Representantes del gobierno volverán a conmemorar el jueves la capitulación nipona en la Segunda Guerra Mundial en el controvertido Santuario Yasukuni, donde también se honra a criminales de guerra, tensando la ya conflictiva relación con China y Corea del Sur.
La peregrinación de los políticos japoneses desata todos los años protestas en ambos países y reaviva la polémica a nivel general sobre los homenajes que se rinden en el santuario.
Este año, además, la disputa en torno al archipiélago en el Mar de China Oriental hierve desde hace meses y amenaza con convertirse en un verdadero conflicto militar, según sostiene la agencia DPA.
Aún así, la tradición japonesa se mantendrá.
El principal cuestionamiento a los homenajes parte del hecho de que en el santuario se encuentran no sólo las víctimas, sino también criminales de guerra de alto rango que cometieron atrocidades.
Entre ellos se encuentra el primer ministro de Japón en la Segunda Guerra mundial, quien ordenó el ataque a Pearl Harbour, junto con otros oficiales que fueron sentenciados a muerte por los aliados después del conflicto.
Con todo esto no es de extrañar que el santuario en sí esté en el medio de la polémica.
En términos geopolíticos, analistas de la región estiman que las relaciones bilaterales están tan tensas que el inminente conflicto podría causar «daños irreparables».
«Si Japón no asume en cierta forma la lógica de los chinos y sigue adelante, pese a los reclamos, con las peregrinaciones al Santuario de Yasukuni, no sólo será imposible reparar las relaciones con China, sino que además quedará aislado a nivel diplomático», advierte el profesor Kazuhiko Togo, de la Universidad Kyoto Sangyo, en la revista japonesa Gendai Business.
El primer ministro conservador, Shinzo Abe, sabe cuáles son los riesgos. Según medios japoneses, no se hará presente en el santuario, al menos no el 15 de agosto, si bien él mismo no descartó esta posibilidad.
En opinión de Togo, la conducta en torno a la visita del Santuario es similar a lo que sucede en el marco del conflicto por las islas, llamadas en Japón Senkaku y en China Diaoyu.
Japón debería compenetrarse un poco más en la lógica china, señala, ya que al estatizar el archipiélago el año pasado no sólo desoyó advertencias de Beijing e ignoró propuestas extraoficiales, sino que además le dio una excusa a China para poner bajo su poder estas y otras islas de la región.
China, en los hechos, patrulla la región del archipiélago y así generó un cambio de fuerzas en el Mar Oriental. Implícitamente, puso en tela de juicio el predominio japonés en la zona.
Y justamente eso es lo que Japón debería evitar junto con otros países, apunta el analista Kunihiko Miyake, del Instituto Canon de Estudios Globales.
Japón no puede aceptar que las embarcaciones chinas irrumpan en esas aguas y tampoco puede permitir que mantengan a los barcos japoneses alejados de zonas en conflicto.
La región es considerada rica para la pesca, y se estima que en el suelo marino yacen cuantiosas reservas naturales.
El santuario Yasukuni en Tokyo es uno de los lugares más polémicos de Japón. Su construcción fue posterior a la guerra civil japonesa (Guerra Boshin) que tuvo lugar entre los partidarios del gobierno Tokugawa y los de la devolución del poder al emperador.
Una vez terminado el conflicto, se levantó el santuario para honrar el espíritu de los fallecidos en combate, pero sólo a los ganadores, ya que a los partidarios de Tokugawa se les considero enemigos del emperador.
El lugar fue un referente Sintoista de Japón y albergó los restos de los fallecidos en las guerras venideras de las que participó Japón, como las de China, Korea o Taiwan. Así como las victimas de la Segunda Guerra Mundial, que son las más numerosas en el templo.
En este santuario se reza por los muertos de las guerras, algunas de ellas en la época mas dura e imperialista de Japón, y entre los que aparte de victimas civiles y soldados, se encuentran también criminales de guerra de los de más alto rango que cometieron atrocidades en esos conflictos.
Entre estos se destacan el primer ministro de Japón en la segunda guerra mundial, quien ordenó el ataque a Pearl Harbour junto con otros oficiales de alto rango que fueron sentenciados a muerte por los aliados después de la segunda guerra mundial.
Pero todavía hay algo mas: en la constitución que Estados Unidos redactó para los japoneses, se pedía la separación de la religión del estado con lo que el santuario tuvo que decidir entre ser un ente publico o privado, y optó por esta última.
Ahora está financiado con capital privado y se convirtió en un símbolo de la derecha japonesa que alaba al emperador y los tiempos en que éste era el cabeza de Estado.
Por este motivo es frecuente ver por allí a gente con banderas japonesas, algunas de ellas imperialistas, aparte de las que el santuario tiene colgando. Algo muy raro, ya que en la mayoría de templos no suele haber banderas japonesas ondeando.
Fuente: Télam