que perciben por sus productos y por la apertura indiscriminada de importaciones.

Ante esta situación crítica de la producción rionegrina y de Neuquén, consultamos a uno de los principales referentes de la producción frutihortícola en la región, Alberto Carleti, principalmente para conocer la realidad actual de los productores del Valle de Uco.

La respuesta fue contundente por parte del empresario y productor local, “estamos igual o peor que ellos. Si hacemos un paralelo con la producción del sur del país, en Mendoza la frutihorticultura como sector ya casi no existe. Ha desaparecido gran parte de la producción de cereza y manzana, y ha disminuido notablemente la superficie cultivada de pera”, referenció el titular de la Cámara que agrupa a productores de Tunuyán.

Según Carleti, los factores son múltiples, y esto es producto de un proceso de muchos años con variables macroeconómicas que no favorecieron al sector, principalmente el tipo de cambio y la pérdida de competitividad en los mercados externos. Sin embargo, a principio de este año, los productores se vieron esperanzados de un crecimiento de las economías productivas regionales, a partir principalmente de la devaluación llevada adelante por el gobierno nacional, y correpondientemente la recuperación de mercados externos.

No obstante, esto no ocurrió, y la crisis se profundizó: “principalmente la inflación nunca bajó, los costos aumentaron por la devaluación, entre ellos la cargas impositivas, y perdimos competitividad”, reflexionó Carleti.

“Con el gobierno anterior no teníamos competitividad por el tipo de cambio. Con el actual, supusimos un beneficio por la devaluación, sin embargo ésta no fue acompañada por la disminución del proceso inflacionario, nos aumentaron los costos, y básicamente ahora estamos igual o peor que estos productores que regalan la fruta”.

A lo explicado por el empresario tunuyanino, se le agregan otros factores, principales para redefinir una crisis productiva mucho más profunda: la pérdida de consumidores internos, por un mercado  que se vio perjudicado con las medidas económicas, y la apertura de importaciones de fruta desde Chile.

“Siempre se ha importado fruta”, reveló Carleti, “pero ahora generar esta medida no sé si es acertado, ya que tenemos un mercado externo que no hemos logrado recuperar, un mercado interno que disminuye en su consumo, y con las importaciones va a existir indudablemente una sobreoferta”.

A esto se le agrega que la producción local, sobre todo la pera, tenía un amplio mercado en Brasil. Sin embargo, tras un problema fitosanitario con el vecino país, “prácticamente se perdieron todos esos mercados”, lo que configura una estocada durísima para los productores locales.

Pero además, el desfasaje de la cadena no sólo continúa sino que se ha profundizado: existe entre un 800% y 1000% de diferencia entre lo que recibe el productor y lo que paga el consumidor final.  Es decir, mientras la producción frutícola del Valle de Uco está desapareciendo, la plata queda en los intermediarios: “están siendo ampliamente perjudicados los productores y los consumidores”, puntualizó Carleti.

Un dato alentador es que en el Valle de Uco, en estos años, la matriz productiva se ha diversificado: algunos productores que han abandonado los cultivos frutícolas, se han dedicado por un lado a la vitivinicultura, y por otro, “los más pequeños que han sostenido la tierra, hacen chacras”. Esto fue explicado por Carleti, haciendo referencia a que el productor valletano ha sabido buscarse los medios para subsistir.

Para el presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Agricultura de Tunuyán, organismo que data desde el año 1963, la solución a la profunda crisis del sector es una “política pensada a largo plazo, sostenida en el tiempo, con reglas de juego claras. Se debe además pensar, que la fruticultura son inversiones en las que el productor comienza a tener ganancias en 15 o 20 años; y las plantas comienza a producir en promedio de 3 a 5 años luego de ser plantadas”. Pero además de políticas claras y sostenidas, para Carleti es sumamente necesario intervenir en el desfasaje de la cadena, y la desproporción que se genera entre lo que gana el productor y paga el consumidor final.