Las últimas semanas han sido de fiesta en el Valle: las tradicionales Vendimias y Tonada han llenado los tres departamentos de cultura, color, tradición y alegría. Sin duda que no todo el mundo participa o vive estas fiestas, por diferentes situaciones, pero es real que en los últimos tiempos las fiestas departamentales se han vuelto más masivas y con una participación más activa de la comunidad.
Las fiestas de la Vendimia, tradicionales si las hay, convocaron a muchos miles de vecinos y turistas. En cuanto a puesta en escena, se destacó la de Tupungato, un maravilloso espectáculo encuadrado en la inauguración del Anfiteatro municipal. En relación a espectadores, la de Tunuyán superó todas las expectativas: más de 25 mil personas asistieron a un espectáculo que a muchos no convenció, pero que tuvo el plus del show gratuito de Abel Pintos.
La Fiesta de la Tonada fue un “fiestón”. Más allá de detalles (como la desorganización en la grilla que hizo que muchos se perdieran las actuaciones más esperadas), el evento fue impresionante. Los seguidores de todos los años coinciden en destacar no solo el crecimiento de la fiesta, transformada en una de las más importantes del país, sino también la presentación de muchísimos artistas de primer nivel, la variedad de atractivos (el escenario principal, la peña, la peña de los chicos, la carpa de la cultura, el paseo de artesanos, el patio de comidas, el espacio de juegos), y sobre todo, la organización y el orden que reorientó la fiesta a un encuentro familiar y de amigos, sin los inconvenientes de años atrás.
Sin lugar a dudas, las fiestas ocupan un lugar muy importante dentro la cultura regional: no solo son entretenimiento, también rescatan tradiciones, raíces, el trabajo, los símbolos. En ese marco, es bueno que cada uno tome su cuota de responsabilidad para que cada nueva fiesta logre ser superadora de las anteriores. Obviamente no siempre sucede, y en esos casos, la autocrítica es el mejor comienzo para futuros eventos. Sin anestesia: San Carlos debería replantearse la decadencia de fiestas como el Orégano, el Tomate y el Carnaval que no solamente no han crecido sino que sobreviven apenas. Y Tunuyán, revisar una Fiesta de la Vendimia, que no sólo fue bastante criticada sino que resultó disonante en una gestión de gobierno que se viene destacando en la región.
Desde esta editorial no creemos que la función del periodismo sea “destrozar” una fiesta porque no satisface la “crítica especializada”. Por el contrario, creemos que nuestra función es acompañar, dar espacio y fortalecer todas las expresiones culturales y artísticas locales. Creemos en un concepto de cultura amplio y entendemos que la subjetividad de cada persona permite infinitas evaluaciones de un mismo hecho cultural: así, una fiesta que para algunos fue muy pobre, para otros fue emocionante. Con ese espíritu vivimos nuestras festividades, destacando lo mejor, tratando de que los errores se corrijan, y trabajando en un periodismo que apunta a construir y no a destruir. En síntesis, nos alegramos que tanta gente haya disfrutado de las fiestas de los tres departamentos, y confiamos en que las próximas no solo serán superadoras artísticamente sino que fundamentalmente crecerán en valores de inclusión para que muchas más personas puedan participar y disfrutar.