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Editorial

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Lo urgente y lo importante

Uno piensa que la editorial de un medio de comunicación regional o local debería enfocarse en la realidad propia, en alguna temática o problemática que implique, preocupe o afecte a las personas de la región. Por eso, hablar de la catástrofe ocurrida en Japón parecería abordar un tema lejano, con poca relevancia en la vida cotidiana de las personas de nuestra zona.

Todos hemos visto a través de los medios como Japón resistió al terremoto, sucumbió al tsunami y se enfrenta a un panorama casi apocalíptico por la explosión de las centrales nucleares. Miles de personas muertas, desaparecidas, evacuadas y ante un futuro incierto. Todo lo hemos seguido con la instantaneidad que posibilitan las nuevas tecnologías y en el mismo formato de las producciones cinematográficas. Tal vez sea por esto que, más allá de los miles de kilómetros que nos separan del lugar de los hechos, vemos una terrible realidad casi con los mismos ojos que hemos mirado decenas de películas: interesados por la espectacularidad de las imágenes, con la sensación de que la realidad es tan lejana que roza lo ficcional, más aún cuando no hay mar cerca de nuestro lugar.

Seguramente me dirán que no es así, que estamos conmovidos, asustados y solidarizados. Pero cómo se explica entonces que no hubo ni un refuerzo de simulacros de sismo, que todo el mundo sigue en su mundo, que nadie planteó un organigrama extra ante alguna catástrofe, que para los políticos la campaña es el mundo y para mucha gente el mundo es Gran Hermano. Me asombró ver como un noticiero provincial abría su edición central con “el malestar de la gente por el trámite para recuperar el dinero de las entradas de vendimia”. La pucha, el mundo se está moviendo mal y todos seguimos en la misma. No se trata de ponerse paranoico, de fanatizarse con las profecías bíblicas o de Nostradamus, pero parece que es hora de cambiar de ángulo.  Todos tenemos preocupaciones diarias, unas trágicas como una enfermedad o alguna necesidad imperiosa y otros, tal vez más banales, como ver la Fiesta de la Vendimia, pero ante un sacudón tan fuerte, sería bueno tomarse unos momentos para pensar.

Y la reflexión debería pasar primero por lo urgente, empezar a prevenir en la medida de nuestras posibilidades, optimizar lo existente, concientizarnos, prepararnos, educarnos. Pero también la reflexión debería ser más profunda y abordar lo importante. Siempre se nos ha mostrado como modelos los países y las personas del mundo llamado desarrollado. Los japoneses, entre otros, ejemplos de trabajo, disciplina, productividad; una sociedad en la que la inestabilidad, la inseguridad, la imprevisibilidad parecerían poco conocidas. En general, uno puede suponer casi como “normal” la muerte de personas en países pobres pero no de personas que trabajan para Toyota. Tal vez, hoy que el mundo no solamente se mueve, sino que también está a punto de colapsar por la contaminación, por la extinción de especies, por la falta de alimentos, por la amenaza nuclear, entre muchos otros factores, tal vez lo importante sea revisar el modelo de productividad y sus ideales.

Es verdad que en un mundo con forma de globo y globalizado nadie puede escapar a los coletazos de lo que sucede en otros lugares, pero sí podemos dejar de correr alocadamente para imitar o parecernos a los que siempre se nos ha mostrado como ejemplo. No se trata de ir en contra de la modernidad, de aislarse, de renegar de los avances tecnológicos, se trata de valorizar nuestra identidad, nuestra idiosincrasia, nuestra forma de vivir. Y también se trata, en forma personal, de comprender que lo urgente no siempre es lo más importante. En general lo que más feliz nos hace es lo que tenemos más cercano, pero en la vorágine de lo cotidiano lo perdemos de vista.

Ni periodismo independiente ni objetivo

Ponemos en el Valle de Uco y un poco más allá, dos nuevos medios de comunicación: El Cuco Semanario impreso y El Cuco Diario Digital. Nacen o renacen, casi con las mismas herramientas que usaron nuestros abuelos cuando comenzaron a plantar en el Valle: pocos recursos, ingenio, mucho trabajo y pasión. Tenemos como ellos, la confianza en la bondad de este suelo y de su gente. Creemos que “los sueños y la perseverancia son una poderosa combinación”.

“La comunicación va primero” decía un texto de la carrera de Periodismo y, es tan primera que tiene la misma raíz que comunidad. Somos sociedades, familias, pueblos, todo, en el instante en que comenzamos a comunicarnos. Después viene la información. Y así, hemos planteado nuestro emprendimiento, pensando en dos medios que primeramente nos van a comunicar, a acercar, a reunirnos y, luego nos informarán, aglutinando los hechos de toda la región y los de otras regiones que tengan que ver con nosotros. Nos parece fundamental que todos puedan tener la posibilidad de acceder a estos servicios, por eso la distribución gratuita del impreso, por eso el digital (sin limitante de espacio ni de tiempo), por eso el slogan “democratizando la información”.

Pero también, reflexionamos sobre el momento histórico en el que nos toca vivir, un proceso de interrelación e interdependencia entre personas y comunidades, cada vez más acentuado a partir de la “era de la información y la comunicación”, al que llamamos globalización. Estamos aquí, ya estamos globalizados, el desafío es insertarse, navegar, comerciar, conocer, amar, sin dejar de ser nosotros mismos, sin perder de vista quiénes somos y cómo somos. Esto es, reforzar nuestras identidades, nuestra cultura, nuestra idiosincrasia. Esto es “Glocalizar la comunicación”, slogan distintivo del diario digital y, encuentro de lo global y lo local como manera única de abrir la ventana hacia el mundo sin correr el riesgo de perdernos.

No somos periodismo independiente, ni objetivo, ni ninguna de esas falacias mediáticas inventadas por algunos para aparecer como observadores y jueces impolutos, en el afán de construir poder. Solamente somos laburantes de la comunicación, que creemos que la honestidad es además de una virtud, un buen negocio. Ese es nuestro capital fundante, porque a partir de ahí llegan indefectiblemente, la credibilidad, el reconocimiento y el crecimiento. Tenemos nuestras subjetividades, nuestros sentimientos, nuestras ideologías, pero también mucho profesionalismo y amor por la actividad que hemos elegido. Hacemos periodismo desde un lugar que queda explícito: pensamos que no hay bien individual sin bien común, y desde ahí miramos el mundo.

En esta primera editorial, gracias a todos los que nos acompañan y a los que se sumarán en algún momento. Este es un espacio de encuentro y la invitación está abierta para todos los hombres del mundo que quieran habitar este suelo valletano.