Los vecinos llevan años denunciando la problemática, solicitando la intervención del gobierno y elevando notas a distintos organismos sin obtener respuestas. Debió llegar un año con grandes lluvias y crecidas de los arroyos, para que el paraje sancarlino fuera escuchado. Finalmente llegó una respuesta oficial y un plan de obras desde el Estado provincial.
Cápiz es un lugar que recibe agua del río Divisadero Negro y, de acuerdo a testimonios de vecinos, el río ha llegado a tener volúmenes aproximados de unos 100 metros cúbicos por segundo. Hace 30 años, por seguridad sobre el río natural se construyeron defensas porque la comunidad ya había sido afectada con un caudal que aumentaba de acuerdo a las lluvias.
La crecida del Divisadero Negro en el 2011 inundó viviendas sobre la calle Las Rosas, se llevó animales y mató más de 300 mil peces de un emprendimiento privado de piscicultura. Una situación similar se produjo en marzo de 2012 y a fines de 2013.
En el año 2014, nos hacíamos eco del reclamo y acompañábamos a los vecinos en la lucha contra un privado que había llegado al paraje sancarlino 8 años antes, comprando un terreno que ocupaba parte del arroyo natural del Divisadero Negro, realizando plantaciones de ajo sobre el cauce seco, modificando peligrosamente el cauce natural e histórico del río.
El río, que venía teniendo crecidas desde 2011, en el año 2014 atemorizaba a los vecinos y con razón, ya que en un año habían sufrido tres grandes inundaciones. El cauce nuevo trazado –el artificial- era mucho más estrecho, traspasaba un cerro y tenía serias dificultades para que el agua se trasladara. Las crecientes habían llegado al Centro de Salud, a la escuela, a varios hogares ubicados en los alrededores del destruido rio seco, y pasaron muy cerca de la central eléctrica ubicada en la histórica comunidad de Cápiz.
La solución que planteó ayer el gobierno provincial
Por primera vez, en muchos años, se habla y se propone restablecer el curso del cauce original. “Este problema pasa en toda Mendoza. Se modifican los cauces, muchas veces amparados en el hecho de que pasan muchos años sin crecidas, y luego cuando vienen las fuertes lluvias, las crecientes toman otros rumbos afectando varias zonas”, explicó David Cangialosi, actual director de Hidráulica del gobierno provincial. Ante periodistas locales, el funcionario informó que lo que se va a realizar es: “restaurar el cauce a su traza original y dirigirlo a su posición única, de este a oeste, hasta llegar al arroyo San Carlos. Y además, solicitar la intervención sobre algunas propiedades, para poder atravesarlas”.
A la par, y de acuerdo a lo que se le consultó al funcionario, el gobierno ya realiza obras y trabajos de mitigación sobre el actual arroyo. Tal como informó este diario semanas atrás, y de acuerdo a lo que había advertido Vialidad provincial, sobre el arroyo artificial se realizan varias obras a efectos de dar una solución momentánea a los vecinos. “En breve terminaremos este reacondicionamiento para que el arroyo logre soportar una mayor crecida”, sintetizó Cangialosi. El funcionario provincial además detalló que “la cuenca del arroyo Divisadero Negro es muy grande, con un pico de crecidas de 100 metros cúbicos por segundo, el doble del módulo río Mendoza. Afortunadamente esa crecida no la hemos tenido”, expresó y fue reiterativo al momento de decir que la mayor obra y solución es que, “el cauce vuelva a su trazado original”.
“La restauración implicaría restituir el cauce a la traza original, para lo cual calculamos unos ocho meses de ejecución, con un monto de obra aproximado de dos millones y medios de pesos”, sintetizó el titular de Hidráulica. Todo esto se realizará posterior a obtener las autorizaciones de los privados que tienen tierras sobre el margen natural del arroyo.
En este sentido, el subsecretario de Infraestructura Daniel Chacahuala informó que “no va a existir expropiación, pero apelamos al sentido común de todos los habitantes, entendiendo que saben que el cauce hay que restablecerlo a la traza original para disminuir el problema”.
El problema
Por un lado, el cauce del río Divisadero Negro, que tenía una dirección de este a oeste, fue desviado hace varios años hacia el sur, donde no hay pendiente. Ese es el mayor problema por el que se desborda actualmente. Pero éste no es el único cauce que afecta a Cápiz, ya que hay varios arroyos secos y cuencas naturales. Esta zona, anteriormente era conocida como la cienegûita, es decir era un antiguo pantano. Las napas freáticas están muy próximas al nivel de superficie, por lo cual el agua no infiltra, y una simple lluvia en el lugar anega la zona.
Cuando los vecinos comenzaban a manifestarse y a reclamar, el principal cuestionamiento que hacían era que el trazado del nuevo cauce era un peligro para todos los habitantes. En su momento, el maestro de la escuela rural de Cápiz, José Bandiera, comentaba que “el agua se traslada arrastrando un montón de sedimentos por lo que levanta del piso artificial del cauce y vuelve al cauce viejo que está totalmente destruido”.
En una entrevista realizada años atrás a Samuel Mercedes, vecino que llevaba 84 años viviendo en Cápiz, comentó que el Río Seco del Divisadero –tal como lo llaman- corría de este a norte, luego iba hacia el oeste y “encaraba” hacia el sur, lejos se observaba como el agua se estancaba por meses en una franja amplia de tierra. Ese cauce que trasladaba el agua tenía aproximadamente 150 metros de ancho. El actual construido por Hidráulica solo tiene 30 metros de ancho, y en algunos tramos son solo escasos 10 metros. Esto, agregado a las dificultades que tiene el agua en el nuevo trazo, y a que los bordes que la contienen no son de greda ni mucho menos naturales, tan solo se componen por bordes de arena que son arrastrados por la creciente.
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Por Paula Hinojosa