Una impresionante multitud de trabajadores converge hacia el centro de Buenos Aires. Tras el paro general proclamado por la CGT en una reñida votación, los trabajadores se movilizan en forma espontánea hacia la Plaza de Mayo a reclamar la libertad del coronel Juan Domingo Perón, quien había sido desplazado de sus cargos y detenido en la isla Martín García, aunque en esos momentos se encontraba en el Hospital Militar para un chequeo médico.
Todo había comenzado por la madrugada, cuando se movilizaron los trabajadores de La Boca, Barracas, Patricios y otras barriadas populares, mientras una enorme columna de obreros de la carne avanzaba desde Berisso. Los obreros que no ingresaban a las fábricas y talleres, recorrían los establecimientos vecinos incitando a abandonarlos a quienes se encontraban en ellos para luego marchar coreando consignas en favor de Perón. Si bien en un primer momento la policía levantó los puentes sobre el Riachuelo numerosos manifestantes lo cruzaron a nado o en balsas improvisadas, hasta que finalmente los puentes fueron bajados. Advirtiendo que la multitud concentrada en Plaza de Mayo se engrosaba a medida que transcurrían las horas y ante la continua exigencia de libertad a Perón, los mandos militares que lo habían desplazado y detenido no encontraron otra opción que llamarlo para que calmara a sus seguidores, lo que luego de mucha reticencia, éste hizo desde los balcones de la Casa de Gobierno, aunque de un modo singular, «como secretario de Trabajo y Previsión». En esa oportunidad, Perón anunció que «el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del Ejército. Con ello, he renunciado voluntariamente al más insigne honor al que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general de la Nación. Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón, y ponerme con este nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino. Dejo el sagrado y honroso uniforme que me entregó la Patria para vestir la casaca de civil y mezclarme en esa masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y la grandeza de la Patria».
Conocido en la liturgia peronista como Día de la Lealtad, por sus características y consecuencias la movilización obrera del 17 de octubre de 1945 fue probablemente el hecho político más significativo de la historia argentina del siglo XX.
Fuente: Télam