Con menos de mil habitantes, Los Sauces guarda valiosas historias y vivencias de los vecinos. En esta nota, el relato de una de las primeras familias del lugar.
Los Sauces es un distrito tunuyanino en el que actualmente viven aproximadamente 660 habitantes, quienes tienen la suerte de apreciar hermosos paisajes de una zona semirural. Por el año 1950 al barrio central del distrito se lo conocía como finca Bascuñán, pero cuando Juan Casales –dueño en aquel entonces de extensas hectáreas de la zona-, donó las tierras a los primeros pobladores, se le cambió al nombre de “Villa Margarita” en honor a su esposa.
A este lugar se mudaron en el ‘75 Elio Domínguez y su esposa Teresa Torres junto a sus hijas Mabel, Cristina, Noemí, Patricia y Mariana. “Cuando llegamos no sé si habían quince casas”, cuenta don Lito, como le dicen, mientras hace el intento por recordar un poco más.
“Habían tres faroles para todo el barrio, tres negocios, el correo, la escuela y nada más”, agrega doña Teresa con voz risueña.
En la casa en la que viven -alrededor del barrio- antes no había luz eléctrica, se iluminaban en la noche con candiles, lámparas y hasta a veces trasnochaban a la luz de las velas. Tampoco tenían agua potable, pero se las ingeniaban para purificar el agua que venía por las acequias con métodos caseros, la filtraban con un pedazo de tela y luego la arrojaban en una pileta. En esa época se usaba la clásica plancha a carbón que en algunas casas aún se las guarda como un objeto preciado.
Pasaron casi dos décadas, -habían nacido Sebastián, Pablo y Débora, sus hijos menores-, cuando el Instituto Provincial de Vivienda (IPV) les hizo entrega a muchos vecinos de la zona de su vivienda propia. Al barrio llamaron ahora como “Milagro”, porque varios de los inscriptos ya habían perdido la esperanza de que les entregaran sus casas por el tiempo que había pasado.
Años más tarde se hizo en el distrito la plaza de juegos para niños, el lugar cada vez se poblaba más de gente y era necesario contar con un espacio para salir a pasear. Así, el tiempo fue pasando y la familia Domínguez fue viviendo el crecimiento del pueblo. “Ha cambiado todo, Los Sauces es una belleza a comparación de antes”, cuenta doña Teresa y don Lito agrega una reflexión: “ahora hay gente que no valora las cosas que tiene, antes era un sacrificio que se hacía día a día, y éramos felices igual”.
Hoy, Elio y Teresa tienen veinte nietos y dos bisnietos. Siguen viviendo en el distrito de Los Sauces donde se construyeron un playón deportivo, una plaza de juegos, un centro de salud, el correo, un gimnasio a cielo abierto, una cancha de fútbol, churrasqueras, un jardín maternal, la delegación municipal y una escuela primaria donde por las noches funciona como un CEBA.
Las anécdotas de don Lito
Entre la historia del pueblo y la familia, siempre se encuentran anécdotas alegres y graciosas como las que surgen de esta entrevista:
> Cuenta don Lito: “Me acuerdo cuando la Teresa estaba planchando con la plancha a carbón y la dejó arriba de una parrilla sobre el piso. El Sebastián (su hijo mayor) era chico y era muy inquieto (…) Se ve que le llamaba la atención la plancha lo que estaba rojo en la parte de abajo, y el muy vivo la quiso tocar desde arriba de la silla en la que estaba sentado, cuando se fue de cabeza hacia la plancha y ¡la partió! (risas). Nosotros ahora lo jodemos que desde ahí es cabeza dura y por eso le decimos burro”.
> Sobre Los Sauces, le preguntamos qué hacía para “matar” el aburrimiento cuando solo había 15 casas y no estaba la plaza para que jueguen los chicos: _“chicos hacíamos, otra cosa no teníamos para hacer”, contesta pícaramente.
Por Cinthia Sanchez (Estudiante Comunicación Social/IESVU 9-015)