A partir de la crisis producida por las inclemencias climáticas y debido a las dificultades económicas manifestada por el sector primario de las industrias, los productores locales han tomado ciertas decisiones con el objetivo de no dejar caer la producción local y las fuentes de trabajo que ella conlleva.
La fruta de Tunuyán y el ajo de San Carlos quizás sean ejemplos clarificadores: asociativismo. La búsqueda de nuevos mercados y el agregado de valor mediante la tecnología -en busca de una nueva manufactura- son factores en común que comparten estos sectores y que de a poco se posicionaron como ejes principales.
“Es importante como productor, intentar darle un valor agregado al producto para obtener mejores precios. El trabajo debe darse en la finca, con la sanidad de la fruta y la inversión en infraestructura (malla, riego, etc). Esto permite obtener mejor calidad y por lo tanto mejores precios”, sostuvo María Eugenia Abraham, propietaria de “Masua SRL”, empresa que exporta pera desde Tunuyán y San Carlos hacia Hong Kong.
“Nos pusimos como propósito comenzar a minimizar riesgos en la conservación ajo y vimos que desarrollar una estructura de frío para hortalizas, puntualmente para ajos, era nuestra principal necesidad. Por ello hemos realizado esta prueba de llevar al frío nuestra producción y hoy tenemos como resultado una mejor calidad en nuestro producto”, comentó por su parte Jorge Cortijo de RUNAS S.A., un galpón de empaque que trabaja asociadamente junto a otros 11 productores de ajo sancarlino que comenzaron su propia etapa de valor agrado después de una experiencia técnica en California, EE.UU.
Por otra parte, el sector cerezero de la zona busca en poco tiempo importar el fruto como si fuera un insumo para sostener el proceso de producción y la elaboración de productos, y que además representa el sustento de varias familias de trabajadores.