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Autoestima: O estamos muy embelesados admirándonos o, nos olvidamos de nosotros mismos

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Por Miriam Quiroga- Psicóloga

Es la valoración que hacemos, en justa medida, tanto de lo positivo como de lo negativo que poseemos. Es el conjunto de actitudes positivas hacia sí mismo, tales como: amor, opinión positiva, confianza, sentimientos dignos hacia uno, etc.

No nacemos como un determinado monto de autoestima, es algo que se aprende y se genera en el ambiente familiar durante la infancia, y luego en los diferentes ámbitos donde se va desarrollando la personalidad.

Hasta un tiempo cercano, ha existido un mandato universal que puede resumirse en el mensaje: “amar al otro tanto como a uno mismo”. Sin embargo, hoy en día, pareciera que los seres humanos nos manejamos en extremos. Situarnos entonces en el justo medio, se convierte en un arte. O estamos muy embelesados admirándonos – lo que tenemos, como nos vemos, lo que mostramos- o nos olvidamos de nosotros mismos en una suerte de arrojo solidario hacia el más necesitado, dejando en el vuelo algo más que las alas.

Los términos medios, que no son grises, nos mantienen estables y la estabilidad nos permite estar de pie. Si mantenemos el eje vertical, probablemente nos resulte más tentador y menos complicado avanzar. Si complementamos con ello las emociones adecuadas hacia nosotros mismos, el camino aparece ante nuestros ojos y deja de ser una utopía.

Sujeto a distintos cambios y movimientos sociales, políticos y económicos, el mandato moderno se transformó en una lección liberadora: “amarse a uno mismo”. Fundamentando esto en la idea que a menos que seamos auténticamente nosotros mismos, no podemos hacer mucho por los demás. Lo que entregamos al otro es lo que nosotros somos. La justa estima de sí y la justa estima del otro van de la mano. Pero cuando este amor a uno mismo deja de ser el móvil para vincularse con nuestros semejantes y las relaciones interpersonales profundas y duraderas en el tiempo, dejan de ser importantes, el otro desaparece de nuestro espectro y lo abandonamos, y nos quedamos solos. ¿De qué nos sirve entonces el amor platónico e inquebrantable hacia nosotros mismos?.

La valoración que conservo hacia mi propia vida y existencia, y hacia el otro como igual, conforman un juego maravilloso de solidez espiritual y confianza en uno mismo. A partir de esta ubicación puedo desarrollar la tolerancia necesaria ante la adversidad y puedo a la vez, disfrutar de la plenitud de la vida misma.