Un estudio del Cippec y otros institutos revela que uno de cada 10 ciudadanos sufre “carencias persistentes que no pueden ser superadas ni en una economía favorable”.
El 10% de la población argentina se encuentra en situación de «pobreza crónica», según un informe elaborado por el Centro de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Titulado «El desafío de la pobreza en Argentina: diagnóstico y perspectivas», define que «la idea de pobreza crónica alude a situaciones de carencias persistentes que no pueden ser superadas aún bajo condiciones económicas coyunturalmente favorables» y está «caracterizada por cierta inelasticidad a los beneficios del crecimiento económico y a las políticas públicas inclusivas».
A cargo de los economistas Leonardo Gasparini, Leopoldo Tornarolli y Pablo Guzmán, el trabajo advierte que el nivel de la pobreza en la Argentina -medido en base a los ingresos de la población- se ubicó al cierre de 2018 en 32%, por encima de los valores de 1983, cuando se recuperó la democracia, debido esencialmente al casi nulo crecimiento de la economía, ya que en similar período el PIB per cápita creció por debajo de 1% promedio por año.
El informe será presentado a los candidatos presidenciales de las principales fuerzas que competirán en octubre próximo para instalar la discusión de esta cuestión sobre la base de tres pilares: protección social y mercado de trabajo; desarrollo humano y hábitat e institucionalidad y financiamiento, se informó.
Debido a que la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec cuenta con un seguimiento acotado en el plano temporal de las personas para realizar el estudio sobre «pobreza crónica», los autores apelaron a datos de corte transversal, asociados al nivel de vulnerabilidad social.
Los autores incluso van más allá de los límites que pueden imponer para este tipo de estudio las líneas de indigencia y pobreza, a las que consideran convenciones culturales que varían de sociedad a sociedad.
«Una persona puede recibir un ingreso superior a la línea de la pobreza, pero al mismo tiempo no tener acceso a algunos servicios básicos, ser marginado socialmente o privado de derechos y libertades básicas. El ingreso quizás contribuya a aliviar algunos de estos problemas, pero no puede tomarse ligeramente como resumen de todas las dimensiones del bienestar», argumenta.
En base a los datos disponibles a partir del grado de vulnerabilidad, el documento advierte que 47,9% de las personas que se encuentran en situación de «pobreza crónica» son menores de 15 años y 70% de las madres jóvenes pertenecen a hogares de bajos ingresos.
Además, casi 70% de los adultos en situación de «pobreza crónica» tienen menos de nueve años de escolaridad; y el nivel de participación en el mercado de trabajo -altamente informal- es de 92,8% en los varones y 46,7% en las mujeres.
Fuente: mdz