Precios altos y sueldos atrasados reducen el poder adquisitivo y hacen que más gente de clase media vuelva a consumir en este tipo de negocios. Cómo funciona la cultura del “rebusque
udablemente la clase media está haciendo malabares para mantener su poder adquisitivo. Frente al nuevo contexto económico, muchas familias vuelven a recorrer calles y negocios -sobre todo de indumentaria- que habían dejado de frecuentar. Precio, variedad y calidad estándar son los motivos por los cuales los persas de Mendoza son los elegidos ante el actual panorama recesivo, además de las compras en Chile.
Es así que los negocios ubicados en las calles General Paz, Godoy Cruz y Las Heras están siendo la alternativa cada vez más buscada por la clase media y media-alta mendocina, con el objetivo de cuidar el bolsillo y hacer valer los ingresos.
En sólo dos calles -General Paz y Godoy Cruz-, y en sólo dos cuadras -entre España y Patricias Mendocinas- se concentran tres persas privados y un paseo de compras municipal, una galería y más de 100 locales con productos de indumentaria para niños, hombres, mujeres, deporte, de gala, entre otros.
Lo que llama la atención es que durante el recorrido por estas arterias todos los negocios están ocupados, a diferencia de otras avenidas del microcentro de Mendoza, donde los carteles de alquiler son cada vez más frecuentes.
Por dentro de los persas sí es cierto que los locales no están colmados de gente, pero el tránsito es mucho más concurrido que en otros lugares y los fines de semana caminar o estacionar por calle Godoy Cruz, 9 de Julio, Las Heras y Patricias Mendocinas es mucho más complicado que hacerlo en arterias cercanas a la Peatonal Sarmiento. Ante los aumentos de precios, estos sitios vuelven a ser elegidos por todos los sectores sociales, quedando atrás el concepto que los tildaba como “populares” y que ofrecían sólo productos de baja calidad.
Los propietarios de algunos locales en los persas consultados por Los Andes coincidieron en que las ventas cayeron. No obstante, supieron señalar que notan un flujo de clientes que antes no frecuentaba estos lugares.
De hecho, desde uno de los negocios que desde hace 16 años ofrece indumentaria femenina, su propietaria comentó que “hay mujeres que nos confiesan que compraban ropa de marca en Palmares o en el Shopping y ahora no pueden adquirir las mismas prendas o en iguales cantidades. Por ende, prefieren poder vestirse en esta nueva temporada con más artículos -sin relegar calidad- pero a precios más accesibles”.
Quiénes son de clase media
Según la estructura socioeconómica presentada por CCR, el 46% de la población pertenece a la clase media. Según el estudio, el 17,4 por ciento es la clase media típica -con ingresos por hogar de $ 40.200-, mientras que el 29,4 por ciento a la clase media baja -con ingresos por $ 19.700-. Pero además, un gran porcentaje (48%) de la población, según el informe, pertenece a la clase baja, el 31,4 por ciento a la clase baja superior -con ingresos por hogar de $ 9.700-; y 16,6 por ciento a la baja -con ingresos por $ 5.329-.
De este modo, sólo el 5,2 por ciento de la población pertenece al ABC1 con un ingreso neto promedio por familia de $ 129.900.
Según explicó Patricia Sosa, directora comercial de Cuore CCR, pos devaluación hubo algunos movimientos en la escala socioeconómica: aquellos de ABC1 que bajaron un escalón (0,6%), la clase media baja a clase baja superior (0,8%) y esta a clase baja inferior (1,1%). Sobre todos estos resultados, lo que aseveró la especialista en consumo es que a 21,4% de los hogares argentinos apenas les alcanza para cubrir la Canasta Básica Total ($ 7.700). De este modo, llevado a población es 30%.
Nuevas conductas de consumo
Frente a la pérdida de poder de compra, la clase media ha cambiado sus conductas de consumo. Esta parte de la sociedad no resigna gastos post devaluación, pero está en la búsqueda permanente de cupones y ofertas, y las segundas marcas están siendo las ganadoras en este contexto. Según el último estudio de Pulso Social 2016 que realiza la consultora CCR, está naciendo el culto del “rebusque” como estrategia de consumo por la clase media, y es aquí donde entran en juego los persas.
Pero no sólo la clase media, sino también la media-alta ha cambiado. Según señaló Patricia Sosa, directora comercial de Cuore CCR, hay mucha racionalidad en las compras. Frente a esto “es que ha habido un fuerte crecimiento de segundas marcas y de la búsqueda de precio-calidad, no sólo en las cadenas de supermercados, híper, mayoristas, sino también en lo que tiene que ver con la indumentaria”, remarcó la especialista. A lo que agregó: “Esta clase si no compraba marca no adquiría el producto; ahora, por lo contrario, no se casa con ninguna.
Según nuestros focus group, más de un entrevistado dijo que si consideraba que era de calidad el producto lo compraba. De hecho, en Buenos Aires ha crecido la afluencia de gente que recorre la calle Avellaneda, que es algo así como Once. La clase media empieza a acercarse a esos lugares”.
El objetivo de la clase media con esta nueva conducta, según Sosa, es poder ahorrar y destinar el gasto a otros rubros que no relegan, como pueden ser celulares y zapatillas de marca, así como consumos aspiracionales de la clase baja que generan gratificación personal, como es ir al cine o a un restaurante.
Damián Di Pace, especialista en consumo y director de la consultora Focus Market, coincidió que la clase media siempre priorizó marcas; sin embargo, al igual que su par, estimó que ante la caída del poder adquisitivo su consumo se está desplazando a segundas marcas y a comprar indumentaria en sitios que antes no recorría. No obstante, indicó que es muy posible que ante un reacomodamiento de la economía vuelvan a recorrer los mall y a adquirir primeras marcas, sobre todo de indumentaria.
Lo que sucede, según explicó el consultor de CAME, es que no está en la mente del consumidor de la clase media de Argentina el cambiar sus marcas de consumo, sino que es algo coyuntural. De hecho, remarcó: “El argentino es capaz de prescindir de alimentación pero no de marcas de uso”. Además, sobre todo, en algunos grupos etarios, como por ejemplo el que componen los adolescentes, no se vuelcan a segundas marcas, ya que comprar algunas marcas implica pertenencia en su grupo.
Pero también hay otro fenómeno, y es que en este contexto también hay empresas que nacen de la oportunidad, como por ejemplo marcas de diseño con precios más accesibles, que comienzan a ser consumidas en recesión y luego se consolidan por la calidad y el precio. Mientras que en el caso de sitios como los persas de Mendoza, estimaron los especialistas que lo que puede suceder es que en algunos lugares sí se siga comprando, mientras que gran parte de la clase media, ante un mayor ingreso familiar, deje de frecuentar estos negocios.
Los precios
Durante la recorrida por la calle General Paz, más de un transeúnte se mostraba sorprendido por las diferencias de precios y la calidad. Es que muchos de ellos habían vuelto a esta calle, característica por sus locales de indumentaria y calzado a precios mucho más accesibles que los que se puede encontrar a sólo tres o cuatro cuadras del kilómetro cero de Mendoza, y ni hablar de los valores de los mall y shopping de la ciudad.
Entre las ventajas que destacan algunos de los consumidores, además de los precios, es que en un mismo espacio se puede mirar y comparar precios.
Este es el caso de Eugenia, de 34 años. “Hace algunos años atrás, cada tanto recorría estas calles, pero muchas veces los precios no eran tan distintos a los de los negocios ubicados en calle Espejo o 9 de Julio. Sin embargo, con los últimos aumentos y con mi sueldo que no se ha elevado en proporción, volví a recorrer estas casas de ropa, sobre todo por lo que me decían mis amigas. Y es así, por ahí, por $ 1.000 te podés llevar más de dos o tres prendas, mientras que en otros lados con suerte te llevás una”, contaba esta mujer.
Es que la diferencia de precios es real. Por ejemplo, un pulóver en uno de los persas, de buena calidad puede estar entre los 300 y los 500 pesos. Mientras que el mismo en otro sitio arranca en los 600 pesos. Para el caso de remeras básicas, con alguna estampa, la diferencia es mayor. En uno de los locales de la General Paz podías ubicarlas a 150 pesos, mientras que en los negocios de San Martín y Espejo están en los 300 o 400 pesos.
Para los jean, en sólo dos cuadras se nota la diferencia de precios. Dentro de un persa, por 400 pesos te llevás uno; fuera de él, en un local aledaño, está a 500 pesos -mejor calidad y diseño- y por las mismas características en San Martín y Necochea, está a 800 pesos.
La duda que recae en estos casos es la calidad. Pero según Mariana -de 42 años- es sólo cuestión de buscar. “Hay excelentes calidades e iguales a las que podés encontrar hasta en negocios de primeras marcas. El tema es saber comprar”, remarcó.
No obstante, otra mujer, que junto con su marido paseaban por esta zona, expresaron que ellos empezaron este año a comprarles a sus hijos todo tipo de indumentaria, mientras que para el calzado siguen frecuentando casas de deportes. Sin embargo contaron: “Por 2.000 pesos nos llevamos alrededor de 15 conjuntos. Por ese mismo dinero, en las tiendas de un shopping, no compramos ni dos prendas, en los niños la diferencias de precios son abismales y muchos de los negocios del microcentro se abusan”, estimaron.
Al igual que la indumentaria para adultos, la diferencia de precios de la ropa para los más chicos también es importante. Un conjunto de algodón, buzo y pantalón, se puede encontrar entre los 140 y 250 pesos. Mientras que en la calle 9 de Julio entre Rivadavia y Peatonal, el valor asciende a entre los 600 y 1.000 pesos.
“En cuanto a calidad, es discutible en algunas prendas, pero indudablemente se paga marca en más de un producto. El año pasado hice toda la compra de invierno en un casa de acá, y nunca se achicó, se destiñó o la estampa se borró. Excelente todo”, expresó una mamá.
Los bajos costos
¿Por qué, a calidades similares, la indumentaria es más económica en los persas que en un local de calle Espejo? En algunos casos, la respuesta concreta es difícil de desentrañar. No obstante, desde la FEM y Cecitys, indicaron que la clave está en la estructura de costos. Marcelo Marra, vicepresidente de la segunda de ellas, contó: “Tienen al personal en negro, no están inscriptos y los controles no son rigurosos”.
Hay otros motivos. Los alquileres -a pesar de que no son económicos- sí son más bajos en contraste con las zonas “top” de Mendoza. Por ejemplo, un stand dentro de uno de los persas está a $ 15.000 al mes, más $ 3.000 de expensas. En cambio, uno de la calle 9 de Julio puede llegar hasta $ 40.000. Otro punto es que el marco de legalidad está en cuestionamiento. Los negocios dentro de los persas no aceptan tarjetas de crédito, casi ningún propietario de estos espacios es responsable inscripto. Además, más del 80% de la ropa que llega a esta zona proviene de La Salada.
(Fuente: diario Los Andes)