Apoyados por líderes opositores, religiosos y de organizaciones juveniles, las Fuerzas Armadas de Egipto derrocaron y mantienen detenido al presidente. También suspendieron la Constitución y anunciaron un período de transición política.
Mursi fue trasladado en la madrugada de hoy al Ministerio de Defensa, informó el portavoz de la Hermandad Musulmana, Gehad El Haddad, a través de su cuenta oficial en la red social Twitter.
«El presidente Mursi fue separado de su equipo presidencial y ha sido trasladado al Ministerio de Defensa», dijo el miembro del grupo islamista.
El Haddad había indicado, anteriormente, que Mursi estaba retenido en instalaciones de la Guardia Presidencial, en El Cairo.
En cuanto al equipo presidencial, el vocero de la Hermandad Musulmana señaló que unos siguen retenidos por la Guardia Presidencial, mientras que «otros han sido puestos en arresto domiciliario», indicó la agencia Europa Press.
La cadena Al Jazeera, por su parte, indicó que el ejército egipcio dictó órdenes de detención contra 300 miembros de la Hermandad Musulmana.
Millones de opositores congregados en la plaza cairota de Tahrir y en otras ciudades estallaron en júbilo tras el anuncio del Ejército, que llegó luego de cuatro días de marchas exigiendo la renuncia de Mursi y de enfrentamientos con seguidores del presidente que dejaron casi 40 muertos.
En su primera reacción pocos minutos después del anuncio del general Abdel Fatah Al Sisi, Mursi denunció por Twitter a las Fuerzas Armadas egipcias por dar un «golpe de Estado» contra su gobierno y llamó a «todos los hombres libres del país» y a los altos mandos militares a rechazarlo.
En la capital, poco después, decenas de miles de seguidores de la Hermandad Musulmana se congregaron en la Universidad de El Cairo y en la zona de Ciudad Nasser, en el otro extremo de la ciudad respecto de Tahrir, para protestar contra el golpe de Estado.
«El Ejército está prendiendo fuego las calles, llamando a la guerra civil. Estas personas que apoyan a Mursi están dispuestas a dar su vida en esta situación», dijo Yasser Soliman, un partidario del derrocado presidente, en declaraciones a la cadena de noticias Al Jazeera ante la Universidad de El Cairo.
Más temprano, rodeado de líderes de la oposición y dignatarios religiosos, el general Al Sisi dijo en un mensaje televisado que Mursi rechazó el diálogo con la oposición que pedían las Fuerzas Armadas y que su discurso de anoche, en el que se negó a renunciar, no estuvo «a la altura de las expectativas del pueblo».
Antes de anunciar el derrocamiento de Mursi, el jefe del Ejército egipcio prometió que «las Fuerzas Armadas se mantendrán siempre al margen de la política» y advirtió que el Ejército y la policía actuarán de manera «decisiva» contra cualquier reacción violenta.
Horas después, diez personas murieron y más de 180 resultaron heridas en hechos de violencia política en distintas ciudades, informó la agencia de noticias oficial egipcia MENA.
Según explicó Al Sisi, el «período de transición» en Egipto estará guiado por cuatro puntos.
En primer lugar, la disolución de la Constitución Nacional; en segundo, la convocatoria a elecciones presidenciales anticipadas.
Hasta la celebración de dichos comicios, mañana (por hoy) asumirá la presidencia transitoria el presidente de la Corte Suprema Constitucional, Adly Mansour, dijo el general.
El magistrado deberá formar un gobierno de unidad nacional y también, como último punto, se constituirá un comité encargado de analizar reformas a la constitución, especialmente a aquellas enmiendas aprobadas durante el año de gobierno de Mursi.
En varios mensajes sucesivos por Twitter, Mursi pidió a todos los egipcios, incluyendo a los altos mandos militares y los soldados, «hacer cumplir las leyes y la Constitución Nacional», no responder al «golpe», mantener la tranquilidad y evitar un derramamiento masivo de sangre en las calles.
Mursi, que en junio de 2012 se convirtió en el primer presidente elegido democráticamente en Egipto, había prometido anoche y hoy quedarse en su cargo y rechazado un ultimátum de 48 horas que le había dado el Ejército para llegar a un acuerdo político con la oposición, que lo acusaba de monopolizar el poder.
El derrocado mandatario denunció, en la noche del martes, que la crisis política y las protestas contra su gobierno estaban instigadas por remanentes del antiguo régimen de Hosni Mubarak, el autocrático mandatario que lo precedió hasta que su gobierno de 30 años fue derrocado por una revuelta popular en febrero de 2011.
El canal de televisión de la Hermandad Musulmana de Mursi, Misr25, interrumpió abruptamente su transmisión nocturna tras el anuncio de Al Sisi.
El diario Al Ahram informó que otros dos canales islamistas, Al Hafez y Al Nas, también fueron sacados del aire cuando finalizó el discurso del jefe del Ejército.
El anuncio del Ejército, que se consideraba inevitable tras el discurso en el que Mursi rechazó dimitir, llegó respaldado por destacados líderes políticos y religiosos, con los que el Ejército trató de escenificar el respaldo popular con el que cuenta.
Todos ellos justificaron su apoyo al golpe como única medida para evitar la violencia y preservar la estabilidad del país.
El representante del opositor Frente 30 de Junio y premio Nobel de la Paz, Mohamed el Baradei, calificó la hoja de ruta trazada por el Ejército como un «paso hacia la reconciliación nacional» y señaló que es el «nuevo comienzo de la revolución», informó la agencia de noticias EFE.
Por su lado, el jeque de la institución de Al Azhar (la más prestigiosa del islam sunnita), Ahmed al Tayeb, consideró que con esta iniciativa el dividido pueblo egipcio podrá «tender puentes», mientras que el papa copto, Teodoro II, dijo que la hoja de ruta se aprobó para «resolver el actual callejón sin salida».
Destacó la presencia de los ultraconservadores salafistas y ex aliados de Mursi del partido Al Nur, cuya formación fue la segunda más votada en las elecciones legislativas y cuyo secretario general, Galal Morra, justificó el acuerdo para «evitar el derramamiento de sangre».
Los militares quisieron que los movimientos juveniles también tuvieran presencia, encarnados en el movimiento «Tamarrud» (Rebelión), que se encargó de lanzar una masiva campaña de recolección de firmas que se convirtió en el germen de las protestas, que recrudecieron a partir de una gran marcha el domingo pasado.
El coordinador de la campaña, Mohamed Abdelaziz, resaltó que «se abre una nueva senda sin excluir a nadie», al tiempo que mostró su interés en dialogar para cumplir las demandas concretadas en el lema «pan, libertad y justicia social»
Fuente: Télam