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Por incidentes en la previa, la Conmebol postergó el partido Boca-River hasta las 18 horas

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Apedrearon y rompieron vidrios del micro del plantel de Boca cuando ingresaba al Monumental. “Los jugadores están todos heridos, así no se puede jugar”, dijo Christian Gribaudo, secretario general de Boca. Pablo Pérez y Jara son los más afetados. 

La expectativa tan grande derivó en lo que muchos temían. Todo se desbordó. Ni siquiera el promocionado operativo de seguridad para la Superfinal pudo evitar que se produjeran graves incidentes, dentro y fuera del estadio Monumental.

«Debido a los hechos sucedidos con el bus del club Boca Juniors, el partido ha sido postergado para las 18», informó la Conmebol en su cuenta oficial de Twitter.

La incógnita se extiende, aunque el panorama es oscuro.

Desde Boca ya le informaron a River y a Conmebol que no están en condiciones de jugar el partido: Pablo Pérez, capitán del equipo y Gonzalo Lamardo, juvenil que acompañó al plantel, fueron trasladados a un hospital para ser atendidos.

Todo indica que pese a la intención de Conmebol de querer jugar más tarde, la Superfinal no se jugaría hoy.

El desmadre tuvo su epicentro en la llegada del micro con el plantel de Boca al Monumental. Y desde ese momento, alrededor de las 15.20, cuando faltaban menos de dos horas para que comenzara la gran final, todo fue caos, desorganización y preguntas sin respuestas.

Un grupo de hinchas de River que esperaba para entrar al estadio lanzó piedras contra el micro del plantel visitante. Fue una zona liberada, no había policías controlando esa zona aledaña al Monumental. O sí había, pero no fueron eficientes. Y llegaron tarde a la zona.

Para intentar dispersar a los hinchas fue peor el remedio que la enfermedad. Porque los policías empezaron a tirar gases lacrimógeno y todo se empeoró. El combo derivó en una imagen impresentable: los jugadores de Boca entraron al vestuario visitante heridos por los cortes de los vidrios rotos y con dificultades en la respiración por los gases.

La Superfinal, a esa altura empezó a correr riesgo.

Varias ventanillas del micro quedaron destrozadas; el chofer bajó desmayado y muchos futbolistas estaban visiblemente afectados.

Seis jugadores vomitaron y quedaron tirados en la antesala el vestuario: Carlos Tevez, Fernando Gago, Julio Buffarini, Agustín Almendra, Nahitán Nandez y Darío Benedetto.

El más afectado fue Pablo Pérez que sufrió un corte en el brazo y algunas astillas habrían afectado a sus ojos.

El secretario general del club, Christian Gribaudo, dio un diagnóstico funesto de la situación: «Los jugadores están todos heridos, así no se puede jugar». Y César Martucci, ex secretario general de Boca y actualmente allegado a la dirigencia, avisó que los médicos de la Conmebol debían revisar a los futbolistas. 

El anillo interno del estadio Monumental se transformó en un hormiguero. Dirigentes corriendo de un vestuario al otro. Allegados haciendo circular versiones contrapuestas. Y la sensación evidente de que no estaban dadas las condiciones para jugar un partido de fútbol.

Mientras tanto, en la calle, los miles de hinchas de River que no habían logrado entrar empezaban a producir disturbios y se enfrentaban con la Policía.

Dentro del Monumental, el presidente de River, Rodolfo D’Onofrio, asistió al vestuario de Boca para ponerse al tanto de la situación. Y también hubo reuniones con Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol y Claudio Tapia, presidente de la AFA.

A las 16, una hora antes de la hora señalada, los cinco médicos de la Conmebol que habían atendido en el vestuario a los jugadores de Boca heridos, se reunieron con Angelici y D’Onofrio para tomar la decisión de qué camino seguir.

Fuente: Clarín