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Avanza la investigación farmacológica de autismo

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El autismo afecta a uno de cada 166 niños en edad preescolar en Argentina y la primera línea de investigación en el país para mejorar el tratamiento farmacológico, en los casos en que se necesita, se desarrolla en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQUI) desde el 2009.

La intención es lograr fármacos «para niños autistas con menos efectos colaterales que los actuales, ya que los pequeños no los toleran como los adultos, lo que muchas veces lleva a suspender los tratamientos», sintetizó a Télam la investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Jimena Pietro.

La estadística, difundida por el organismo y que abarca a todos los tipos de Trastornos Generalizados de Desarrollo, es estimativa, ya que en el país no existen datos precisos sobre la enfermedad, y surgieron de una investigación epidemiológica realizada en 2009.A nivel mundial hay datos oficiales que indican que la proporción de es 1 de cada 500 niños, con un aumento exponencial, debido en parte a un mejor reconocimiento e identificación de los casos, en especial en los más leves.

Esto se debe a que en los últimos años se empezó a entender la neurobiología del autismo, mediante investigaciones en principio centradas en alteraciones neuroquímicas, como los elevados niveles de serotonina en sangre que presentan estos chicos.

En Argentina, las investigaciones comenzaron en el Laboratorio de Biomembranas de la UNQUI, que dirige Silvia Alonso, por iniciativa de Pietro, licenciada en biotecnología y becaria del CONICET en esa universidad ubicada en el sur del conurbano.

“Cuando empecé mi postdoctorado en farmacología del autismo, no había ningún lugar que hiciera investigación en autismo en Argentina y yo quería hacerlo, porque uno de los motivos es que tengo una nena conocida que tiene autismo”, dijo la investigadora.

Pietro quiso investigar con su conocimiento en farmacología y nanotecnología farmacéutica, “pero no encontré ninguna línea armada -comentó-, entonces armé mi proyecto con la droga que más se usa, risperidona” -conocida comercialmente como Risperdal- en la UNQUI, con financiamiento conjunto de esa universidad y del CONICET.

“Me contacté con APADEA (Asociación de Padres de Autistas), médicos y otras relaciones, y ahora estoy haciendo otra línea con el mismo fármaco, mezclando lo nutricional y la nanofarmacología, porque a nivel mundial se sabe que se puede cambiar la dieta de los chicos con ácidos grasos esenciales”, explicó.

Argentina está tercera en América Latina en investigaciones de este tipo, según el indicador basado en el número de “papers”, o publicaciones científicas de cada país, que lidera Brasil, con 66.

México está segundo, con 30; Argentina tiene 13 y el último en la región es Chile, con siete, mientras a nivel mundial se destaca Estados Unidos, con 5.242 publicaciones.

Pietro explicó que “el tratamiento no farmacológico se les da todos”, pero puntualizó que “a ciertos chicos se los trata con psicofármacos porque son agresivos y tienen incontinencia emocional, berrinches o son depresivos”.

Sobre su proyecto, advirtió que “en las enfermedades con chicos las investigaciones tardan muchos años, desde que uno tiene una idea hasta que sale al mercado pasan unos 10 años, lo aclaro porque no quiero generar falsas expectativas y que vengan los padres desesperados a buscar los fármacos”.

Si bien no se conoce una causa específica del autismo, señaló que mediante las investigaciones “se han identificado 30 genes relacionados con el autismo, de los cuales por lo menos tres de ellos tienen que ser deficientes para obtener un fenotipo autista”.

Los estudios indican que existe claramente una gran relevancia en el aspecto genético del individuo que otorga una predisposición a la enfermedad.

La investigadora insistió en que “el autismo es, en sí mismo, multifactorial por lo que necesita de varias pequeñas anomalías para que la enfermedad se manifieste”, y agregó que “la misma heterogeneidad entre los pacientes hizo difícil la comprensión de la patología”.

También mencionó que en el período prenatal hay antiepilépticos que pueden generar autismo, lo mismo que el alcohol, porque “las chicas jóvenes embarazadas siguen saliendo y beben alcohol, y el etanol en el embarazo aumenta las posibilidades de tener niños autistas”.

Otra droga que puede causar la enfermedad es la talidomida, que se usa para la lepra, además de fármacos que se toman para abortar, en los casos que fallan y no se interrumpe la gestación.

Además de indicar que el autismo afecta más a los varones que a las mujeres, en una proporción de 4 a 1, aclaró que “no es hereditario por transmisión directa, pero hay una predisposición, porque uno de los factores es genético, de la misma manera que, salvando las distancias, ocurre con el cáncer”.

(Fuente: Agencia Télam)