El presidente Obama anunció anoche la muerte del líder de la red Al Qaeda como resultado de una operación militar de EE.UU. cerca de Islamabad. «Se hizo justicia», dijo al dar la noticia. El terrorista, buscado desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, fue abatido en una mansión de la ciudad de Abottabad.
La búsqueda de casi 10 años fue concluída tras una incursión de las fuerzas especiales Navy Seal de la Armada estadounidense, aunque el cuerpo del millonario saudita no fue mostrado y ya fue arrojado al mar y por seguridad los nombres de quienes actuaron «nunca serán revelados», según informó el propio Obama.
«Hoy, con mi autorización, Estados Unidos lanzó una operación contra un edificio en Abbotabad, en Pakistán» donde, «luego de un tiroteo» los militares «mataron a Osama Bin Laden y se apoderaron de su cuerpo».
El presidente precisó que en la incursión -ejecutada por «un pequeño grupo de estadounidenses (que) llevó a cabo esta operación, con coraje y valentía extraordinarios»- «ningún estadounidense resultó herido».
«Los militares hicieron todo lo posible para evitar que se registraran víctimas civiles», agregó Obama, cuyo anuncio oficial tuvo varios anticipos.
Nunca hubo voluntad de apresarlo con vida como sucedió con el presidente iraquí Saddam Hussein. Nunca se tuvo la intención de juzgarlo, de acusarlo frente a un tribunal por los crímenes cometidos.
La cadena CNN confirmó esta mañana que la orden que llevaron los militares fue «tirar a matar».
Poco minutos después de conocida la información, miles de personas se reunieron en Ground Zero, el lugar que quedó desolado tras los atentados a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, para celebrar la noticia enarbolando banderas, cantando el himno nacional y gritando «U-S-A» (Estados Unidos) «Yes, we can» (sí podemos, el eslogan de la campaña de Obama).
Según informó la agencia de noticias Ansa, la policía tuvo que intervenir para cerrar las calles y contener a la creciente multitud en zonas como Times Square, en Nueva York, mientras miles salían a las calles también en Washington, celebrando «un mundo más seguro».
Esta última aspiración, sin embargo, choca con los pronósticos de las principales potencias que no dudaron en reforzar los operativos de seguridad y advertir que seguían expuestos a nuevos atentados.
La dinámica del ataque en la ciudad paquistaní de Abbottabad, a unos 60 kilómetros de Islamabad, que causó la muerte de otras cuatro personas -entre ellas un hijo de Bin Laden- fue contada por un testigo.
Durante la noche «dormíamos y escuchamos el ruido de helicópteros. Me levanté y se oyó un violento tiroteo que duró un poco, luego una violenta explosión, enorme, la gente salió de la casa», dijo la fuente, que permaneció anónima.
«Comenzaron a llegar las ambulancias con las sirenas y la gente lloraba, todos tenían miedo», agregó, precisando que supo sólo hoy la muerte de Bin Laden.
La modalidad de la incursión fue confirmada por Sohaib Athar, un vecino de la zona que contó los hechos vía Twitter (@reallyvirtual).
En Estados Unidos, el primer anuncio vía Twitter fue realizado por Keith Urbahn, jefe de gabinete del ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld. «Una persona respetable me dijo que mataron a Bin Laden. No sé si es cierto, pero ruego que lo sea», escribió Urbahn antes del anuncio de Obama.
Participaron en la operación, que se realizó en torno a la una de la mañana hora local y duró más de media hora, al menos 15 hombres de las fuerzas especiales. La autorización fue dada el viernes por la mañana, después de al menos cinco reuniones en marzo y abril.
Los militares estadounidenses, probablemente provenientes de Afganistán, llegaron al parecer a bordo de dos helicópteros, uno de los cuales se estrelló por motivos aún no establecidos poco antes del comienzo de la operación.
Según fuentes del Pentágono, Bin Laden opuso resistencia y fue muerto por un balazo en la cabeza.
Los agentes norteamericanos llegaron a Osama siguiendo a quien consideraban su mensajero de confianza.
«Cuando vimos el complejo quedamos espantados», dijeron los funcionarios a cargo de la operación: Bin Laden, en efecto, se ocultaba en un complejo residencial de lujo con medidas de máxima seguridad, una propiedad valuada en más de un millón de dólares.
El sitio alberga a numerosos militares paquistaníes retirados. Ocho veces más grande que las casas adyacentes, está rodeado por un muro de cinco metros de altura con alambres de púa, y varias paredes internas que separan las distintas zonas del complejo, donde no hay teléfono ni Internet.
Al parecer el mensajero, cuya identidad aún no se difundió, vivía junto con su hermano y otras personas que se presume emparentadas con Bin Laden. Ambos hombres murieron en la incursión estadounidense.
Por su parte, Bin Laden estaba desde hacía unos diez días en Abbottabad y debía trasladarse en breve, según fuentes de Waziristán del Norte citadas por Asia News Online.
Bin Laden al parecer se estaba trasladando con frecuencia para crear unidad entre los dirigentes islámicos de Pakistán y Afganistán, tras la sublevación del mundo árabe en Medio Oriente.
Obama indicó que los militares estadounidenses se apoderaron del cuerpo sin vida del hombre más buscado en el mundo desde hace un decenio, y sólo se difundieron pocos detalles acerca del destino del cadáver.
Fuentes oficiales citadas por los medios estadounidenses afirmaron que el cuerpo de Bin Laden fue llevado a Afganistán, luego de que tanto el gobierno de Pakistán como el de Arabia Saudita se negaran a recibirlo.
Frente a estas negativas, los restos del líder de Al Qaeda fueron arrojados al mar, una acción que «representa un pecado», según Mahmoud Ashour, de la Academia de Investigaciones Islámicas de Al Azhar, un prestigioso ateneo sunnita.
No se estableció cómo se verificó que se trataba del cadáver de Bin Laden: varios medios de prensa aludieron a pruebas sobre muestras de ADN tomadas del cuerpo, pero no hubo confirmación oficial de este hecho.
Otra cuestión no del todo aclarada es el grado de participación de la inteligencia paquistaní en la operación militar en Abbotabad.
La Unión Europea, la OTAN, Israel y los principales líderes occidentales celebraron el asesinato de Bin Laden y coincidieron en que contribuirá a la paz mundial.
La Hermandad Musulmana egipcia y el gobierno de Hamas en la Franja de Gaza, exigieron que Estados Unidos retire ahora sus tropas de los países de la región.