Una ONG nacional sumó a la escuela rural Beghín a un proyecto para que los alumnos se expresen con sus propias cámaras.
Cistian Condorí (10) aprieta con fuerza una cajita de cartón que trae entre sus manos. “No tiene que entrar la luz por este agujerito”, explica con una sonrisa y aclara como todo un profesional: “Estoy sacando una foto”. Lo que él y sus compañeros de 5to grado han fabricado, minutos antes, es una cámara estenopeica y las imágenes rudimentarias que obtengan servirán para mostrarles a chicos de otras escuelas del país cómo es un día de convivencia en la suya.
“Estenopeica a la carta” es un innovador proyecto que propone a los alumnos viajar a los orígenes de la fotografía para encontrar allí un medio a través del cual expresar su realidad. La escuela rural 1-577 Humberto Beghin, de Tupungato, es una de las cuatro de la Argentina que ya se han embarcado en esta aventura. Sus paisajes de valle desértico, de montañas nevadas y viñedos ya están en viaje hacia algún colegio de Capital Federal.
Las responsables de hacer rodar esta magia por las escuelas del país son las pedagogas y fotógrafas que integran el colectivo artístico y educativo Construir Puentes. La iniciativa surgió en Buenos Aires y se propone trabajar artística y pedagógicamente la fotografía para abordar distintas realidades y problemáticas sociales, así como también para “prestar voz” a otras cuestiones, como los derechos humanos.
“Particularmente, este proyecto busca vincular escuelas con entornos culturales y geográficos distintos recurriendo a lo artesanal de una carta escrita o una foto estenopeica, frente a un contexto cada vez más tecnológico”, cuenta Mara Folch, una de las mujeres que integran este colectivo.
Antes de esta particular visita a su escuela tupungatina, la incursión de Rodrigo Herrera (11) en la fotografía se limitaba a alguna imagen capturada a escondidas con el celular de sus papás. “Estuvo muy divertido poder sacar las fotos como se hacía antes. Nosotros podemos armar cámaras”, contó entusiasmado el chico al cierre del taller.
Por unos días, su aula se convirtió en un gran estudio de experimentación fotográfica. Dos niñas descubrían dentro de una gran caja oscura el recorrido que hace la luz dentro de la cámara. Otros buscaban el mejor ángulo del paisaje para realizar su toma. Mientras tanto, otro grupo se maravillaba observando cómo surgían las líneas en el trozo de papel dentro de la sala de profesores, devenida -tras cubrir las ventanas con papel negro- en sala de revelado.
Daniela Higa, fotógrafa apasionada de la organización, captó con su lente todo el proceso creativo de los pequeños. La construcción de la cámara estenopeica fue elegida por muchos como la mejor parte. Sobre las mesas, los chicos construyeron sus propias cámaras abriendo un pequeño orificio en el costado de un recipiente de cartón, que alguna vez contuvo dulce de leche. Después colocaron un material fotosensible en su interior y salieron al patio a oficiar de fotógrafos.
Los alumnos del paraje tupungatino Ojo de Agua tuvieron una gran motivación para encarar la empresa. Cada uno recibió una misiva y una foto de un estudiante de Campana, provincia de Buenos Aires. La escuela en cuestión funciona en una isla sobre el río Paraná, hasta la cual llegaban estas profesionales después de viajar una hora y media en lancha. Antes, la misma experiencia vivieron en El Soberbio, un pueblo misionero que limita con Brasil y donde los chicos hablan el “portuñol”.
“Algo que nos llama la atención es que, cuando los chicos reciben la carta, no hacen un juzgamiento estético; pese a que están en blanco y negro, algunas no tienen nitidez o están mal logradas”, comentó Daniela Rodríguez, una de las mentoras de este colectivo. “Vamos aprendiendo muchísimo con los chicos y por eso hemos tenido que hacer modificaciones al proyecto inicial”, reconoció la joven.
Construir Puentes surgió por la inquietud de estos jóvenes de Buenos Aires de acercarse a lo social y se maneja de manera autogestiva.
“La fotografía nos une y el interés por hacer un aporte a la comunidad”, cuenta Daniela.
La idea se terminó de concretar en la carrera de Pedagogía y Educación Social con orientación en Derechos Humanos de la UBA. El colectivo busca acompañar a la escuela a responder a las nuevas complejidades de la sociedad sumando experiencias de aprendizaje no formal.
Fuente: Gisela Manoni/Diario Los Andes