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El nuevo miedo argentino: perder el trabajo

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El año pasado el tema apenas se registraba, pero para más del 60 por ciento ya superó hasta la inflación y la inseguridad. Más de la mitad de los encuestados teme por su trabajo o por el de alguien en su familia.

A contramano del discurso del oficialismo, que considera que no hay crisis de desempleo, casi todos los encuestadores afirman que más del 60 por ciento de los consultados sostiene que existe una grave situación de despidos y pérdida de empleo. Además, hay dos encuestas que señalan que la mitad de los ciudadanos piensan que ellos mismos o alguien de su familia podría perder el trabajo este año. Sondeos de opinión recién terminados indican que el desempleo ya pasó a ser la principal preocupación de los argentinos, por encima de la inflación –un tema más que candente– y la corrupción, en éste último caso pese a las horas que algunos medios le dedican a realizar un show del caso Lázaro Báez. Muy lejos, en cuarto lugar, quedó la inseguridad, otrora tema preferido de algunos medios. Los consultores están de acuerdo en que durante 2015 menos del diez por ciento de los encuestados decían que estaban preocupados por el desempleo, porcentaje que ahora trepó sideralmente. En línea con este cuadro de situación, una amplia mayoría está de acuerdo con la ley antidespidos (ver aparte).

Las conclusiones surgen de una serie de encuestas realizadas por distintos consultores y en las que, cada uno por su lado, llega a resultados casi idénticos. Mientras el Gobierno afirma que no hay despidos o que la ocupación sigue siendo la misma, los ciudadanos piensan muy distinto: el desempleo pasó a ser su principal preocupación, casi a la par del otro efecto del plan económico, el aumento de precios y la pérdida del salario real.

Federico Aurelio, uno de los titulares de Aresco, sostiene que “la mayor parte de la sociedad (el 67 por ciento) considera que hay una crisis de empleo, y es después de la inflación el problema económico más relevante para los argentinos. Esto se produce en un marco de gran preocupación y valoraciones negativas de la situación económica actual del país. Cuando a la gente se le pregunta por su situación personal, también las valoraciones son negativas respecto de lo que pasa en su economía familiar, aunque por supuesto, como es tradicional, algo menos negativas que cuando el encuestado habla sobre la situación del país. El empleo es un factor que tiene una gran incidencia en el humor social de la población”.

Hugo Haime, de Haime y Asociados, tiene también datos muy recientes. “Más allá de las estadísticas oficiales y oficiosas, en el último mes la desocupación pasó a la cabeza del ranking de problemas importantes del país. El 33 por ciento de los encuestados dijo que era el problema más importante, desplazando al incremento de precios o la inflación, con el 29 por ciento y la corrupción con el 28 por ciento. Aclarando que no nos ocupamos de estadísticas sobre el nivel de ocupación y condiciones laborales, sí tenemos mediciones mensuales respecto a la percepción de la opinión pública sobre temas económicos y sociales. Específicamente en relación a los temas de empleo”

Como todos los consultores, Haime le preguntó a los encuestados qué pasa en su familia. Así resume su conclusión: “En este nivel, que es más personal, ya no preguntamos sobre problemas del país, sino el problema que más le afecta personalmente. En ese terreno, el 18 por ciento dijo en marzo que la desocupación es el problema que más le afectaba, pero ese porcentaje pegó un salto al 24 por ciento en abril. En 2015 todos estos niveles eran más bajos, siete puntos por debajo de lo que es ahora. No estamos diciendo que la desocupación creció siete puntos respecto a un año atrás, ni seis puntos respecto al mes pasado, sino que lo que creció es la preocupación de las familias por el empleo, lo que abarca desocupación, subocupación o temor a la pérdida de trabajo. Y esto no se puede dejar de unir a otros indicadores asociados a problemas con los ingresos familiares, que también han crecido. Así creció cuatro puntos en el último mes la preocupación por los bajos salarios: el 28 por ciento de los entrevistados lo manifiestan. Y la inflación sigue figurando como uno de los principales problemas que afectan la vida cotidiana”.

Analía Del Franco, de Analogías, acaba de cerrar una encuesta en el Gran Buenos Aires. Es una muestra de 500 casos en el conurbano. “El clima social respecto de este tema es de gran preocupación e incertidumbre. Un 48 por ciento de la población del Gran Buenos Aires considera que personalmente o alguien de su familia podría quedar sin empleo este año, y la sensación es peor cuando se generaliza llegando a un 64 por ciento que piensa que el desempleo va a aumentar durante este año.”

Los sectores que según nuestros datos son los que presentan mayor nivel de preocupación corresponden a la franja de edad de 30 a 45 años y los niveles económicos de clase media. Los sectores populares comparativamente muestran menor nivel de preocupación que la clase media. Una hipótesis puede ser que aquellos con trabajo formal, es decir que tienen puestos fijos, pueden sentir más seguridad o protección. Por lo menos más que la clase media que, en gran parte, están fuera de convenio”.

“No queda duda alguna –afirma Roberto Bacman, titular del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP)– al menos desde la perspectiva de las opiniones de los argentinos en los últimos tiempos, la existencia de una creciente preocupación por la desocupación. Junto con la inquietud por la marcha de la economía y la inflación, el desempleo se ha convertido en uno de los dos principales factores que en la actualidad definen de manera más contundente al humor social de esta época. Dicho en otras palabras, en el imaginario colectivo se ha internalizado una significativa percepción que existe en nuestro país una crisis de empleo. De esto tampoco quedan dudas. Asimismo es posible concluir que la desocupación es un indicador perceptual que crece de manera asociada a la ola de despidos que se han producido estos últimos meses, tanto en el ámbito público como en el privado. Es más: las percepciones de la opinión pública acerca de lo realizado por el gobierno nacional para combatir la pobreza son negativas. Nadie puede olvidarse que Macri anunció a lo largo de su campaña pobreza cero. Las últimas encuestas realizadas lo ubican muy lejos de respetar la palabra empeñada: el 70,1 por ciento de los argentinos se muestran insatisfechos con lo realizado para lograr la disminución de la pobreza. Desocupación y pobreza son dos variables inevitablemente asociadas. Desde el punto de vista estrictamente estadístico no es un dato menor que al día de hoy casi 3 de cada 10 argentinos (28,2 por ciento para expresarlo con mayor exactitud) estén manifiestamente preocupados por la posible pérdida de trabajo; percepción que, incluso, está fuertemente asociada al nivel socioeconómico del entrevistado y trepa hasta casi cuatro de cada diez entre los argentinos que pertenecen a los estratos más bajos. Una percepción de tan alto impacto con relación a la posibilidad latente de la perdida del empleo no es una cuestión puramente individual: pesa la realidad y el clima de época generado, los medios de comunicación, las redes sociales y los grupos primarios (que no son otras cosa que vecinos, amigos y familiares) que comienzan a alarmarse por el desempleo”.

Artemio López, titular de Equis, ratifica que “la percepción de la crisis de empleo es muy extendida El principal problema de los argentinos vuelve a ser el temor a la pérdida del trabajo. Más de un 60 por ciento de los consultados por cualquier estudio no oficialista así lo muestra. No es para menos. Según la Unión de Aseguradoras de Riesgo de Trabajo (ART), y tal como lo muestra el cuadro (ver cuadro), la cantidad de trabajadores asegurados cayó en 90.000 desde diciembre, de ellos 57.000 pertenecen a la construcción que vio caer su actividad verticalmente por el freno a la obra pública y el Plan Procrear, así como una fuerte caída en la actividad privada a punto que los proveedores de insumos muestran un descenso de 22,3 por ciento respecto al mes de abril de 2015. Por cada puesto que se pierde en la construcción de manera directa, caen otros dos, indirectamente, muchos informales, por lo que la magnitud del daño es mayor que la que refleja la estadística de la Uocra. Por otra parte se registraron hasta hoy 33.052 despidos estatales por lo que el conjunto del sector formal privado y estatal ha perdido ya no menos de 200.000 puestos de trabajo a los que hay que sumar los puestos informales de difícil registro pero que elevan ese número a un piso total de 250.000 puestos de trabajo perdidos en solo cuatro meses, algo así como 2000 puestos diarios”.

(Fuente: Diario Página 12- Raúl Kollmann)