Sección El Desplume. Ni desnudar verdades, ni dar margaritas a los chanchos, ni hablar mal del otro en su ausencia. Más bien el incesante tejemaneje de una mosca blanca en pleno vuelo centrífugo.
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La Constelación de los miércoles: Parrafadas sin demasiada lógica para marear la realidad. Aunque, casi siempre, los mareados son los que hablan.
EL ORO DEL CAMPOSANTO.– Ahí está. Me saca la lengua y yo no—lo—ve—o. Ciego de tanto ver las pompas de jardines verdes me perdí el oro del camposanto. Parece que ahí. En la tangente que rumbea la hojarasca. O más al ladito, porque como que se siente venir misando el tierno aromón del fermento. O quizá es un rumor pretérito de inciensos parientes. No sé. Pero lo siento aquí. Abajo. En algún escondrijo de la tierra manoseada está. Lo juro. Está también en mi nariz. En mi osamenta. En mis cálculos y, ahora, en el viento.
Maximiliano Neila