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El trabajo de educar tiene su costado conservador y su lado revolucionario

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Por Juan Jofré

En septiembre celebramos el día de todos los educadores.

El Día del maestro, del profesor, de la secretaria, del preceptor, del bibliotecario y del rector.

Todos los educadores estamos de festejo.

Es una linda oportunidad para poner en valor la tarea que hacemos.

Todos los trabajos, cuando se hacen bien, requieren de gran esfuerzo.

El de educar es uno de los trabajos más complejos que existe. Tiene su costado conservador y su lado revolucionario. Debemos iniciar a nuestras jóvenes generaciones en los valores, principios y conocimientos de nuestra cultura, pero al mismo tiempo tenemos que generar en ellas la necesidad de sentir cambios, las ganas de transformar lo dado.

A su vez, la tarea docente es compleja y difícil porque requiere del educador múltiples habilidades y conocimientos. Necesitamos poseer el saber de aquello que enseñamos, pero al mismo tiempo tenemos que saber cómo enseñarlo mejor. Por si eso fuera poco, tenemos que tener la paciencia de la araña para tolerar el comportamiento hiperactivo y las distracciones de nuestros jóvenes. Por si no alcanzara con eso, la tarea implica generar vínculos afectivos con los estudiantes, tratando de llegar a cada uno.

Al describirla parece una tarea imposible, sin embargo hay quienes se animan a semejante aventura todas los días.

Los tiempos actuales desafían constantemente al educador, poniendo frente a ellos innumerables obstáculos e interrogantes.

Precisamente esos interrogantes son los que generan quizás lo más difícil de esta noble y antigua tarea. Todo lo que no sabemos nos pone en conflicto y nos genera contradicciones, que muchas veces nos superan.

El once de septiembre es la fecha en la que recordamos a los ecuadores en honor a Domingo Faustino Sarmiento, designado por nuestra historia como el GRAN MAESTRO. Pues también él fue un hombre con grandes y fuertes contradicciones. Pudo ver en la educación pública, gratuita y obligatoria la herramienta principal para conformarla Naciónargentina y generar así la base de igualdad que todo pueblo merece. Por haber tenido a Sarmiento en nuestra historia, ayer y hoy, los estudiantes argentinos tenemos las oportunidades de acceder a la educación que hoy reclaman con tanto énfasis, razón y justicia nuestros hermanos chilenos.

Dije que Sarmiento sufría, como todo educador, de profundas contradicciones. Pues fue capaz de sembrar el espíritu igualador de la educación y regalarle así a los pueblos de América la mejor de las armas para el desarrollo con justicia e inclusión. Pero al mismo tiempo, y aquí el eje de su principal contradicción, actuó en defensa de intereses económicos extranjeros en la mal llamada Guerra del Paraguay, donde argentinos, uruguayos y brasileros defendieron los intereses coloniales de Inglaterra y exterminaron al pueblo paraguayo, el único realmente independiente enla Américadel Sur.

Pero esas contradicciones no deben nublar nuestro juicio sobre Sarmiento. Él fue, sin duda alguna, el responsable principal de todo lo que se hizo por crear y construir escuelas, traer educadores, destinar dinero estatal, y garantizar a todos los ciudadanos que habitaran suelo argentino el derecho básico a ser educado.

La tarea se hace cada vez más difícil, pero no pierde nunca la esencia de amor que ella implica. Para ser educadores se necesita amor. Amor para comprender, amor para planear el mañana, amor para compartir, amor para esperar del otro la sana respuesta, amor para enfrentar el error, amor para seguir viviendo.

Educadores, Feliz día!

Un comentario

  1. SARMIENTO TRAIDOR
    Fue Domingo Faustino Sarmiento quien preguntándose qué cosa era “civilización” y qué “barbarie”, definió que “civilización” era el idioma inglés y, “barbarie” el castellano. “Barbarie” era, para “el Maestro de “América”, todo lo autóctono, por el solo hecho de serlo y, por supuesto – y he ahí el punto que más le interesaba a Inglaterra- “civilización” era la aceptación a rajatabla de la teoría del liberalismo económico salvaje y del libre cambio absoluto.
    El comercio libre significó la entrada, con insignificantes derechos aduaneros, de los productos manufacturados ingleses, con los que no podían competir los nuestros. Y la industria argentina murió.
    Este hombre llegó el desprecio por lo autóctono en la mentalidad de Sarmiento- conquistada por el imperialismo cultural anglosajón – que llegó a aconsejar, durante las guerras civiles desarrolladas en Argentina, que: “…no se ahorrara sangre de gaucho, porque era lo único que tenían de humano…” y que este, el gaucho, “… sólo servía para estiércol de la pampa”
    Su desprecio por el gaucho solo fue superado por el que sentía hacia la población indígena.
    Era seguramente, también, el país con que soñó Sarmiento un país donde debía reinar la justicia social: “Las Cámaras no deben votar partidas para la caridad pública -sostuvo Sarmiento, el 13 de septiembre de 1859 en el Senado de la Provincia de Buenos Aires- porque la caridad cristiana no es del dominio del Estado. El Estado no tiene caridad, no tiene alma…Si los pobre se han de morir que se mueran…El mendigo es como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad que se le dé dinero…¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por causa de sus defectos? Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad; no se les debe dar más de comer.”*Marcelo Gullo. Doctor en Ciencia Política. Profesor de la Universidad de Lanús. Asesor de la FLATEC (Federación Latinoamericana de Trabajadores de la Educación y la Cultura)

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