Luego de que en 2016 los países de América Latina fueran declarados libres de sarampión, el año pasado aparecieron algunos casos en Argentina, Canadá, Estados Unidos y Venezuela. Y en lo que va de 2018, ya han habido enfermos en 9 países de la región. De ahí que la Organización Panamericana de la Salud y el Ministerio de Salud de la Nación hayan lanzado un alerta sobre la existencia de brotes de esta enfermedad infecciosa.
El director del Departamento de Epidemiología de la provincia, Rubén Cerchai, explicó que la advertencia está vinculada al hecho de que se consideraba que el sarampión estaba casi controlado en el mundo, con la excepción de algunos países de bajos recursos en África y Asia. Sin embargo, el año pasado se dieron algunos brotes en Europa, que se fueron extendiendo a países como España, Italia, Francia y Portugal. Y en la actualidad se registran en diversas partes del territorio europeo.
Esto, con los viajes internacionales, representa un riesgo de que algún turista traiga la enfermedad. Particularmente, porque se estima que una persona no protegida -porque no está vacunada o no ha tenido sarampión- tiene una probabilidad de 90% de contagiarse si se expone al virus.
Cerchai planteó que en América Latina, Venezuela es donde hay mayor cantidad de casos y como muchos venezolanos están emigrando, en un estado del noroeste de Brasil se ha producido un brote significativo, que podría extenderse al resto del país y del continente. Todo esto, indicó, configura un contexto en el que es necesario alertar a la población.
De todos modos, resaltó que en Mendoza hace años que no se observa un caso autóctono ni importado (de una persona que traiga la enfermedad de otro lugar), pero que como hay muchos mendocinos que viajan a Brasil, es una situación latente.
Información Los Andes
Silvina Córdoba habló con El Cuco Digital y se refirió a la enfermedad
La directora del Hospital Tagarelli del departamento de San Carlos se refirió al tema y dijo que «la importancia para erradicar estas enfermedades, que ya estaba erradicada en la Argentina, es la vacunación», expresó la profesional, quien además agregó: «Hay mucha gente que prefiere no vacunar a los niños, o que prefieren que sea todo natural, pero no es así, porque sino estas enfermedades vuelven, entonces la importancia para la prevención y erradicación es la vacunación temprana, desde el nacimiento de los niños, todos los años deben aplicarse las vacunas correspondientes a la edad«.
De esta manera, es necesario verificar que tanto niños como adultos tengan el esquema de vacunación completo de la vacuna triple viral -que protege contra sarampión, rubeola y paperas- o hacerlo si no es así. La primera dosis se aplica a los 12 meses y luego la segunda a los 5-6 años, en el ingreso escolar. En los niños que no la han recibido previamente o que no tengan dos dosis aplicadas se indica su aplicación a los 11 años.
El grupo etáreo que va de los 5 a los 50 años deberá verificar en su carnet de vacunación si tiene las dos dosis y, en caso contrario, completar el esquema. Especialmente, si la persona va a viajar a alguno de los países donde se registra un brote.
«El sarampión en un enfermedad exantemática pero hace años que está erradicada por la vacunación, la enfermedad desapareció por la vacunación. Donde no se está vacunando es donde ha vuelto la enfermedad, pero si uno vacuna a los niños a tiempo, como corresponde, no aparece», concluyó Córdoba.
Síntomas de la enfermedad
El sarampión es una enfermedad muy contagiosa y el virus puede permanecer en el aire hasta por dos horas después de que estuvo el paciente. Asimismo, puede generar complicaciones como otitis y faringitis, pero también neumonía y meningoencefalitis.
Los síntomas son fiebre elevada, catarro de la vía aérea superior y conjuntivitis. Luego aparece el exantema (la erupción), que comienza en la cabeza y va descendiendo. El paciente contagia días antes de que aparezcan las manchas en la piel y hasta una semana después de que se brotó.
Es importante que a un niño que padece fiebre y una erupción, se le tomen muestras de sangre, orina o hisopado naso-faríngeo, para llegar a un diagnóstico.