Lotean y edifican un barrio sobre un sitio arqueológico, en donde se puede observar la historia de estas tierras desde mucho antes de la colonización. En su suelo se han hallado componentes cerámicos, depósitos de huesos de animales y numerosos elementos que van desde lo indígena a lo colonial. Esta situación fue dada a conocer por la periodista local Gisela Manoni, corresponsal de diario Los Andes en la región.
La situación, según expone la periodista local, se produce desde hace unos cinco años en el departamento y, actualmente ya hay viviendas construidas en este “laboratorio arqueológico”. Sin embargo, esto no sería un impedimento para los investigadores del Conicet y la UNCuyo, si se llega a un acuerdo con los actuales propietarios.
La nota
Desde hace años se sabe que el lugar conserva interesantes vestigios del pasado. En su suelo hallaron componentes cerámicos, depósitos de huesos de animales y numerosos elementos que dan cuenta de una secuencia de unos 2.300 años, que va desde lo indígena a lo colonial. Incluso, se encontró el “arranque” de un largo muro que sería parte de la estancia jesuítica del siglo XVII, donde se empezó a escribir la historia de Tupungato y del Valle de Uco.
Este sitio fundacional está en el distrito tupungatino de La Arboleda. El equipo de arqueólogos que lo ha “caminado” destaca el alto potencial científico del área y los aportes que podría hacer al rescate de la prehistoria de Mendoza. En las publicaciones del momento, también aplaudieron el hecho de que el predio estuviera “libre de plantaciones y de construcciones”.
Pero ahora esto cambió. La desidia estatal por los temas patrimoniales, las irregularidades dominiales que abundan en la zona y el fuerte desarrollo inmobiliario que vivencia el Valle de Uco llevaron a que esta hectárea histórica se loteara años atrás. Hoy algunos propietarios ya construyen o proyectan sus viviendas sobre un terreno que guarda siglos y siglos de historia local.
Estas doce familias no supieron, hasta hace poco, el fuerte valor patrimonial de los terrenos que habían adquirido. Con un barrio en puertas, el desafío actual es poder continuar la investigación sin afectar los intereses particulares, que en algunos casos se traduce al sueño de la casa propia.
“Existe el deseo científico, pero no la voluntad de avasallar a nadie. Esto debe ser un proceso abierto y concensuado”, expuso Roberto Bárcena, quien dirige los estudios del Conicet y la UNCuyo. El especialista señaló que ha concertado realizar en abril sondeos en una de las propiedades, para con los “hallazgos” en mano convencer al resto de la importancia de proteger entre todos este tesoro escondido.
El yacimiento
Este laboratorio arqueológico se extiende a lo largo de una hectárea en el bello distrito de La Arboleda, a pocos kilómetros del centro de Tupungato. Allí, frente a la escuela Lindor Castillo, un monolito recuerda la fundación del departamento, que data del 8 de noviembre de 1858.
Sin embargo, los estudios más recientes demostraron que al lugar le queda aún mucha historia por contar. Más que la escrita por historiadores, como Dionisio Chaca, que ya hablaban de la ocupación de estas tierras por parte de comunidades originarias y luego la instalación allí de la estancia de Jesús, María y José de Uco, creada por la Compañía de Jesús a principios del siglo XVII y hasta su expulsión en la segunda mitad del siglo XVIII.
Las prospecciones realizadas por los equipos de Bárcena y María José Ots permitieron cotejar en el mismo sitio elementos que dan cuenta de la instalación jesuítica con la superposición respecto a la indígena preexistente. “Se reconoció la sucesión regional de los componentes cerámicos gris indígena, naranja pintado Viluco y abundante naranja vidriado colonial que suponemos de manufactura local”, publicaban los arqueólogos en 2012. La colección se resguarda en la Facultad de Filosofía y Letras.
El estudio también presume que allí se ubicaba el casco de la estancia jesuita, específicamente su iglesia levantada dos veces (en la segunda mitad del siglo XVII sufrió un ataque de aborígenes) y los vestigios de las actividades realizadas, como la matanza de animales. Este amplio solar era una antigua finca de frutales “que mantiene las evidencias de roturación y algún frutal seco en su posición original”.
Quizá uno de los descubrimientos más interesantes es “el de una estructura bien conservada y de unos diez metros de extensión, conformada por piedras escogidas, asentadas con mortero de barro, que conformarían el cimiento de un muro de características coloniales”, señala Bárcena. “Tenemos razones de más para creer que podríamos hallar más remanentes de la infraestructura jesuítica”, confió.
Olvido y desidia
No se levantó ninguna voz de alerta cuando hace cinco años se empezó a lotear el lugar. No hubo advertencias ni en el ámbito local ni en el provincial. Consultados los concejales del departamento, sostienen que el tema ni siquiera se trató como una preocupación en el recinto. A nivel municipal, la falta de controles y planificación en el registro y uso dominial del lugar sumó para ocultar el problema.
Ángel Tabano, el antiguo propietario de la hectárea en cuestión, aseguró a Los Andes que “la investigación había terminado” y que “no había impedimentos para ocupar el terreno”. Incluso, dijo que se había hablado la idea de dejar espacio para un “bulevar de la fundación”.
Lo cierto es que ya hay casas construidas o en costrucción y nunca se sabrá qué tesoros guardaban sus profundidades. Bárcena sostuvo que hay intervenciones que se pueden hacer en patios y otros rincones, con el permiso de los vecinos. “Existen modelos en todo el mundo de exposición patrimonial dentro de barrios o casas privadas. Hay que estudiar qué posibilidades se dan aquí”, indicó.
Por su parte, algunos vecinos están consustanciados con el conflicto y quieren ayudar en su solución. En reuniones mantenidas con profesionales estudiaron la posibilidad de poner en valor el sitio con un museo al aire libre o con un centro de interpretación histórico y fundacional. La idea también ha recalado en los nuevos funcionarios de Cultura del departamento.
Cecilia Jaime es una de las propietarias que ha ofrecido su lote para que el equipo de Bárcena realice prospecciones desde abril. “Nos hemos encontrado con muchas sorpresas y dificultades. Pero si se puede ayudar a rescatar estos restos arqueológicos que tienen información de miles de años, a mí me interesa colaborar”, dijo.
Comprometer a la comunidad para preservar su historia
Lo ocurrido en La Arboleda también muestra una falta de conocimiento por parte de los vecinos de este paraje rural, quienes podrían haberse movilizado para defender esta parte central de su historia.
Estudiar cómo percibe esta comunidad rural los hallazgos realizados en su lugar y lograr una mayor “valoración y uso social del patrimonio arqueológico” fue precisamente el objetivo de un proyecto, financiado por la UNCuyo, que vino a colaborar con esta problemática de la zona años atrás.
El epicentro de trabajo fue con los alumnos, docentes y padres de la escuela de La Arboleda. Los arqueólogos fueron presentados como “Buscadores de historias” y se llevaron a cabo talleres, charlas y juegos a partir de técnicas participativas de educación popular. Aunque también estos estudiantes y especialistas de la UNCuyo trabajaron con entrevistas a personas mayores y referentes de la comunidad.
Con toda la información obtenida y el camino recorrido, se realizaron publicaciones y productos audiovisuales. “Fue una práctica muy enriquecedora. Conceptos abstractos -como el de patrimonio, identidad, etc.- pudieron ser trabajados y familiarizados, incorporándolos a la vida cotidiana de los actores”, expuso Karina Castañar, integrante del proyecto, quien destacó la necesidad de fomentar el diálogo entre la ciencia y la realidad local.
Fuente: Gisela Manoni para diario Los Andes
Fuente fotografía: Marcelo Rolland / Los Andes