Los spots de campaña de Maurizio Macri ofrecen una simpática visión del trabajo infantil y no registran la sensibilidad contemporánea ante la pedofilia. Toqueteos a una púber entre sonrisas paternales y carrera de besos con dos nenas. Después del porrazo porteño, el candidato se prueba disfraces que le permitan llegar sin que se le note demasiado a las PASO del 9 de agosto. La derrota política y cultural de quienes en otro tiempo pudieron controlar por el miedo.
Una parte sustancial de la campaña de Maurizio Macri son los spots en su canal de YouTube, que llevan el título genérico “Mauricio y vos”. La presentación dice: “Hace meses que estamos recorriendo el país, tocando puertas y visitando a cientas (sic) de familias que nos invitan a sus casas. Estuvimos en diferentes ciudades y pueblos, escuchando a la gente y conociendo sus sueños y problemas, porque creemos que para hacer posible este cambio, todos tenemos que ser protagonistas. Necesitamos confiar en nosotros”. El esquema general consiste en la llegada del candidato a casas humildes en distintos lugares del país. Por lo general Macrì sonríe y no emite palabra. Cuando se aparta de esta regla, nunca habla de política. Su imagen es la de una celebrity que condesciende a fraternizar con los comunes mortales. En uno de esos cortos no hay diálogo, sino un jingle en el que se informa que Macrì tiene una canción y “dos manos para abrazarte”, cosa que prodiga con generosidad a jóvenes y ancianos, hombres y mujeres. Tal vez porque no lo dice él sino el cantante del jingle, o acaso porque no se dispensa el mismo trato a oficialistas que a opositores, este mensaje subliminal no ha tenido la misma repercusión que la torpe humorada de Florencio Randazzo ante la peña abierta de los sábados en la Biblioteca Nacional. A lo largo de todo el spot Macrì muestra sus dos manos y palmea y abraza a quien se le ponga a tiro. “Tengo una canción y dos manos para abrazarte. Yo quiero darte todo lo que vale. Se abrirán fronteras, se izarán banderas y en cada rincón estoy con vos”, canta el jinglero. Germán Ejarque, vicepresidente del Consejo Federal de Discapacidad, repudió ese “recurso publicitario pensado, no fue ningún error ya que sabemos que Mauricio Macri tiene los mejores asesores en publicidad”, dijo a la radio mendocina LV10. El ácido periodista Bruno Bimbi replicó: “Se viene el de Scioli y Zannini: Tengo un vice que camina junto conmigo”.
Ya te vas a aflojar
Es improbable que esto haya sido casual. Las manos del ex director del Grupo Económico Socma tienen un llamativo protagonismo en otro de los spots difundidos en su canal. Lleva por título “Vendo rosas para comprarme la bici” y es la pieza más bizarra de propaganda política en el siglo XXI, a 45 días de la marcha Ni una Menos contra la violencia de género. Macri está sentado en el patio de ladrillos de la casa que Alicia y Marcelo comparten en La Matanza. El personaje central es la hija de la pareja, Sheila, que aparenta unos diez u once años. Con una de sus manos apenas por encima de la cintura de la nena, Macri la atrae hacia sí, mientras la interroga.
–¿Así que vas a ser pediatra, te gustan los chicos, ya cuidás a tu hermanito? Tenés que empezar a practicar con él.
La nena se resiste al abrazo y la madre explica lo que es evidente:
–Está re nerviosa.
Macrì la toma con más fuerza de la cintura, se la sienta sobre su falda y le acerca el rostro, mientras con la mano izquierda le palmea las piernas. Con inquietante dulzura le dice:
–Bueno, vení, ya te vas a aflojar, ya te vas a aflojar, ya te vas a aflojar.
Sheila se ríe con enorme timidez y la madre alivia la tensión indicándole: –Contale eso de las rosas, contale.
Macrì dialoga con la nena:
–Qué es esto? ¿Qué plantaste?
–Una rosa.
–¿Una rosa? Muy bien.
La madre le pide que le explique a Macrì:
–¿Y para qué es?
–Para vender y comprarme una bici.
–¿Para la bici? ¿Y yo te puedo comprar una?
La nena niega con la cabeza. Macrì insiste:
–¿Por qué no?
–Porque yo tengo que comprarla.
Siempre sentada sobre su falda Macrì aferra a Sheila por la cintura con su mano derecha, con la izquierda toma y acaricia la mano de la nena, que no puede moverse.
.-No, pero yo te puedo comprar la bi… te puedo comprar una rosa, ¿sí? ¿Me aceptás que te compre una rosa?
La madre tiene los ojos húmedos. El padre tose. La madre dice:
–Pero se la regalás, ¿no?
Macrì insiste:
–Pero otra más quiero, ¿no tenés otra más para venderme? Andá a buscar, andá dale.
–¿La vas a poder llevar? –pregunta la nena.
En el plano siguiente Macrì recorre junto con la familia una parte de la casa todavía en construcción y avanza hacia la plantación de Sheila, entre pilas de ladrillos. Mientras caminan, el candidato comenta:
–A ver, a ver, ¿esta es toda tu producción?
Macrì toma a la nena de la cabeza, la acaricia y dice con énfasis:
–Ayyy, qué trencitas que tenés.
Se coloca de pie a espaldas de Sheila y con sus dos manos en el pecho de la criatura la atrae de modo de apoyarla contra sí. Macrì festeja:
–Muy bien eh, ya tenés un vivero completo.
La nena intenta zafarse del abrazo mientras Macrì no le quita las manos de encima. Sheila logra tomar distancia y comenta:
–Allá tengo otro más grande.
Macrì la sigue y pregunta:
–¿Pero todo esto en serio lo plantaste vos? ¿Quién te enseñó a hacer esto?
–Mi mamá.
–¿Tu mamá? Estas ya están más grandes. Muy bien, muy bien. Bueno te felicito.
Además de esta tierna visión del trabajo infantil, en otro spot Macrì aterra a dos mellizas de seis años. “¡Qué lindas son, qué lío les van a hacer a los varones ustedes!”, dice como saludo. Mientras las nenas miran al piso, les plantea “el juego que hago con mis hijas: la carrera de besos. Cada una me da besos en un cachete, a ver quién me da más besos rápido. La de 30 compite con Antonia, que tiene tres, dice”. En esta filmación realizada en Gualeguaychú la carrera terminó empatada cero a cero: ninguna de las nenas aceptó la propuesta. La sensibilidad contemporánea no admite este trato intrusivo con los niños ni la perturbadora ambigüedad de esos toqueteos a dos manos. Para ver los videos, seguir este link: https://twitter.com/VerbitskyH.
Autoridad moral
Estos spots comenzaron a difundirse al día siguiente de la victoria de PRO en las elecciones para la jefatura de gobierno de la ciudad que Macrì gobierna desde hace ocho años. Pese al resultado, Macrì no pudo celebrar. La periodista y legisladora Gabriela Cerruti sostiene en su libro El Pibe, que mañana presentará el ministro de Economía Axel Kicillof, que “Mauricio, el hijo de Licio Gelli, estaba a cargo de la zona rioplatense de las actividades y negocios de la P2. Una de sus primeras tareas fue lanzar la filial argentina de la Logia. Decidió llamarla PRO Argentina”. Cuando con el apoyo de Macrì, Horacio Rodríguez Larreta venció en las PASO a Gabriela Michetti, los comentaristas de la oposición sentenciaron que se había recibido de líder con una gran demostración de autoridad, que daría envión a su proyecto presidencial. En estas páginas, en cambio, se afirmó que de haber segunda vuelta, sería muy distinto si HRL debiera enfrentar al kirchnerista Mariano Recalde, que tiene el techo del 35 por ciento que Cristina obtuvo en las presidenciales de 2011, o al fashionista Martín Lousteau, uno de esos inventos pintorescos que en forma periódica seducen a los porteños, como Erman González, Fernando de la Rúa, Elisa Carrió o Fernando Solanas. Contra Recalde podría nuclearse el antikirchnerismo, en torno de Lousteau una transitoria coalición antimacrista. Así fue, y la diferencia resultó menor que la cantidad de votos en blanco, lo cual significa que Rodríguez Larreta ganó en buena ley la alcaldía porteña que viene gerenciando desde 2007, pero que más de la mitad de los votantes desdeñó la PROpuesta de su patrón. Macrì reconoció en forma elocuente el pánico del domingo a la noche, cuando dijo que de haber perdido hubiera sido una catástrofe porque se puso en juego su autoridad moral para competir por la presidencia. En Internet todavía puede verse un video de hace un par de años, en el que anuncia que de ser derrotado se iría un par de años fuera del país, allí donde no lo conocieran demasiado e incluso especuló con que su destino sería Italia, la tierra de sus antepasados sardos. Si se compara con la forma en que Néstor Kirchner admitió el resultado adverso en las elecciones legislativas bonaerenses de 2009 se advierte la diferencia de temple entre ambos, uno de esos intangibles de la política que ningún consultor puede modificar. “En una instancia electoral, a veces se gana y a veces se pierde. Nos toco perder en la Provincia de Buenos Aires, por un punto y medio, por dos puntos. Perfecto. En los próximos días, cada uno analizará cuáles fueron sus aciertos y sus errores. Pero desde ya nos ponemos a trabajar por la Argentina, con más ganas que nunca, con amor, con fuerza, sin bronca y aceptando los resultados que se dieron en cada lugar”.
La confusión
El decepcionante resultado porteño llega luego de las grandes frustraciones de Santa Fe y Córdoba que, junto con la CABA reúnen una cuarta parte del padrón nacional. Allí residían las principales expectativas del macrismo. En Santa Fe, Macrì daba por sentada la victoria del cómico Miguel Del Sel, cuyo humor machista consiste en travestirse de mujer y disparar groserías a repetición. Luego de ese fracaso se ilusionó con la fórmula mixta entre la derecha radical y PRO, que quedó lejos del peronismo que gobierna Córdoba desde hace dos décadas. Peor aún, estas derrotas provinciales preanuncian un resultado más adverso en las presidenciales. En Santa Fe, a los votos peronistas de Omar Perotti podría sumarse una parte del electorado socialista, que no respalda la alianza nacional de sus socios de la UCR provincial con los amarillos. En la primera vuelta se arrimarían a Margarita Stolbizer pero en caso de balotaje el gobernador saliente Antonio Bonfatti ya anunció que votaría por los candidatos del Frente para la Victoria. Y en Córdoba, una vez superadas las PASO, su electo gobernador Juan Schiaretti cumplirá su promesa de inclinarse por Daniel Scioli, como se lo anticipó a Carlos Zannini en abril. Anticipándose a la reciente mansedumbre macrista, el gobernador saliente José De la Sota intentó acordar una fórmula provincial con el kirchnerismo, por la cual Schiaretti fuera acompañado como candidato a la vicegobernación por el intendente de Villa María, Eduardo Accastello. Pero Schiaretti prefirió al intendente de San Francisco, Martín Llaryora, porque si no “esta yarará se me va con Macrì”, y Accastello llevó como vice al humorista Cacho Buenaventura, un radical que había filmado avisos para De la Sota. La suma de los votos de Schiaretti y Accastello dará una victoria holgada al oficialismo nacional en Córdoba. De la Sota fue electo gobernador por tercera vez en 2011, pero apenas una semana después Cristina fue la primera candidata peronista desde 1983 que se impuso en las PASO presidenciales y su lista de diputados nacionales cuadruplicó a la que sostuvo De la Sota. Nada permite suponer un curso distinto ahora. La confusión que estos resultados han sembrado en el PRO se expresó en el asombroso giro discursivo de Macrì, quien declaró su apoyo a varias de las decisiones emblemáticas del kirchnerismo, contra las que votó en el Congreso cuando se trataron las leyes respectivas. Macrì había sido tajante en su promesa de reprivatizar el sistema provisional, YPF y Aerolíneas Argentinas y no había ocultado su desdén por las políticas sociales del gobierno, que no considera inversión en capital humano sino despilfarro y corruptela. Ahora en su nuevo discurso se las ve en figurillas para acomodar jumbos en las bicisendas y surtidores en cada parada del metrobus, mientras en las vacaciones de invierno se baten records de asistencia a Tecnópolis, el parque de diversiones cultural y científico que él se negó a hospedar en la Capital Federal. Para colmo, hizo gala de su impactante ignorancia de cuestiones elementales, al reclamar que la Asignación Universal por Hijo se estableciera por ley, cosa que ya había ocurrido e incluso se había sancionado y promulgado su actualización dos veces por año con el mismo índice de la jubilación, que en todos estos años ha ido por delante de la inflación.
La boina no se mancha
El radicalismo tendría que remontar una cuesta menos empinada, ya que sus legisladores apoyaron estas políticas oficiales, con reparos coyunturales. Sin embargo, su candidato presidencial Ernesto Sanz cometió un exabrupto brutal, al sostener que la AUH se iba “por la canaleta del juego y la droga”. Al lanzar su candidatura tuvo el tino de disculparse, pero sin duda esa frase expresa su pensamiento más profundo al respecto. Al retractarse no elogió esa política, sólo dijo que había recibido un gran castigo por su frase. Como quien dijera “soy Giordano, no me peguen”.
La remontada de Martín Lousteau en los comicios cabanos despertó al radicalismo, más aún cuando el ex ministro de Economía de CFK anunció que dentro de dos semanas votará por Sanz en las PASO presidenciales. El problema es que desde la celebración de la alianza con los amarillos y los cívicos libertadores de Elisa Carrió, el radicalismo no movilizó su extendida maquinaria territorial y dio por sentado que la candidatura presidencial sería para Macrì. Este es un error político grave, dado que los antecedentes de todas las elecciones anteriores favorecen a la UCR:
– En las presidenciales de 2007, la UCR se acercó al 17 por ciento del total de los votos en todo el país, cinco puntos más que el PRO.
– En las legislativas de 2009 también estuvo cerca de duplicar la elección del macrismo: 29,5 contra 17,7 por ciento.
– En las presidenciales de 2011, los radicales atrajeron al 11 por ciento de los electores y los macristas a poco más del 6 por ciento.
– La diferencia se estiró en las legislativas de 2013, cuando el radicalismo triplicó la votación del PRO: 24 a 8 por ciento. En ninguno de esos casos Maurizio Macrì fue candidato a presidente, lo cual puede hacer una diferencia, y Ernesto Sanz no es la figura más carismática que haya perorado en una tribuna radical. Aún así, las tendencias profundas del electorado, que se expresan en el largo plazo y en grandes números, no favorecían al hombre que habla con una papa en la boca.
Aunque hizo negocios con militares, con radicales y con peronistas, Macrì eligió la pureza étnica como hoja de ruta hacia la presidencia. Por cierto abjuró de las amistades castrenses y mafiosas de su padre, porfió con su primo inteligente, Jorge, que para llegar debía tomar distancia del peronismo; acordó con los radicales porque tienen la única estructura territorial que cubre todo el país, pero una vez firmado el pacto pretendió recluirlos en las habitaciones de servicio y rehusó hablar de coalición para gobernar. Sanz estuvo a punto de mandarlo al diablo cuando propuso la fórmula porteña Vidal-Ritondo para la Provincia de Buenos Aires y sólo así consiguió un lugar en la boleta para el presidente provincial de su partido Daniel Salvador. Las ilusiones de Sanz no llegan a una victoria en las PASO, pero sí a una votación decorosa, muy por encima del 3 por ciento que le asigna la mayoría de los encuestadores, para renegociar luego de ese test los espacios de poder con Macrì. La vedette del momento ya dijo que en la PASO apoyará a Sanz pero que si éste no obtiene la candidatura, en octubre se inclinará por Margarita Stolbizer.
El zapallo de Macedonio
Los malabares dialécticos del macrismo para explicar que sólo los necios permanecen idénticos a sí mismos aun cuando se modifique el contexto, no hacen más que ratificar el sentido de la rectificación: tal como viene ocurriendo en vísperas de cada elección presidencial, es notoria la bancarrota política y cultural de una oposición que se entretiene con naderías que agranda como El zapallo que se hizo cosmos, de Macedonio Fernández, mientras el gobierno encara las cuestiones de fondo que hacen al bienestar de la mayoría, la inserción internacional del país y la defensa de la soberanía. Alguna vez Sergio Schoklender, ahora Mirtha Legrand, se convierten en la conducción ideológica de esa oposición errática y desconcertada, que se basa en estereotipos y abstracciones y ni siquiera osa decir su nombre. Por eso suele tener desempeños pasables en los comicios de medio término, cuando el voto puede usarse como castigo por tal o cual medida o actitud accesoria, pero no se sostiene cuando está en juego la conducción. Los políticos y sus gurúes que buscan controlar por el terror (como analiza Alfredo Zaiat en su muy didáctico y original último libro, Amenazados, el miedo en la economía) asustan cada vez menos, porque como decía un pensador argentino de mediados del siglo pasado, la experiencia es la parte activa de la sabiduría. Con las catástrofes de 1982, 1989 y 2001 el país está curado de espanto y no quiere prestarse a un nuevo experimento sobre seres vivos.