La Batalla de Salta fue un hecho trascendental en relación a los procesos independentistas para nuestro país. Al mando de Belgrano, las tropas argentinas lograron recuperar los territorios de Salta y Jujuy. El proceso fue parte de una iniciativa revolucionaria propia de la época contra los realistas.
La batalla finalmente fue favorable para el Ejército Argentino. Los comandados por Belgrano lograron rendir a 3.000 soldados entre jefes y oficiales, quitándoles armas y artillería. Pio Tristán comandaba las tropas opositoras, quien más allá de ser enemigo de Belgrano en la batalla, compartían una amistad. A razón de esto Belgrano le evitó la humillación de quitarle la espada.
La victoria generó la liberación de cientos de prisioneros, la firma de términos entre los dos generales aseguraba que ninguna de las personas volvería a tomar las armas en contra de una causa americana.
Este gesto de grandeza de Belgrano fue en contra de las peticiones de fusilamiento de sus propios oficiales. El pensamiento del general primaba la hermandad entre los pueblos y la liberación de los oprimidos. «Cesen las rivalidades y motivos de disensión, amándose mutuamente como hermanos que se hallan íntimamente unidos por los vínculos de sangre y de interés comunes».
La convicción del prócer radicaba en que cada guerra de tipo independentista tenía implícita una guerra civil donde quienes batallaban eran hermanos por pertenecer a suelo americano.
Con motivo del triunfo logrado en Salta, la Asamblea General Constituyente instalada en Buenos Aires el 31 de enero de 1813, declaró a Belgrano, oficiales y soldados «Beneméritos en Alto Grado», disponiendo la entrega al general de un sable de honor engarzado en oro y en la hoja grabado: «La Asamblea Constituyente al Benemérito General Belgrano» otorgándole el equivalente a 40.000 pesos los que rechazó, en carta dirigida al soberano cuerpo el 31 de marzo de 1813 diciendo: «El honor con que V.E. me favorece me empeña sobremanera a mayores esfuerzos y sacrificios por la libertad de la patria… Ni la virtud ni los talentos tienen precio, ni pueden compensarse con dinero sin degradarlos (…); nada hay más despreciable para el hombre de bien, para el verdadero patriota que merece la confianza de sus conciudadanos en el manejo de los negocios públicos, que el dinero o las riquezas (…).
Hoy se cumplen 200 años de la batalla de Salta. Una guerra que, además de aportar a los procesos de independencia argentina y americana, mostraron hechos de gran nobleza de parte de quienes se animaron a pensar en la importancia de la libertad de los pueblos.