El informe sobre el naufragio del submarino apunta a un cortocircuito en las baterías provocado por el ingreso de agua. Los investigadores consideraron que «la avería fue subestimada por toda la cadena de mando».
Siendo 14 de noviembre de 2017, a las 23:42 el submarino SAN JUAN reportó una avería producida por el ingreso de agua de mar al sistema de ventilación, la cual originó un principio de incendio en el balcón de barras de baterías del tanque de baterías Nro. 3. En cumplimiento de los roles de emergencia salió a superficie, continuando su navegación con circuito dividido, esto es, sólo con sus baterías de popa y ventilando.
El 15 de noviembre a 07.19 Hs. se recibió la última comunicación del submarino. Informó que la situación había sido controlada, que estaba navegando en inmersión en plano de periscopio y tenía la intención de bajar hasta los 40 Mts. para poder ingresar al tanque de baterías N°3, evaluar los daños y reconectar.
El incendio en los tanques de baterías de los submarinos SON ACCIDENTES MUY GRAVES, son sumamente difíciles de extinguir y obligan en todos los casos que el submarino se mantenga en la superficie. ESTA AVERÍA FUE SUBESTIMADA POR TODA LA CADENA DE COMANDO.
La entrada de agua de mar al tanque de baterías por la tubería de ventilación solamente se puede producir a través de la válvula E-19. Esta válvula va SIEMPRE CERRADA EN NAVEGACIÓN. Esto significa que la válvula E-19 no estancó correctamente.
En la navegación de julio de 2017 se produjo una entrada de agua de mar hasta la envuelta del ventilador de proa, esto es, antes del ingreso al tanque de baterías Nro. 3.
No existen constancias escritas o verbales, referidas a la reparación de la estanqueidad de dicha válvula, por parte de personal de abordo o por parte del Arsenal de Mar del Plata. En las sucesivas navegaciones, no se reportó esa falta de estanqueidad.
Durante la misma navegación de julio de 2017, se efectuó una prueba de compensación de la atmósfera interna, que involucró la apertura de la válvula E-19 en inmersión. Los protocolos y procedimientos vigentes, indican que esa válvula debe mantenerse cerrada en toda condición de navegación.
La prueba para igualar la atmósfera no contaba con autorización previa del COMANDO DE LA FUERZA DE SUBMARINOS, no fue evaluada ni objetada por éste, a pesar de que vulneraba una norma prescrita para la navegación en inmersión. Tampoco fue redactada una INSTRUCCIÓN TECNICA para su control posterior.
El submarino contaba con dos sistemas de detección de hidrógeno. Tanto el original como el instalado en la Reparación de Media Vida estaban en servicio, aunque las escalas de los equipos de medición eran diferentes y no estaban compatibilizadas. El submarino San Juan informó en su navegación de julio de 2017, valores de concentración de Hidrógeno, muy superiores a los admitidos por los protocolos de seguridad conforme al equipo original, por lo que se estima fueron tomadas en base al nuevo equipo. No existen constancias que el personal submarinista estuviera instruido en el empleo del último equipo instalado.
El submarino presentaba una serie de deficiencias técnicas que dificultaban su empleo como plataforma de combate, pero no limitaban su navegación u operación en inmersión con seguridad hasta la limitación de profundidad fijada en 100 metros. El índice de calificación de material (ICEM) era de 4,25 sobre 5.
La tripulación contaba con la cantidad de días de navegación suficientes para considerar que su adiestramiento se encontraba en un nivel calificado entre MÍNIMO Y ACEPTABLE. No obstante, su experiencia había sido discontinua, producto de la falta de días de navegación en años anteriores.
No existen indicios, ni evidencias que la Reparación de Media Vida hubiera sido causa de la pérdida del submarino, ni que alguna deficiencia en la misma hubiera podido impedir la resolución de la emergencia.
No existen indicios ni evidencias que los hallazgos informados en el “Informe Lezana” producido por la Inspección General de la Armada, hubieran tenido implicancias en el siniestro producido en el submarino SAN JUAN.
Este siniestro puso en evidencia una crisis organizacional por las siguientes acontecimientos:
El Comandante de la Fuerza de Submarinos, a diferencia de otros comandos navales/militares, es la Autoridad de Control de Submarinos, tiene la absoluta, indelegable y permanente potestad sobre el tipo y forma de navegación que debe desarrollar el submarino, ya sea en inmersión o superficie.
Dicho Comandante no asumió la gravedad de la avería y no evaluó correctamente sus implicancias. Tampoco recabó asesoramiento de personal técnico calificado pese a tener a su disponibilidad documentación sobre este tipo de incidentes. Tampoco recibió el asesoramiento ni advertencia alguna de los Oficiales de su Estado Mayor.
El COMANDANTE DE ADIESTRAMIENTO Y ALISTAMIENTO fue informado del incidente por el COMANDANTE DE LA FUERZA DE SUBMARINOS en forma inmediata. Se limitó a dejar la emergencia en manos de este, no alertando de inmediato a su escalón superior de tan importante acontecimiento.
El JEFE DEL ESTADO MAYOR GENERAL DE LA ARMADA recibió la información de la emergencia en forma tardía a pesar de las implicancias que tal situación podrían derivar en una crisis a nivel nacional. NO Transmitió al PODER POLÍTICO la información en forma detallada y completa.
En temas puntuales los familiares de los tripulantes no fueron informados de los hechos en forma inmediata ni con la certeza y contención necesaria.
El submarino naufragó mientras realizaba tareas de vigilancia y control del mar en el límite de la Zona Económica Exclusiva, cumpliendo una orden emanada por la autoridad superior, y de acuerdo a los roles previstos en la doctrina vigente.
Se llevó a cabo una Operación SAR sin precedentes, empleando el máximo de recursos humanos y materiales disponibles, en difíciles condiciones hidrometereológicas, implicando un alto riesgo para los mismos, contando con apoyo internacional. La cooperación se logró por la periódica participación de la ARMADA en reuniones y ejercicios internacionales y otros relacionados con siniestros de submarinos.
Se descarta la hipótesis que el submarino sufrió el ataque de una nave de guerra extranjera, fuera embestido por un pesquero, o se encontraba realizando tareas secretas fuera de aguas jurisdiccionales.
La falta de recursos presupuestarios a lo largo de las distintas administraciones, la ausencia de actualización tecnológica y un nivel mínimo de mantenimiento en función de las horas de uso, produjeron un creciente deterioro del material, limitando sus condiciones operativas. La falta de actividad limitó la transmisión de la experiencia necesaria. Persisten dificultades para la selección del personal idóneo para cubrir aquellos cargos de mayor responsabilidad en la Armada.
La ARMADA intentó seguir cumpliendo con las misiones ordenadas con presupuestos cada vez más reducidos. Se aceptó con normalidad operar en situaciones que distaban de ser las óptimas para la tarea.
La cantidad y calidad del personal de la ARMADA viene sufriendo un paulatino deterioro. Se conjugaron falta de motivación por reducción de la actividad operativa, aceptación del doble empleo para paliar los bajos salarios, y la falta de reconocimiento a la labor muchas veces riesgosa. Se está produciendo un éxodo del personal más calificado, hacia la actividad privada y FUERZAS DE SEGURIDAD, en busca de mejores oportunidades y remuneraciones.
Referencias finales:
Se puede afirmar con certeza qué un incendio eléctrico en su batería N° 3, desencadenó otros incidentes de magnitud que no pudieron ser controlados por su dotación, con la consiguiente pérdida de plano, hasta producirse la implosión por sobrepasar su profundidad de colapso del casco resistente del submarino ARA SAN JUAN.
Para ello fueron factores coadyuvantes:
La falta de precisión en la determinación de los procedimientos y roles de emergencia en navegación para incendios de baterías en submarinos.
La MINIMIZACIÓN de las consecuencias del incendio eléctrico declarado a bordo en toda la cadena de mando.
El INADECUADO manejo de la emergencia, durante las horas críticas, desde las bases operativas en tierra.
Resulta entonces necesario un serio replanteo del sistema de defensa en pos de incrementar la actividad operativa.
Resaltamos la necesidad por parte del arco político de tomar conciencia de lo sucedido y dirigir una mirada más abarcativa sobre el área de defensa, entendiendo que el adiestramiento y mantenimiento de los medios militares depende de la inversión que se haga en ellos.
Fuente: ámbito.com