Los industriales ofrecen entre 12 a 16 pesos por kilo, mientras una lata en góndola se vende alrededor de los 140 pesos.
A punto de iniciar la cosecha, los productores de durazno para industria se encuentran en una situación crítica. Después de un año donde las contingencias (mayormente las heladas) dejaron menos del 49 por ciento de la producción, las fábricas elaboradoras están ofreciendo al productor un precio por kilo que, según los entendidos, no cubre ni siquiera los costos de producción.
Valle de Uco es la zona productora de durazno de industria por excelencia: de las 5.600 hectáreas que posee la provincia, 3000 están plantadas en la región. Este año, las heladas, y en algún punto, el granizo, diezmaron la producción a un 49 por ciento de lo que hubo el año pasado. Según los registros, en la cosecha 2019 se cosecharon 127 millones de kilos, mientras que las estimaciones del Instituto de Desarrollo Rural (IDR) para el 2020 dan un pronóstico de cosecha de 60 millones de kilos.
Hace unos días, unos 70 productores de durazno se reunieron en Tupungato para evaluar la situación “crítica” a la que se enfrentan. “¿Qué hacemos? ¿Arrancamos los frutales? ¿Cuántas fuentes de trabajo se perderán?” se pregunta la mayoría, ante un precio que ni siquiera cubre los costos mínimos de la producción. Porque aunque las principales industrias conserveras están ofreciendo entre 12 a 16 pesos por kilo (un 100 por ciento más que el año pasado), los números no cierran en relación a lo que gastó un productor entre insumos, energía, combustible, y mano de obra, a lo largo del año.
“Nos ofrecen entre 12 a 16 pesos por kilo, cuando la lata en góndola se vende alrededor de los 140 pesos” explica uno de los principales productores de Valle de Uco, y agrega: “nosotros no queremos pedir una tontería, pero necesitamos un precio lógico que cubra los costos, y que nos permita seguir trabajando, y manteniendo las fuentes de trabajo”. Para los productores, el precio por kilo debe llegar a los 24 pesos (unos 10 centavos de dólar más sobre el precio final de venta al consumidor).
El problema de la poca producción, y el valor del kilo del durazno, no son las únicas variables negativas a las que deben hacer frente los productores. Las condiciones de venta, impuestas desde las empresas industrializadoras, también son fatales: en muchos casos, el productor entrega la producción “sin precio”, apurado por una cosecha ya madura, debiendo esperar varios meses, incluso un año, para cobrar. “No hay durazno, pero a las industrias no les importa el productor” afirman desde el sector, y agregan que lo urgente es negociar el precio, y luego, los tiempos de pago.
“Estamos pidiendo que conversemos, porque si no, no podemos seguir trabajando” afirman los productores, remarcando las fuentes de trabajo que mantiene el sector y que posiblemente se puedan perder. “Nos hemos puesto de acuerdo: no vamos a entregar el durazno sin precio, y queremos un precio justo, que nos permita seguir trabajando” afirma un productor de Tunuyán, y agrega: “no queremos de enemigo al industrial, pero queremos sentarnos a conversar. Hoy los productores del Valle de Uco nos autoconvocamos, juntos tenemos el 55 por ciento del durazno de Mendoza, y vamos a pelear para poder seguir trabajando. Hay muchos que se han cansado, porque el productor no da más, pero también somos muchos los que queremos seguir adelante, generar puestos de trabajo, apostar por nuestra provincia y nuestro país, y por eso, no vamos a entregar la fruta por una miseria”.