Nos contaron que desde muy temprano estaban practicando la presentación que iban a realizar de su trabajo para los medios de comunicación. Y no era para menos, llevan dos meses realizando un entrenamiento teórico para poder dar inicio de los trabajos prácticos: la primera siembra de una gran huerta orgánica.
Son un grupo de 18 personas con diferentes discapacidades, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, que se capacitan bajo el proyecto de “entrenamiento laboral para personas con discapacidad”, en el marco del programa “Promover”, articulado por el municipio de Tunuyán con el Ministerio de Trabajo de la Nación. La puesta en marcha de este proyecto comenzó el año pasado y este es el segundo grupo de personas con discapacidades que busca insertarse en la sociedad tunuyanina.
Sobre un espacio en desuso, atrás del CIC (Centro de Integración Comunitaria) de calle La Argentina, han montado una gran huerta orgánica. Utilizando tierra que llevaron los municipales de las removidas que se han hecho en algunas calles para el asfaltado nuevo – tierra que ya la han preparado especialmente para su cultivo- y con canteros aéreos para aquellos que tiene discapacidad de psicomotricidad, comienzan la primera siembra.
Y mientras Alicia (no vidente) va leyendo los carteles en braile, ubicados en cada cantero, los demás realizan los surcos y el cultivo. Conocen cada detalle de plantación, “para eso hemos estudiado” expresan y explican que la zanahoria no necesita surcos, sino que es al “boleo”.
Hay de todo en esta huerta: rabanitos, lechuga, acelga, espinaca, y hasta distintas hierbas, aromáticas y medicinales, que sirven para la elaboración de un “insecticida natural” proveniente del humus. El proceso es explicado por Pepe, profesor que los coordina: en un mesón especial para la fabricación de Humus, se produce también un filtrado de la descomposición que generan las lombrices, que mezclado con hierbas aromáticas molidas se genera un líquido que sirve para repeler a los insectos de la huerta.
“El objetivo del programa es trabajar con las personas que tiene alguna discapacidad, desde una mirada inclusiva y ofreciendo la posibilidad de inserción laboral o el logro de un microemprendimiento familiar donde esté incluida la persona con discapacidad”, sintetiza Graciela Solís, directora de Gestión Social de la Municipalidad de Tunuyán.
Mientras realizan la formación, cada participante recibe un incentivo económico de alrededor de 1500 pesos que aporta a la economía familiar y que se acopla a la pensión por discapacidad. Además, luego de esta capacitación que dura ocho meses, donde el grupo realiza una devolución a la comunidad y se incluye laboralmente, cada persona o grupo familiar tendrá la posibilidad de generar un microemprendimiento que será acompañado por el municipio.
La proyección de esta huerta y del trabajo que realizan las personas es hacia la comunidad, porque la producción será vendida en la Feria Franca de Tunuyán, y colaborarán con el comedor que funciona en el mismo CIC, en donde se alimenta a más de 60 chicos todos los días.
“Esta es una posibilidad de darles una verdadera inclusión, un espacio de aprendizaje y participación, donde se desarrolle integralmente la persona con discapacidad”, sintetiza Solís. Y el ejemplo claro es cuando, al finalizar la primera plantación, con lágrimas en los ojos le agradecen al municipio el reconocimiento y la oportunidad.
Tras escuchar historias de muchos años de sentirse no valorados, no incluidos, no respetados en su diversidad, el poder participar de un proyecto en común y con un objetivo que los lleve hacia adelante, logra y genera aprendizajes emocionales en estas personas. Ellos, transmiten constantemente la alegría de ser incluidos y de aprender.
Por Paula Hinojosa