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¡A la escuela!… Porque todos somos responsables

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Iniciaron las clases, miles de niños se calzaron sus mochilas, sus guardapolvos, los lápices de colores y partieron. Algunos, los más afortunados fueron llevados en auto, otros en bicicleta, otros caminando, otros en colectivo; algunos con zapatillas de marca, otros con las que pudieron comprarle los padres, algunos con guardapolvo nuevo, otros con el del año pasado, algunos los llevaron los padres, otros algún abuelo, tía o tío, hermano, o simplemente llegaron solos. Algunos con merienda, otros con la esperanza de la copa de leche en la escuela, algunos con vacaciones a cuesta, otros simplemente con el refresco de alguna acequia o canal… Así llegaron, así entraron, así  se sentaron, así enfrentan el mañana.

La provincia de Mendoza, inició en tiempo y forma las clases, y docentes, niños y familia se ven nuevamente involucrados en este camino. Difícil tarea la del sistema educativo y de la comunidad en su conjunto, educar no es tarea sencilla y requiere necesariamente de todos.
Vale recordar en este momento que la Argentina goza de un sistema privilegiado de educación frente a países cercanos y lejanos, el país tiene y sostiene un sistema fundado en la gratuidad de todos los niveles del sistema, pero además de esto como el Nivel Inicial, Primario y Secundario son de carácter obligatorio el Estado es forzado a generar las garantías necesarias para sostener dicha obligatoriedad. Durante los últimos años y sobre todo a partir de la sanción de la Ley 26206 y la Ley de Financiamiento Educativo, el Estado está obligado a invertir más el 6% del PBI en educación. Este hecho no menor, es el que ha generado que se construyan más 1700 escuelas en toda la órbita del país, que se entreguen más de cuatro millones de netbooks a todos los estudiantes de nivel secundario, educación especial y estudiantes de Institutos de Formación Docente, que se envíen gran cantidad de libros, que las escuelas tengan tizas, elementos deportivos, que el salario docente no caiga en la ruina, entre otros tantos avances significativos en términos de educación.

No pretendo hacer una descripción profunda de los avances en materia educativa de los últimos años, cierto es que de un sistema devastado, desfinanciado y cada vez más pauperizado, hemos dado un salto gigantesco, tanto en términos de inclusión como de calidad del mismo. Sin embargo, aunque se avance y se hagan las inversiones, lo cierto es que los resultados cualitativos y cuantitativos se van a medir en términos de décadas. Pese a eso, al momento de iniciar las clases, es común escuchar cuan mal estamos en términos de educación, cuan bajos son los salarios de docentes, que los chicos no estudian, que los padres no se comprometen, que los docentes no dan clases, que el gobierno no invierte lo necesario, etc, etc. Frente a eso, vale preguntarse ¿Qué ha pasado en el sistema educativo argentino a lo largo de los años? ¿Cuándo se estuvo mejor? Si se estuvo mejor, ¿cuáles han sido los resultados de ese sistema educativo? ¿Qué hacemos como comunidad para mejorar el sistema? ¿Cuán comprometidos estamos con la mejora del mismo? Si los docentes cobran mal, ¿estamos dispuestos a pagar más impuestos para que cobren bien? Si los docentes cobran bien, ¿cumplen realmente con su trabajo? Si los estudiantes no estudian, ¿cuán atractivas son las formas en las que se dan los procesos de aprendizaje? ¿Estamos actualizados en términos de formación para atender a los nuevos sujetos? ¿Cuán comprometida está la familia en el proceso de aprendizaje de sus hijos? ¿Cuán comprometidos están los docentes en mejorar ellos mismos para mejorar el sistema?

Sin duda alguna el primer paso en pos de entender la educación, es preguntarnos, repreguntarnos y hacer un proceso reflexivo en tanto las prácticas individuales y comunitarias alrededor de la educación. Tanto Estado (entiéndase, todos los actores intervinientes en los procesos educativos, Gobierno, Directivos, Docentes, etc) como comunidad, debemos necesariamente pensar en nuestras prácticas cotidianas alrededor de la educación. Como padre no puedo quejarme del sistema si cuando me llaman a una reunión  en la escuela no voy, como docente no puedo reclamar mejoras salariales si permito que en horas de trabajo abunden revistas de cosméticos y sea poco receptivo a la formación permanente, como gobierno tampoco puedo pedir compromiso de parte de los otros actores, si ante un reclamo para la construcción de un baño en una escuela, tardo meses (por no decir años) en dar respuesta. Digo, a modos de ejemplo, el sistema no se mejora mirando la paja en el ojo ajeno, debemos en primera instancia comprometernos desde nuestra práctica cotidiana: solo basta con cumplir bien con nuestra función dentro del sistema.

Iniciaron las clases, ese es un dato sobresaliente que debemos festejar. Pero también el sistema inicia un desafío nuevo, un camino que recorremos en conjunto, estudiantes, gobierno, docentes, padres, comunidad en general, y necesariamente debemos plantearnos formas nuevas, acorde a los tiempos y los sujetos complejos que el sistema recibe.  Mirar hacia atrás es necesario para tomar lo bueno del pasado, pero es imperioso mirar el presente y el futuro, mirarnos a nosotros mismos y comprender que de esto, somos todos responsables. Un año más comenzó para ellos, para los pibes y pibas que se pusieron el guardapolvo: habrá que mirarlos nuevamente a los ojos y en ese abrazo amoroso comprender que en ellos, estamos depositando el futuro. Habrá que hacer las cosas bien, que de eso se trata.

Autor: Prof. Rodrigo Hinojosa