Es la tasa más alta en 15 meses, según la medición del BCRA, y en las mesas supera el 23%. Prevén créditos más caros.
La fuerte dolarización de empresas y particulares y el temor a una devaluación afectan la liquidez del sistema financiero y alimentan expectativas de una tendencia ascendente en las tasas de interés. En las mesas de dinero de los bancos reconocen ahora que hay indicios de una menor disponibilidad de pesos, producto de las fuertes ventas de dólares que hace el Banco Central para conformar a los importadores y de las colocaciones de deuda que realiza quincenalmente el Gobierno.
Esta semana, la tasa de interés que pagan a las grandes empresas volvió a subir y tocó el 22% anual (según la medición del BCRA), un récord de los últimos quince meses.
En el mercado hay expectativas, además, de que una devaluación como la que está previendo el mercado en un próximo Gobierno deberá ir acompañada necesariamente de un fuerte ajuste de tasas que apuntará a hacer más atractivas las inversiones en pesos.
En las mesas, los bancos privados ya pagan hoy retornos del 23% anual. Atribuyen la suba, de al menos 100 puntos básicos durante el último mes, a una menor liquidez que sintieron también a partir del estancamiento de los patrimonios de los fondos comunes de inversión (FCI). Las últimas normativas provocaron un descalabro en el mercado bursátil que generó oportunidades en bonos y alentó a muchos inversores a rescatar dinero de los fondos money market (que destinan buena parte de su cartera a plazos fijos bancarios) para llevarlo a instrumentos en dólares. Además, las expectativas de devaluación alientan a las empresas a dejar de renovar depósitos y elegir alternativas más rentables para su fondeo.
Sucede, también, que el piso de tasas de interés minoristas que impuso el Banco Central hace ya más de un año impacta a la vez en las que son «mayoristas», por una razón: ante los mayores rendimientos que pagan las entidades por los depósitos menores que el millón de pesos, las empresas prefieren segmentar sus plazos fijos y los bancos, frente a esto, ajustan hacia arriba también las tasas de grandes ahorros.
El fenómeno genera un incremento de costos que los bancos podrían trasladar a los créditos no regulados. Sólo por encajes e impuestos que deben agregar sobre la tasa Badlar, las entidades consideran que el costo para otorgar un préstamo se ubica hoy en el 29% anual. Para líneas a empresas de cortísimo plazo ya están cobrando ahora más del 30% anual.
Otro problema en puerta. El aumento de la Badlar pone presión a los bancos en los créditos que están afectados por la normativa del BCRA: primero, porque aumentan las pérdidas que perciben al destinar forzosamente una parte de sus depósitos a las líneas al sector productivo (al 18% anual); y segundo, porque hacen aún más estrechos los topes de tasas que les impuso Alejandro Vanoli sobre los créditos personales (36%), los prendarios y los que son a través de tarjetas de crédito.
Fuente: Ignacio Olivera Doll para Ámbito Financiero