Más allá de las polémicas y evaluaciones sobre los gobiernos, ocho de cada diez argentinos reivindican la democracia como el mejor sistema y prácticamente la misma proporción sostiene que si uno no está de acuerdo con una gestión de gobierno debe esperar y votar para cambiarla. La aprobación democrática recorre todas las franjas de la sociedad: hombres, mujeres, personas con mayores o menores recursos, jóvenes de 16 y ciudadanos de más de 50. El gobierno de Néstor Kirchner es visto como el mejor desde el retorno de la democracia y hay una clara revalorización de la figura de Raúl Alfonsín. La peor gestión es adjudicada a Fernando de la Rúa. En el mismo estudio se evaluó la imagen de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y, en el caso de una elección presidencial, concluye que la actual mandataria sería nuevamente elegida en primera vuelta, seguida a distancia por Mauricio Macri y Hermes Binner (ver aparte).
Las conclusiones surgen de un amplio sondeo realizado por el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), que conduce el sociólogo Roberto Bacman. En total se entrevistó telefónicamente a 1002 personas de Capital Federal, el primero y segundo cordón del Gran Buenos Aires, Mendoza, Rosario, Córdoba, Tucumán, Salta y 22 ciudades y localidades del interior del país. El trabajo respetó las proporciones por edad, sexo, nivel económico y lugares de residencia, distribuyéndose los encuestados entre ciudades grandes, medianas, chicas y localidades rurales.
“Los datos son contundentes”, analiza Bacman. “En primer lugar, el 81,1 por ciento está absolutamente convencido de que más allá de que existen mejores o peores gobiernos, la democracia es el mejor sistema. Y tres cuartas partes de los entrevistados afirman que en la democracia es menester respetar el mandato de las urnas que expresa a la mayoría. Esto último no hay que tomarlo a la ligera. Es importante tenerlo en cuenta, en especial en tiempos donde las diferencias se expresan de manera evidente y cuando se trata de mandatos de gobiernos elegidos por los mecanismos que representan a la voluntad popular. Señalo esto teniendo en cuenta algunas consignas y carteles que se pudieron escuchar y ver en los cacerolazos de este año.”
La referencia de Bacman tiene que ver con bolsones autoritarios que –tal como se ve en la encuesta– rondan el 15 por ciento de los ciudadanos. Es una proporción que se viene manteniendo desde hace años, en algunos tramos un poco más y en algunos un poco menos. “En los ’80 no había autoritarios en las encuestas –recuerda el titular del CEOP– pero sobre todo porque no se animaban a decírselo al encuestador. Nadie quería aparecer del lado de los que habían matado, secuestrado y hasta robado bebés. Pero después de esa primera época, los porcentajes se mantuvieron estables. Este año, dados los carteles y algunas actitudes que aparecieron, decidimos volver a incluir la pregunta.”
De acuerdo con los datos que surgen de los estudios con grupos, hay una franja que manifiesta incomodidad. Bacman lo describe así: “Están los que manifiestan cierta impotencia, buscando la forma de que no gane siempre ‘el populismo’, como lo denominan ellos. Entonces empiezan a hablar de que no puede ser que tenga tanto peso en una elección La Matanza o la provincia de Buenos Aires. Eso favorece a ‘los populistas’. En verdad, es la antesala de un pensamiento de voto calificado. En Estados Unidos justo acaba de ocurrir lo contrario. Se vio el peso de los estados más industriales y más poblados. Barack Obama le ganó a Mitt Romney por muy poco, pero su preeminencia en esos estados más industriales y poblados, como California, Nueva York, Ohio, Illinois y La Florida hizo que la diferencia en electores fuera enorme. Los republicanos sólo hegemonizan un estado industrial de mucha población, Texas. Pero insisto con que hay una franja a la que le gustaría buscarle la vuelta para que no ganen ‘los populistas’”.
“Hay otro aspecto en el que se visualiza cierta incomodidad con el sistema democrático, y es la falta de un líder opositor –redondea Bacman–. También expresa cierta impotencia. En la encuesta sobre imágenes y situación electoral, justamente se refleja que nadie acaudilla a la oposición y eso provoca grados de desazón que derivan en ideas como la de cambiar el sistema electoral, voto calificado y otras.”
Fuente: Página 12