Aparecen tres sectores interesados en tomar la conducción del peronismo y la principal oposición al gobierno de Mauricio Macri. El kirchnerismo bajo el liderazgo de Cristina Kirchner se presenta como el sector mayoritario.
¿Cómo quedará el peronismo luego de la derrota de Daniel Scioli en el ballotage? La derrota electoral colocó desde anoche al peronismo en estado revulsivo. Sucedería en cualquier partido, pero en el PJ, poco acostumbrado a las derrotas y a reorganizarse como oposición, el efecto se multiplica. A grandes rasgos, aparecen tres sectores con intenciones de manejar la futura conducción partidaria, los tres con diferente estructura y posibilidades. El primero, el más natural, es el kirchnerismo, que cuenta con la conducción indiscutida de Cristina Kirchner, aunque la Presidenta nunca fue muy aficionada a los entretelones de la interna. El otro sector es el de los gobernadores del PJ, dentro del cual el salteño Juan Manuel Urtubey –quien en los últimos días acentuó su perfil crítico– ya manifestó sus intenciones de aspirar al cargo, aunque otros como Jorge Capitanich también podrían medir sus posibilidades. El último es el sector disidente que encabeza Sergio Massa, quien adelantó su propuesta de apoyar al cordobés José Manuel de la Sota para la jefatura del partido. Claro que estos últimos hoy se encuentran por fuera de las estructuras oficiales y no son muchos los que se muestran dispuestos a reabrirles las puertas.
Curiosamente, dos dirigentes partidarios consultados coincidieron en comparar la situación que se abre a partir de hoy dentro del peronismo con la generada en 1983, luego de la derrota contra el radical Raúl Alfonsín. Recordaron que entonces la renovación encarnada por Antonio Cafiero –y varios dirigentes por entonces jóvenes como De la Sota– se mimetizó en las formas y en lo ideológico con el radicalismo gobernante. Eran la cara “moderna” frente al viejo peronismo de Italo Luder, Herminio Iglesias y Lorenzo Miguel. Los dos dirigentes evaluaban que Urtubey tiene en mente encabezar un “PRO-peronismo”, un PJ de centro, “moderno”, aggiornado al ciclo que inicia, superador a la etapa kirchnerista, con la que cada día exhibe más diferencias.
“El peronismo existió antes de Cristina y va a seguir existiendo después”, declaró Urtubey días atrás. El salteño recordó que Eduardo Fellner –el gobernador de Jujuy que perdió la provincia en las elecciones del 25 de octubre– tiene mandato como presidente del PJ hasta mayo. “A partir de esa fecha, el peronismo debe transformarse en un partido moderno que entienda la problemática de la sociedad”, agregó. Para los kirchneristas, eso debe interpretarse como su intención de darle al peronismo un volantazo hacia el centro, en la postura de oposición “sensata” al macrismo. Se agarran para eso de la versión que circuló en las últimas horas sobre un supuesto diálogo reservado entre Macri y Urtubey, en el que el presidente electo le habría pedido al salteño que le ayudara en la comunicación con el peronismo, aislando al kirchnerismo. “El mismo Macri sería así quien le daría legitimidad a este ‘PRO-peronismo’”, argumentan.
El kirchnerismo, en tanto, debe resolver sus propias cuestiones. Cristina Kirchner deja la Presidencia luego de ocho años de mandato con buenos índices de aceptación, pero nada indica que piense dedicarse los próximos meses a las cuestiones partidarias, un tema por el que nunca mostró demasiado interés. Por ahora no dijo cuáles son sus planes inmediatos. Máximo Kirchner llegará en diciembre a la Cámara de Diputados comandando un bloque de más de 30 legisladores de La Cámpora, lo que le otorgará un peso propio en el escenario político. Pero, aun quienes militan cerca de él, aseguran que si bien le corresponderá ocupar un papel de mención en el futuro del peronismo no lo imaginan en la carrera por un cargo como la presidencia del PJ. Por otro lado, hay dirigentes que se han mantenido alineados dentro del kirchnerismo que empezaron a reclamar en los últimos días –aunque por ahora en voz baja– un armado “más amplio y plural” del espacio, en el que La Cámpora ocupe un rol menos preponderante. Este sector, la única conducción que reconocen es la de Cristina Kirchner.
Aunque quedaron terceros en las elecciones generales, Massa y De la Sota mostraron en los últimos días sus intenciones de reintegrarse al justicialismo para buscar su conducción. El 22 de noviembre pasado, Massa festejó el Día del Militante en Tigre. “Quiero que le digan a cada militante peronista que desde acá vamos a empezar a construir para volver a llevar el peronismo a la victoria”, les dijo a sus seguidores, después de cantar la marcha. Después aseguró que “el kirchnerismo no es peronismo” y que su aliado De la Sota era “el mejor peronista de la Argentina”. En el massismo lo reivindican como “el único peronista de un distrito grande que consiguió revalidar su liderazgo”.
De un perfil parecido –jóvenes, modernos, dialoguistas–, la gran diferencia entre Urtubey y Massa es que el gobernador de Salta, aun con sus diferencias a cuestas, nunca sacó los pies del plato del Frente para la Victoria y hasta el último día hizo campaña por Daniel Scioli. Massa, en cambio, armó un partido opositor y había en el oficialismo quienes lo señalaban anoche como uno de los responsables de la derrota. “Nunca vamos a olvidar que dejaste al peronismo solo cuando más te necesitaba”, le advirtió Carlos Zannini en la última semana. “Ellos no saben lo que es el peronismo”, refrendaba ayer un dirigente enrolado en el kirchnerismo. “Se puede participar de la renovación si uno se bancó la derrota, no se trata de ir y volver cuando uno quiere”, agregaba.
Pero, además, quedan otros espacios y dirigentes que van a querer tener voz y voto en el rearmado. Por ejemplo, dentro de los gobernadores peronistas, el chaqueño Jorge Capitanich es uno de los que mantiene sus aspiraciones nacionales. Además, no se sabe qué rol buscará tener Florencio Randazzo, quien termina su gestión en mala relación con la Presidenta. También el peronismo bonaerense –aunque un tanto escaldado por los últimos resultados– va a querer tallar en la discusión, principalmente de la mano de algunos intendentes exitosos y de alto perfil como Martín Insaurralde o Patricio Mussi. Lo mismo el sindicalismo, que había prometido volver a unificarse en una sola CGT.
Los resultados todavía se estaban contado y el PJ ya se preparaba para el día después. Militantes y dirigentes de La Cámpora y el Movimiento Evita cantaban en la esquina del hotel NH, el bunker de Scioli, mientras que otros preferían no aparecer.
Fuente: Página 12