La Presidenta dedicó buena parte de su discurso a Néstor Kirchner, a los ocho años de su llegada a la Rosada, en especial su papel en la recuperación de la autoconfianza de los argentinos.
Cristina Fernández comenzó su discurso como todos, hablándole a la multitud, que le contestó con un cantito que pedía su reelección, como es habitual. Pero esta vez, a diferencia de todas las anteriores, la Presidenta no los interrumpió instantáneamente sino que pidió un poco de agua, dejándolos cantar unos segundos antes de callarlos para continuar. Fue toda la referencia electoral que hizo, pero con eso alcanzó para que todos los presentes se fueran con “la sensación cierta” de que será candidata a la reelección. “La vida no es todo hermoso y todo feo, la vida se compone de momentos difíciles y felices. Lo importante es que los momentos difíciles sean lo suficientemente trascendentes para hacer cambiar la vida de los millones de habitantes que tienen la esperanza depositada en quienes eligen en elecciones populares y democráticas”, dijo algunos minutos después, conmemorando el octavo aniversario de la asunción presidencial de Néstor Kirchner.
En la Argentina, en cada pueblo, se sabe, hay una plaza alrededor de la cual se reparten la iglesia, el centro de gobierno, eventualmente la comisaría. La 25 de Mayo, en Resistencia, Chaco, es una de las más grandes: ocupa casi el doble que la porteña Plaza de Mayo. Ayer, más de sesenta mil personas la colmaron para recibir a la presidenta Cristina Fernández. Era la primera vez que un mandatario celebraba la máxima fiesta patriótica en esa provincia, y la concurrencia estuvo a tono con la ocasión. También el espectáculo montado ad hoc, con la firma del grupo Fuerza Bruta pero planeado y llevado a cabo con una importante presencia de artistas y estudiantes locales. “Fue un acto con mucha presencia popular”, destacó uno de los asistentes, sorprendido por el recibimiento que tuvo también el desfile de las Fuerzas Armadas. “La gente los aplaudió muchísimo, se ve que los juicios a los culpables de crímenes de lesa humanidad permiten volver a legitimarlas en otro rol”, analizó.
Un rato antes, Cristina había asistido al tradicional Tedéum que dio el arzobispo de Resistencia, monseñor Fabriciano Sigampa, quien aprovechó la ocasión para felicitar a la Presidenta por implementar la Asignación Universal por Hijo y extender el beneficio a las embarazadas –en una sutil referencia antiabortista, lo denominó “los niños por nacer”–, con lo cual “la solidaridad y la inclusión se están haciendo en forma concreta”. Uno de los miembros de la comitiva presidencial destacó que “¡hasta aplaudían en la iglesia!”, algo fuera de todo protocolo. “Nunca había visto algo similar”, destacó. Signatarios religiosos tanto de la Iglesia Católica como de otras religiones formaron parte del oficio, en el que se le hizo entrega a la mandataria de una compilación de las encíclicas papales referidas al rol de la mujer en la sociedad.
Ya en la plaza, la Presidenta destacó que los años que pasaron de ciclo kirchnerista “hoy ubican a la Argentina en un lugar inimaginable hace apenas ocho años, en un mundo que se derrumba, que durante mucho tiempo quiso inculcar el pensamiento único, que la Argentina iba por un camino equivocado, que nos íbamos al precipicio”. A su alrededor, en el palco, además del anfitrión, Jorge Capitanich, había otros siete gobernadores afines a la Casa Rosada (Daniel Scioli, Juan Manuel Urtubey, Gildo Insfrán, Gerardo Zamora, Sergio Urribarri, Walter Barrionuevo y Maurice Closs), el pleno del gabinete nacional (con excepción del canciller Héctor Timerman y el ministro de Planificación, Julio De Vido, en misión en Rusia), una nutridísima delegación de dirigentes sociales y sindicales, legisladores nacionales, intendentes bonaerenses y un importante contingente de representantes diplomáticos extranjeros.
También miles de jóvenes, a los que se refirió especialmente al recordar que su participación era uno de los sueños del ex presidente Néstor Kirchner. “Sólo le pido a Dios que me dé a mí y a todos los argentinos la fortaleza, la entereza, la grandeza, la humildad y la solidaridad que todos tenemos que tener para poder construir un país diferente”, concluyó.
Fue una maratón de casi cuatro horas, entre el Tedéum, la recepción, el acto propiamente dicho y el show posterior. Ni siquiera hubo tiempo para el almuerzo: cuando pudieron bajar del palco para acercarse a la carpa donde se servían unos saladitos ya estaban avisando que había que regresar al aeropuerto a tomar el vuelo de regreso a Buenos Aires (durante el viaje casi ni se habló de política, sino que el tema sobresaliente fue el fútbol, para martirio de los hinchas de River presentes. El diputado Jorge Landau y el miembro de Carta Abierta Ricardo Forster fueron los más atormentados.)
La nota de color la dio la ex primera dama chaqueña, la diputada nacional Sandra Mendoza (separada del gobernador Capitanich), que en varias ocasiones rompió con el protocolo para acercarse a Cristina, llamando la atención de los presentes. Cada una de las veces, la Presidenta la contuvo. El momento más tenso fue cuando debió hacer el saludo al ex marido: incómoda, estiró una mano fría, pero el mandatario local supo moverse con elegancia y la recibió con un beso en cada mejilla, tras lo cual Mendoza se retiró, rauda.
Abajo, en la plaza, la multitud hacía flotar banderas de distintos espacios, entre los que se destacaban el PJ, La Cámpora, la corriente Kolina –encabezada por Alicia Kirchner–, la CTA, el Movimiento Evita, la Corriente Nacional Martín Güemes, la flamante Corriente Peronista Nacional (lanzada a lo grande el viernes pasado en Ferro) y la agrupación local John William Cooke. A ellos les habló Cristina Fernández durante todo su breve discurso y a ellos (que un rato antes habían cantado pidiendo la reelección) les agradeció antes de cerrar la mañana con cinco palabras que resumieron el trabajo de ocho años: “Tenemos Patria, argentinos. Estemos orgullosos”.
Fuente: Página 12